La localidad catamarqueña de Fiambalá es un caso testigo de la minería de litio, con la empresa china Zijin como protagonista. La compañía y el gobierno provincial organizaron una “charla informativa” sobre una nueva etapa de exploración y sus impactos. Crónica de una jornada que desnudó la defraudación de una población ante las promesas extractivas. El litio como un capítulo más del colonialismo.

Por: Horacio Machado Aráoz (*)

Foto de portada: Zijin Mining

Desde Fiambalá, Catamarca

El Ministerio de Minería de Catamarca organizó en Fiambalá una “Charla técnica informativa participativa” sobre una nueva etapa de exploración del proyecto Tres Quebradas bajo control de la minera china Zijin. El objeto de la misma era, supuestamente, el de dar a conocer los resultados de la actualización del Informe de Impacto Ambiental (un documento de casi 400 páginas que no está directamente disponible en la página oficial y cuyo resumen ejecutivo de 31 páginas se distribuyó horas antes de la “charla”).

La reunión, que estaba programada para el miércoles 21 de mayo a las 17 horas, comenzó pasadas las 18. El salón de la escuela secundaria N° 17 estaba abarrotado. Durante las dos primeras horas los más de trescientos vecinas y vecinos de Fiambalá tuvieron que escuchar exposiciones genéricas que estaban muy lejos del foco de interés: desde funciones y competencias del Ministerio de Minería y descripciones geográficas de la propia región hasta definiciones de manual sobre conceptos relativos a “higiene y seguridad industrial” y presuntas normas de procedimiento de la empresa. Ésta, sugestivamente, repartió caramelos, botellitas de agua mineral y lentes de seguridad.

Pese al título oficial, la actividad tuvo poco y nada de “informativa”; mucho menos de “participativa”. Se trató más bien de un evento deliberado en el que las autoridades de la Provincia y la plana mayor de Zijin convocaron a la población para fingir demencia públicamente.

Foto: Zijin Mining

Las autoridades de Minería pretendieron fingir que, en Fiambalá, hubo “información previa”; que sus pobladores fueron debidamente informados, en tiempo y forma, sobre las condiciones, características, envergadura del proyecto minero 3Q y sobre los costos e impactos socioambientales que trae aparejados. También fingir que hubo consulta y consentimiento. Fingir que el proyecto tiene “licencia social”.

En la ritualización ficcionalizada, la comunicación es reemplazada por la propaganda. Slogans como “puertas abiertas” y “transparencia” ocluyen, en realidad, ocultamientos de información estratégica, mentiras, promesas incumplidas e incumplibles; incluso, amenazas y prácticas extorsivas. La coerción, abierta o velada, y el engaño vil son la materia prima a través de la cual la minería fabrica su “licencia social”.

La población ya sabe de estos manejos. Lo que prima es la desconfianza; la certeza sobre el engaño. “Esto es una trampa”. “¿Para qué vamos a ir, si nunca informan sobre lo que realmente importa ni nos contestan las preguntas?”. “Sólo quieren sacar la foto y después decir que ‘nos consultaron’”… Escuchamos momentos previos a la convocatoria. Sin embargo, primó el hartazgo. La concurrencia masiva de la población estuvo movilizada por el malestar y la indignación. La gente no fue a “informarse”, sino a expresar su disconformidad; incluso, entre quienes tienen negocios con la minera.

Tras soportar dos horas de exposiciones inconducentes y abstractas, se abrió el espacio para “las preguntas de los participantes”.

Algunas de las voces de los vecinos y vecinas: “Quiero saber si esta nueva etapa de exploración se va a realizar en el marco del RIGI (Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones) y quiero saber por qué la Provincia adhirió a un régimen que prioriza el agua para estas explotaciones, relegando las necesidades básicas de la población”. “Quiero saber si la empresa minera ha pagado la multa que la Justicia le ha impuesto por evasión y fraude fiscal en sus operaciones comerciales”. “Quiero saber cuál es el impacto global del proyecto sobre el balance hídrico de la cuenca del Abaucán”. “Quiero saber por qué nos vienen a consultar recién ahora, cuando hace años que la empresa está acá y hace lo que se le antoja”.

Foto: Zijin Mining

Preguntas sin respuestas

Como investigador del Conicet —que estudia este proyecto—, hice cuatro preguntas puntuales: 1- ¿Cuál es la situación jurídica del predio de 671 hectáreas donde está emplazada la planta de procesos de Zijin que el Municipio de Fiambalá “cedió” a la empresa? 2- ¿Cuántas perforaciones tiene la empresa y qué cantidad de agua está extrayendo de Fiambalá? 3- ¿Cuál es el consumo energético global por tipos de fuente que está consumiendo la empresa en el conjunto de sus operaciones? 4- ¿Qué volúmenes y tipos de residuos y efluentes está generando la empresa en sus actividades actualmente y qué plan de manejo tiene sobre los mismos?

