La apacible vida de Clodoveo de Jesús Rodríguez, de 78 años, tuvo un giro inesperado cuando llegó a instalarse la minera El Escobal, en el municipio San Rafael Las Flores, Santa Rosa. El terreno de Clodoveo Rodríguez quedó en medio de los predios de la minera. Rodríguez dice que antes el agua abundaba en esta montaña, pero el manantial se secó desde que llegó la minera.
Fuente: diario Prensa Libre
13/03/2012. El terreno donde sembraba cebolla está seco y ya no se puede utilizar. Una malla de metal rodea la manzana y media de terreno donde vive Rodríguez, donde además de sentirse preso le colocaron una puerta con llave.
Sus propiedades quedaron, de manera paulatina, rodeadas por los terrenos de la mina, ahora propiedad de San Rafael, S.A., subsidiaria de Tahoe Resources, pero Rodríguez se resiste a vender porque considera que en esta tierra están sus raíces, ya que la heredó de su familia. Esto le ha significado todo tipo de presiones y dificultades; su parcela ya no tiene fuentes de agua y su salud se deteriora, pero Rodríguez prefiere resistir.
Don Clodo, como todos lo conocen en San Rafael, posee una manzana y media de terreno que ha utilizado para la agricultura, además de la crianza de vacas para su subsistencia.
Desde noviembre del 2011 ya no puede utilizar sus tierras porque no tiene agua para regarlas.
“He recibido presiones de la minera, pero yo aquí nací y aquí me voy a morir. Estas tierras no las vendo, pues son herencia de mis padres”, afirma.
Sin agua
Con una mezcla de tristeza y enojo, don Clodo relata cómo gente de la minera le destruyó un tanque de captación de agua, el cual fue construido por su padre y abuelo, a quien ya no conoció.
“Pero eso no les importó; me hicieron pedazos toda la manguera”, indica Rodríguez, quien además señala que le colocaron una puerta con llave para bloquearle el paso. “Estoy como preso, pues colocaron malla alrededor del terreno”, dice.
El septuagenario relata que el 26 de noviembre del 2011 secaron el nacimiento de agua del cual se abastecía el tanque y que era usada para sus cultivos de riego, para dar de beber a las vacas y para su propio consumo.
Por si fuera poco, culpa a la compañía del deterioro de su salud. “Estoy mal de la vista, tengo tos seca porque todo el día recibo el polvo de los camiones que pasan a cada rato frente a mi casa”, cuenta. “En las noches no duermo porque debo aguantar la vibración de la maquinaria”, dice.
Es el único poblador del lugar, ya que con la instalación del proyecto sus hijos vendieron sus tierras a la minera, pero él se negó. “No tengo más familia aquí, todos se fueron para el pueblo porque ya no aguantaron”, expresa.
Acción y reacción
Kelvin Jiménez, de la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el Racismo, refiere que a finales del 2011 Amnistía Internacional visitó a Rodríguez y constató la situación difícil que estaba viviendo.
De hecho, esta visita fue una acción urgente donde personas de varios países enviaron cartas de protesta a las autoridades guatemaltecas encargadas y al presidente de Tahoe Resources, quien responde negando todos los hechos.
A raíz de estas acciones, la empresa minera le instala a don Clodo un tinaco de cien toneles en su propiedad, para que no le falte el agua.
Han pasado unos dos meses de esto, pero para el anciano la situación sigue difícil, puesto que se queja de que la compañía minera le limita el suministro de agua, la cual le ponen a la hora que ellos deciden, lo cual no sucedía cuando contaba con el nacimiento de agua.
El estudio de impacto ambiental de la empresa minera fue aprobado por el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, a pesar de que la empresa no es dueña de los terrenos de Rodríguez y se incluyeron en el polígono de explotación.
En el estudio se consigna que no hay ninguna persona viviendo a 500 metros de la mina, a pesar de que Rodríguez vive a unos 10 metros de la barda.
Moisés Divas, del Consejo Diocesano de Defensa de la Naturaleza (Codidena), cuestionó la falta de protección del Estado a la persona y familia.
“Pareciera que se favorecen únicamente los intereses de una empresa, que en su proyección de ganancias pretende obtener US$12 mil millones en 18 años, mientras que dejará para Guatemala apenas US$100 millones”, señala. “Los funcionarios hacen piñata los bienes del pueblo, más cuando son recursos no renovables y causan daños irreversibles al ambiente”, refiere.
Diagnóstico
El médico Víctor Hernández le hizo una evaluación a Rodríguez, quien cuenta que siempre fue muy sano.
El diagnóstico fue diabetes y en los ojos tiene esclero-conjuntivitis irritativa severa y problemas respiratorios, además de disminución en la capacidad auditiva.
Dicen que vendió
Roberto Morales, gerente de la minera, afirma que Rodríguez ya les vendió sus propiedades y que no tienen mayor relación con el problema del agua.
“Hasta donde tengo entendido, el terreno donde se encuentra el tanque de agua estaba en un terreno fuera de la propiedad de don Clodoveo y era propiedad de Mario Pivaral, quien hace más de un año nos vendió los derechos”, dice.
Además aclara que el paso nunca le fue bloqueado y que siempre tuvo libre acceso a su terreno en tanto fue de su propiedad.
“El 6 de enero por la mañana se realizó la compraventa del referido terreno y cuando la Procuraduría de los Derechos Humanos se apersonó al lugar, nuestros trabajadores les notificaron que el señor había vendido”, refiere Morales.
“El problema del agua ya fue corregido y a don Clodoveo se le conectó suficiente líquido durante las 24 horas y el área que el está regando actualmente es como de media manzana”, afirma Morales.
En tanto, el polígono delimitado por la minera presentado al Ministerio de Ambiente no incluye los terrenos de Rodríguez, pues claramente se informa que son terrenos que la empresa tiene pendiente adquirir.
Mientras tanto, Rodríguez se resiste a irse y niega la venta de los terrenos. Después de esta entrevista, trabajadores de la minera lo han visitado varias veces para que firme un documento. “No sé qué dice allí, por eso no firmo”, sentencia.