28 de febrero de 2012. El futuro de uno de los activos más preciados de la siderúrgica CSN e inversiones en el sector y en la minería por 9.400 millones de dólares están en manos de nueve consejeros de un pequeño pueblo en el sureste de Brasil.
Ciudadanos de la localidad rural de Congonhas, con 50.000 habitantes, quieren limitar la extracción de mineral de hierro en las montañas que rodean el poblado para proteger su patrimonio arquitectónico barroco y su suministro de agua.
Esto podría retrasar los ambiciosos planes de CSN para ampliar su unidad minera de alta rentabilidad en un momento en que sus rivales están avanzando con programas similares.
Los esfuerzos de la ciudad también amenazarían las esperanzas de CSN de vender con el tiempo una parte de sus minas en la zona en una oferta pública inicial. Esa esperada venta de acciones podría darle a la empresa alrededor de 2.000 millones de dólares.
Los consejeros de Congonhas, una joya colonial en las montañas del estado de Minas Gerais están divididos en una propuesta que establezca límites a la minería en la zona donde CSN extrae mineral de hierro, materia prima clave utilizada para fabricar acero.
Una votación sobre el tema se daría probablemente en marzo.
Una decisión a favor de limitar la extracción de minerales pondría en peligro los planes de CSN de casi triplicar la producción en sus unidades mineras Casa de Pedra y Namisa a 100 millones de toneladas métricas en los próximos años.
La minería es el más rentable de los cinco segmentos de negocios de CSN, dándole márgenes de ganancia superiores al 65 por ciento, a costos competitivos.
Sin embargo, se espera que los precios del mineral de hierro caigan en los próximos años, tras tocar un máximo histórico a principios de 2011.
CSN, que ha destinado unos 9.400 millones de dólares para construir una fábrica de acero y dos plantas de pellets en la zona, ha estado cabildeando intensamente en contra de la presión por más estrictos límites a la minería.
Pero las cosas no pintan bien para el conglomerado con sede en Sao Paulo, cuyo director ejecutivo, Benjamin Steinbruch, es uno de los líderes empresariales de Brasil más conocidos.
Casa de Pedra, que tiene reservas de 3.500 millones de toneladas de mineral de hierro de alta calidad, también tiene un sistema integrado de trenes y un sistema logístico que sirve a los molinos de CSN en el estado de Río de Janeiro y a otros clientes.
Cuatro consejeros de la ciudad entrevistados por Reuters ya han comprometido su apoyo a limitaciones más duras a la minería en la zona. Otros dos dijeron que estaban indecisos y otro dijo que iba a respaldar una solución negociada. Los esfuerzos por conseguir la opinión del octavo consejero fueron infructuosos.
Eduardo Matosinhos, quien encabeza el consejo, está en contra de la imposición de los límites. En el caso de un empate, Matosinhos puede emitir el voto decisivo.
“Si no aprobamos (los planes de CSN), cualquier inversión por parte del CSN se derrumbará”, dijo Matosinhos.
Los ciudadanos de Congonhas aseguran que su suministro de agua de la ciudad y su arquitectura colonial se encuentran en riesgo debido a una mayor actividad minera.
CSN dijo que había “mantenido un diálogo sólido y transparente con la ciudad de Congonhas y su consejo sobre el tema de Casa de Pedra”.
El plan de inversión “busca un equilibrio entre la protección del medio ambiente y las actividades mineras, que han sido una fuente de desarrollo (en la región) por más de cien años”, dijo la compañía.
Poco a poco, las firmas deseosas de aprovechar las enormes reservas de mineral y otros metales de Congonhas la han despojado de las montañas que la rodean.
Consultada sobre los efectos ambientales de sus operaciones, la firma CSN dijo que era difícil de “medir el impacto a largo plazo de cualquier plan de la minería”.
Congonhas floreció durante el auge del oro de los siglos XVI y XVII, lo que avivó el comercio y, a su vez, la construcción de iglesias barrocas, enormes casas de campo y almacenes por parte de los colonizadores portugueses que controlaban Brasil en esa época.
(Escrito por y reporte adicional de Guillermo Parra-Bernal; Editado por Mónica Vargas)