Por supuesto, ninguno de los interrogantes planteados fue respondido fehacientemente. Prometieron enviar las respuestas por correo electrónico.

Con la puesta en escena, los funcionarios de Minería pretendían que los “participantes” le siguieran el juego de ignorar la realidad y “agachar la cabeza”. Pero eso no sucedió. “Somos un pueblo que ha sido entregado. Ahora somos una zona de sacrificio en mano de los chinos”, planteó un docente local de larga trayectoria. “El resumen que repartieron dice que el 76 por ciento de los impactos son negativos y sólo 24 por ciento son positivos. Ellos dicen que el 46 por ciento de los impactos negativos son compatibles… Claro, compatibles con sus ganancias”, dijo otro poblador.

La maniobra gubernamental para jugar a las apariencias de “la información y la participación” no resultó a los objetivos oficiales. La población tomó la ocasión para manifestar su indignación. Al final del juego, las autoridades seguían fingiendo demencia. Permanecían impávidas ante la sucesión de críticas y reclamos.

Otras voces que resonaron: “Sabemos que el 70/30 (por la proporción de empleos locales comprometidos) no se cumple. Sólo 117 de los 580 empleados son fiambalenses”. “¿Qué ha pasado con los ácidos derramados en el camino al Pissis? ¿Qué medidas de reparación han aplicado?”.

La “moderadora” oficial respondía cada vez con más frecuencia: “Eso no está en el temario; le pedimos al público que se ciña a preguntas sobre el informe actual”. Por momentos la confusión era tal que el propio staff de Zijin respondía por cuestionamientos que debía responder el Ministerio de Minería como organismo de contralor.

La flamante funcionaria del área de Minería del Municipio decía “sabemos que hay cosas que se han hecho mal, pero estamos trabajando para mejorar”. El nuevo Intendente (Raúl Úsqueda) ni siquiera estuvo presente en la reunión. Al final, entre desesperada y desbordada, la secretaria de Desarrollo Minero de la Provincia (Teresita Regalado) intentó en vano que el CEO de Zijin prometiera que iba a tomar más empleados nativos de Fiambalá y lo instaba a firmar un convenio más con el IES (Instituto de Educación Superior).

Foto: Liex

Una historia muy antigua y conocida

La política del gobierno parece estar conducida por la ignorancia, la desidia, el cinismo, o una combinación de éstas. Creer que este tipo de explotaciones mineras va a generar desarrollo es, a esta altura de la historia, un acto de supina ignorancia. En sus largas investigaciones sobre la minería transnacional en América Latina, el geógrafo británico Anthony Bebbington concluye así: “Tanto el siglo XIX como el XX han estado plagados de boom mineros cuyos efectos finales no significaron sino el surgimiento de una clase política rentista, la generación de economías de enclave y el irremediable deterioro del medio natural del cual depende la sobrevivencia de una población rural, mayoritariamente campesina y crecientemente empobrecida”En los breves años que tiene la minería transnacional en Catamarca estos son los mismos resultados que tenemos.

En 1969, los economistas y sociólogos Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto caracterizaron a las explotaciones mineras como “economías de enclave”. Un enclave es un territorio sumido en una “forma extrema de dependencia”, donde la economía local queda bajo el control directo del capital externo” y “los grupos dominantes locales se limitan a un papel secundario”; en un enclave “la debilidad de las oligarquías locales es tal que deja a las poblaciones locales desamparadas frente a los sectores externos”.

Desde una perspectiva de ecología política, un enclave es un territorio en el que toda su diversidad socioecológica y su potencial productivo es fagocitado bajo la voracidad de los requerimientos hidro-energéticos de un mega-proyecto extractivo. En Fiambalá, los viñedos, las cabras, los adobes, las lagunas y los flamencos, las artesanas y dulceras, están siendo chupados por una poderosa fuerza extractiva que se come todo para transformarlo en cargamentos de carbonato de litio. Lo que deja a su paso es, como ha sido dicho, “una zona sacrificada”.

Pareciera ser que los profesionales del gobierno y de la minera, que con tantos aires de superioridad y suficiencia pretendían aleccionar a les fiambalenses, no conocen mucho de economía política, de geopolítica ni de historia regional. Peor aún, pareciera que los geólogos que trabajan para las mineras (en el gobierno o en las empresas) no conocen mucho sobre el estado actual de la Tierra, ni sobre las implicaciones de la edad geológica en la que hoy nos encontramos.

Esta gente sigue viendo a la Tierra con una mirada científicamente anacrónica: siguen hablando de “recursos” y sólo piensan en explotar. Para ellos, los salares son sólo una “oportunidad de negocios”. Es claro que un pueblo minero es un pueblo minado.

 

*Investigador del Equipo de Ecología Política, Instituto Regional de Estudios Socioculturales (IRES) Conicet-UNCA.

Publicación original: agenciatierraviva.com.ar/de-ilusiones-a-frustraciones-se-resquebraja-el-relato-minero-en-fiambala