La mina de Panguna cesó sus operaciones en 1989, pero los residentes locales insisten en que sigue contaminando los ríos con cobre y afecta a la salud de los habitantes. Se trata de la mayor mina de cobre a cielo abierto del mundo.
Fuentes: Ámbito y RT
La multinacional de minas Río Tinto aceptó evaluar el legado medioambiental y humano del gigantesco lugar de extracción de recursos minerales de Panguna, en la isla de Bougainville en Papúa, acusada, entre otras cosas, de eludir su responsabilidad de limpiar los desechos tóxicos.
La empresa angloaustraliana informó que abrirá una investigación sobre la mina de cobre y oro, que estuvo en el centro de la sangrienta guerra civil en Bougainville en las décadas de 1980 y 1990, y continúa, según los habitantes de la zona, contaminando los ríos vecinos más de tres décadas después de su cierre.
La compañía minera Rio Tinto ha llegado a un acuerdo con las partes interesadas de la comunidad de Bougainville (Papúa Nueva Guinea) para revisar los impactos medioambientales nocivos y las posibles violaciones de los derechos humanos en el yacimiento de cobre de Panguna que gestionó hace décadas.
El paso se da en respuesta a la demanda de 156 residentes de Bougainville que, representados por el Centro Legal de Derechos Humanos de Australia (HRLC), denunciaron en septiembre de 2020 que la enorme cantidad de residuos de la antigua mina —en su momento, de propiedad mayoritaria de Rio Tinto— sigue teniendo graves repercusiones sobre el medioambiente y los derechos humanos, poniendo en peligro la vida de las comunidades locales.
Siendo una de las minas de cobre más grandes del mundo, Panguna vertió más de mil millones de toneladas de residuos a los ríos Jaba y Kawerong durante sus operaciones entre 1972 y 1989. Era de gran importancia para la exportación de Papúa Nueva Guinea, pero los residentes de Bougainville se sintieron privados de los beneficios del negocio y argumentaron que la mina solo les trajo contaminación. El conflicto provocó el cierre de la mina y dio lugar a una brutal guerra civil.
Actualmente, a lo largo del valle de Jaba y Kawerong viven entre 12.000 y 14.000 personas, según estimaciones del Centro Legal de Derechos Humanos de Australia, cuyos representantes documentaron en 2019 y 2020 la contaminación por cobre en los ríos locales, con los residuos extendiéndose por casi 40 kilómetros en el caudal hasta la costa.
“Nuestros hijos enferman por la contaminación y las comunidades que se encuentran río abajo están siendo inundadas por los residuos de la mina. Algunas personas tienen que caminar dos horas al día sólo para conseguir agua potable. En otras zonas, los lugares sagrados de las comunidades se están inundando y destruyendo”, contó una activista.
Rio Tinto todavía no se ha comprometido a financiar los trabajos de la limpieza y el saneamiento de la mina, pero pese a que no ha tenido acceso a Panguna desde 1989, su director general se muestra consciente de la importancia de asumir la responsabilidad por las acciones del pasado de la empresa que ahora encabeza.
“Nos lo tomamos muy en serio y nos comprometemos a identificar y evaluar cualquier implicación que hayamos podido tener en impactos adversos, de acuerdo con nuestros compromisos externos en materia de derechos humanos y medioambiente, y con las políticas y normas internas”, aseguró Jakob Stausholm en declaraciones recogidas por Australian Mining.
Los daños ambientales causados y el nulo beneficio económico para los pobladores locales desataron fuertes enfrentamientos entre el ejército y los rebeldes secesionistas. La guerra civil que siguió causó 20.000 muertos y sigue siendo el conflicto más sangriento en el Pacífico desde la Segunda Guerra Mundial.
El costo de la limpieza de área se estima que sea u$s1.000 millones.