Yacimiento uranífero de Sierra Pintada próximo a San RafaelLo dijo en Malargüe una periodista marplatense especializada en divulgación científica, que visitó la mina abandonada Huemul y las obras del encapsulamiento de colas de uranio cerca del centro de la ciudad.

Por Carlos Benedetto

20/01/2010. Visitó Malargüe una delegación de la RENACE – Red Nacional de Acción Ecologista, encabezada por la periodista radial marplatense Lic. Silvana Bujan, quien es muy conocida por haber sido galardonada recientemente por la Universidad de Buenos Aires debido a sus méritos en Periodismo de Divulgación Científica.

La Lic. Buján también obtuvo, durante cinco años consecutivos, el premio Martín Fierro al mejor periodismo radial del interior del país, como asimismo reconocimientos de la Academia Nacional de Periodismo. En materia ambiental, desde hace 20 años se ha especializado en temas relacionados con la minería del uranio.

En éste, su primer viaje a Malargüe, la Lic. Bujan estuvo acompañada por el Ing. Edgardo Musumeci (BIOS-RENACE) y por los asistentes técnicos Ignacio Orsatti y María Laura Musumeci.

En el primer día de actividades se llevaron a cabo visitas al predio donde la CNEA se encuentra trabajando en el encapsulado de colas de uranio, como asimismo a la mina abandonada Huemul, al sur de la ciudad de Malargüe.

En el segundo día el grupo (sin la Lic. Bujan) estuvo visitando otros sitios geológicos donde la CNEA llevó a cabo, en el pasado, relevamientos de algún tipo, incluyendo Caverna de Las Brujas, donde esa institución hizo mediciones de gas radón cuyos resultados no fueron aún dados a conocer.

Buena recepción en la planta de remediación de la CNEA

En las afueras de Malargüe y a sólo un kilómetro del centro de la ciudad, técnicos y operarios de la CNEA se encuentran trabajando desde hace años en el encapsulado de las colas de uranio traídas hace tiempo desde la Mina Huemul (Malargüe) y Sierra Pintada (San Rafael).

La visita contó con el acompañamiento de la concejal Norma Bouza quien, siendo diputada provincial en los ´90, había presentado varios proyectos relacionados con el tema, como asimismo el ex concejal Santiago Alí, quien actualmente se desempeña como técnico de la CNEA en esa planta.

Junto al Ing. Musumeci se encontraba también el suscripto, en calidad de cronista a cargo del boletín semanal de la RENACE.

En la reunión la Lic. Bujan hizo un reportaje periodístico al Ing. Guillermo Díaz, a cargo de la planta, y luego se llevó a cabo un reconocimiento del terreno, donde fue posible también conversar con los técnicos ambientales que operan en el sitio.

La entrevista se dio en un clima de camaradería y respeto, y la periodista quedó impresionada con el trabajo realizado por los técnicos locales, aunque se mostró disconforme con los pocos recursos que la CNEA les provee, como asimismo por la falta de auditaje externo y el desconocimiento de los informes técnicos que esa Comisión nacional elabora regularmente.

Luego de la visita a la mina Huemul y al “pueblo abandonado” dentro del mismo predio, la Lic. Bujan hizo declaraciones a modo de anticipo de los posteriores trabajos de prensa que distribuirá en el resto del país desde su radio marplatense y como dirigente de la RENACE.

Asimismo realizó una entrevista con la concejal Bouza, con la promesa recíproca de cooperación para llevar a buen puerto las tareas de remediación iniciadas.

“No tiene sentido abrir nuevas minas de uranio si no se remedia lo que hay”

Sobre la visita a las colas de uranio a diez cuadras del centro de Malargüe, la Lic. Bujan manifestó que “nos han guiado empleados que nos han contado en detalle cómo hacen un piso de arcillas, piedras y arenas y, sobre él, colocan los residuos nucleares, cubriéndolos como una empanada con más material del lugar. La pila original aun persiste en un 70% a su propio decir. Llevan décadas y recién han trasladado, al sitio de disposición final, un 30%”.

En relación a la mina Huemul afirmó que “luego de sortear cartelería de PROHIBIDO PASAR – DERRUMBES – PROPIEDAD PRIVADA y otras advertencias para desalentar los intentos de acceso de los curiosos, llegamos a la boca de mina, cegada con unas piedras en su entrada y a la ciudad fantasma que, escuela incluida, albergaba a los trabajadores de la mina durante su operación en los 60. Han dejado dos pilas de residuos a su suerte, de unos 10 metros de altura, y desconocemos qué más hay socavón adentro. Había un sector de imposible acceso, cercado con púas y nuevísimos alambrados. Desconocemos qué cosas había en ese área tan celosamente cerrada”.

La especialista llama la atención sobre algunas “paradojas” del emprendimiento visitado, al decir que “la CNEA ha demorado décadas para abordar la remediación del pasivo ambiental de las pilas de residuos nucleares en Malargüe, que es sólo uno de los varios sitios contaminados que ha dejado en diferentes puntos del país. ¿Qué razonabilidad tiene abrir nuevas minas de uranio si no es posible dar cuenta de los pasivos ambientales pendientes?”, y agrega que “si bien se está aplicando tecnología con materiales del lugar y con los cálculos de durabilidad más optimistas, no es posible aseverar la permanencia del encapsulado por siglos, debido a la variabilidad climática acelerada y la incertidumbre ante posibles sismos”.

