La minería amenaza el 40 % de Aranzazu junto a otros municipios del Departamento de Caldas. Aranzazu es un Municipio colombiano declarado Patrimonio de la Humanidad, territorio cafetero, y sus habitantes han logrado aplazar la Audiencia Pública que pretende aprobar el saqueo.
No son buenas las noticias que últimamente llegan de mi pueblo. Primero fueron las que hacen referencia a la muerte, como consecuencia del contagio con el covid-19, de amigos entrañables. Ahora tienen que ver con la posibilidad de que las tierras de este municipio que producen café de buena calidad sean convertidas en tierras de explotación minera, causando un grave daño ambiental y, por supuesto, poniendo en peligro la tranquilidad que ha caracterizado a este pueblo fruto de la colonización antioqueña, fundado el 9 de noviembre 1853. Dos empresas mineras –Northern Colombia y Minerales Córdoba– aspiran a que la Agencia Nacional de Minería les conceda licencia para hacer actividad extractiva en 8.334 hectáreas entre los municipios de Neira, Aranzazu y Salamina.
Mediante auto GCM número 00063 del 15 de junio de 2021, la Agencia Nacional de Minería convocó a una audiencia pública con participación de terceros para anunciar que seis empresas especializadas en minería hicieron propuestas al Gobierno Nacional para que les otorgue licencias para la explotación en ocho municipios del departamento de Caldas de yacimientos donde es posible que se encuentren oro, plata, cobre, platino, paladio, rutenio, rodio y osmio, minerales esenciales para desarrollar alta tecnología. En Aranzazu esa audiencia estaba programada para el 23 de julio. Afortunadamente, la comunidad fue escuchada, y las audiencias fueron suspendidas. En mi pueblo aspiran a explotar minerales en el 40 por ciento de su territorio.
Un documento de la Agencia Nacional de Minería, donde se dice qué empresas están interesadas en esta búsqueda de yacimientos y, además, qué clase de minerales se pueden encontrar, señala que la concertación para buscar “áreas susceptibles de vocación minera” fue acordada entre la gerente de contratación de esta entidad con el alcalde del municipio de Aranzazu, Lisímaco Amador Cuesta, el 24 de mayo del año en curso. La realización de esta audiencia había despertado en esta población una oleada de rechazo sin precedentes por parte de la comunidad. Todos los pobladores se pronunciaron contra la explotación minera, argumentado que con esta actividad Aranzazu dejaría de ser un espacio donde reina la tranquilidad para convertirse en un lugar donde va a prevalecer la violencia.
No solo a esto le tienen miedo los pobladores de Aranzazu, un municipio que hace parte del Paisaje Cultural Cafetero, declarado por la Unesco como patrimonio mundial el 25 de junio de 2011. Les temen también a la llegada de grupos armados, a las exploraciones a cielo abierto que acaban con la naturaleza, a la contaminación de los ríos con mercurio, a la inseguridad que se apodera del entorno, al crecimiento del consumo de sustancias alucinógenas, al auge que tomaría la prostitución y, desde luego, a la pérdida de su identidad cultural. Con la llegada de la minería este pueblo de arraigadas costumbres paisas, con gente formada en valores, donde casi todos sus pobladores profesan la religión católica, dejaría de ser un remanso de paz para convertirse en zona de conflicto. Así de sencillo.
La noticia sobre la realización de esta audiencia hizo que durante estos días en Aranzazu la gente se manifestara para tratar de impedir su realización. Quienes vienen liderando la oposición a que la minería se tome el pueblo siguen recogiendo firmas para expresar el descontento ciudadano. Rubén Darío Toro, un escritor con conciencia social, y Juan Manuel Salazar Gómez, un especialista en medio ambiente y economía circular, han tomado las banderas para decirles a sus conciudadanos qué les espera en caso de que esta actividad se asiente en este pueblo caldense de clima cálido. Ellos invitan a manifestar su descontento diciéndoles que con la explotación minera Aranzazu dejaría de ser ese poblado apacible del que tan orgullosos se sienten.
La Corte Constitucional les quitó a los ciudadanos la posibilidad de pronunciarse contra proyectos extractivos de minería en sus regiones a través de las consultas populares, aduciendo que el subsuelo es propiedad del Estado. Así las cosas, el ciudadano quedó sin herramientas para impedir que a sus pueblos lleguen las multinacionales a cambiar sus costumbres y a acabar con la convivencia pacífica. Ahora tienen que expresarse rechazando audiencias. Los personeros de los diez municipios de Caldas donde se tenían programadas le pidieron a la Agencia Nacional de Minería que las suspendiera, argumentando que por la situación de orden público las audiencias podrían terminar en actos vandálicos. Esto debido al estallido social que ha vivido Colombia en los últimos meses.
Lo logrado no es para bajar la guardia. Las audiencias fueron aplazadas, pero no canceladas. No se puede aceptar que a nuestro pueblo le cambien su vocación agrícola. Detrás de los proyectos mineros llega la minería ilegal, que viene acompañada de problemas de carácter social. Aranzazu no puede convertirse en otro Buriticá, el pueblo antioqueño donde la explotación minera trajo para sus pobladores tragedias. Para seguir disfrutando los paisajes hermosos que brinda el cultivo del café se debe seguir manifestando el inconformismo con la minería. Y seguir luchando para que esta actividad no acabe con nuestras bellezas naturales. Nuestra naturaleza no debe ser arrasada por la maquinaria que destruye el campo para buscar oro acabando con el agua.
Fuente: EL TIEMPO
JOSÉ MIGUEL ALZATE