También confiesa que algunos interrogantes no le fueron aclarados, al decir que “no he disipado la inquietud acerca de las dosis de radiación recibidas por los trabajadores del encapsulamiento de los residuos nucleares. En este tipo de tareas, cada operario debe llevar un dosímetro, que consiste en un dispositivo que registra la dosis de radiación recibida cada determinado lapso de tiempo. Dependiendo de esa dosis acumulativa y siguiendo parámetros oficiales, es que el trabajador, llegado al tope de su dosis máxima admisible, es separado de las tareas que impliquen exposición a la fuente de radiación. Los trabajadores del encapsulamiento de Malargüe no llevan dosímetro, sino un medidor de radón, el temido gas que emana el material de desecho nuclear. Y de hecho, ese dispositivo, que no reemplaza en modo alguno al dosímetro, ha sido provisto hace apenas unos meses, siendo que el trabajo lleva ya varios años”.

“No hay estudios de epidemiología”

El mismo criterio se utiliza en todo el mundo en las cuevas de caliza habilitadas al turismo, según le explicaron a la periodista sus técnicos asistentes que visitaron la Caverna de Las Brujas y que finalmente tomó como propios: “en cavernas donde se detecta gas radón se licencia a los guías de turismo para evitar que contraigan cáncer; en Las Brujas la CNEA hizo estudios de ese gas, pero los mismos no están en el plan de manejo de la cavidad; ni siquiera se conocen sus resultados”.

También manifestó sus reservas sobre cuestiones epidemiológicas, afirmando que “Argentina se caracteriza por no llevar datos epidemiológicos de males que no sean los más visibilizados como el cólera, el chagas o el dengue. En el tema nuclear, no hay datos oficiales que permitan relevar el mapeo de efectos en la salud de las aplicaciones de la energía nuclear en el país. Las afirmaciones de inocuidad carecen de sustento ya que no hay datos epidemiológicos que las sostengan”. Sobre el particular remarcó que “Malargüe no escapa a la regla: tampoco hay aquí ningún tipo de seguimiento sistemático y profesional de las dolencias en la población desde su convivencia con el material radiactivo; fuentes consultadas señalan que los pacientes graves son derivados a la ciudad de Mendoza o a San Rafael, donde existen centros de atención de alta complejidad, por lo cual sus historias clínicas y los registros de sus decesos no quedan inscriptos en Malargüe. Poco fiables son, entonces, los escasos e incompletos datos sanitarios disponibles a la hora de aseverar que no existe impacto en la salud de la población por parte de las operaciones de la CNEA en el lugar”.

“La CNEA sigue adelante sin responder voces de advertencia”

La divulgadora científica aclaró que “la CNEA ha sido y es un ente autárquico. Esto significa que, dentro de la órbita del Poder Ejecutivo Nacional, hace y se audita a sí misma, a través de la ARN y, hace años, del CALIN a la hora de proyectar nuevas centrales. Si bien los trabajadores del encapsulamiento de residuos nucleares en Malargüe manifiestan ser auditados de modo regular por una rama de la UNC, sería auspiciosa la realización de auditorías del exterior, de la AIEA o de consultorías privadas, para realizar un cabal diagnóstico de las obras y de los impactos en el ambiente y la salud de las personas a lo largo de los años de trabajo ya transcurridos”.

Sobre la seguridad de los propios empleados de la CNEA, la periodista dijo que “permanece en mí una inquietud: la CNEA, a través de sus atentos empleados en la planta, asegura la máxima seguridad e inocuidad del proceso y los futuros resultados en el encapsulamiento de residuos radiactivos en Malargüe. La misma CNEA asegura la viabilidad de Atucha II en construcción contigua a Atucha I, Lima, Partido de Zárate, Buenos Aires, siendo que su diseño es anterior a los drásticos cambios tecnológicos que se aplicaron post accidente de Chernobyl (1986, Ukrania). De hecho, una auditoría de la ARN realizada al proyecto Atucha II concluyó con el llamado de alerta por el perimido diseño de la central y la observación de que sería negada la autorización de funcionamiento si no se adecuaba a las nuevas normas y condiciones internacionales post Chernobyl. El PEN siguió adelante con la obra, desestimando el alerta de los técnicos de la propia ARN”.

Sobre este punto señaló que “solicité seis veces consecutivas y una séptima, a través de un pedido de pronto despacho, una nota con la ARN para que explique cómo se continúa adelante a pesar de sus advertencias realizadas a través de un memorando. A la fecha, han pasado 14 meses y no me ha sido concedida la entrevista que podría disipar algunas dudas. El periodismo especializado percibe, en general, que cuando alguien de la órbita del plan nuclear emite una opinión adversa a los procederes de sus comisiones o centros de investigación, luego es imposible obtener alguna otra declaración sobre el tema, como si un silencio forzoso fuese quizás impuesto sobre el que tuvo el desliz de opinar en contra de las políticas oficiales sobre energía nuclear”.