Han pasado cinco años desde el desastre nuclear de Fukushima y el edificio del reactor número 3 en la planta nuclear sigue siendo una maraña de hormigón y metal. Casi 18.000 personas murieron a lo largo de la costa noreste de Japón tras el terremoto y el tsunami del 11 de marzo 2011. Otras 160.000 fueron obligadas a abandonar sus hogares como consecuencia de las medidas de emergencia para reducir la exposición de la población a la radiación. Hoy por hoy, ¿sigue Fukushima estando en peligro?
Fuente: La Vanguardia
“Todo está bajo control”, “los niveles de radiactividad han disminuido”, “la planta es estable”… El gobierno japonés se esfuerza por aparentar normalidad, pero ¿es segura la zona?
“Durante los últimos cinco años, los niveles de radiactividad han disminuido significativamente y ahora podemos decir que la planta es estable”, ha declarado Akira Ono, superintendente de la central administrada por la compañía eléctrica Tepco, cuyos vértices serán juzgados bajo el cargo de homicidio culposo por negligencia profesional.
El 9 de febrero pasado se completó la construcción de una pared de hielo subterránea de más de 1.300 metros alrededor de los edificios que contienen a los cuatro reactores. El propósito era congelar el suelo y evitar que el agua subterránea se filtrara hacia dentro y se contamine. Los responsables de Tepco esperaban que el muro pudiera activarse ya el próximo mes, pero la autoridad de supervisión nuclear japonesa ha bloqueado el proyecto, argumentando que el riesgo de fugas es todavía demasiado alto. Todo lo que rodea Fukushima Daiichi sigue en peligro.
El proceso de descontaminación
Las tareas para limpiar la zona son titánicas. El gobierno ha asignado a la reconstrucción cerca de 26 billones de yenes (200 mil millones de euros) y tiene previsto completar la descontaminación de todas las áreas de riesgo para el año 2021. El procedimiento prevé tres procedimientos con la tierra contaminada: Removerla, sustituirla o lavarla con chorros de agua de alta presión. Estas técnicas reducirían las radiación presente aproximadamente un 70%, según la Agencia japonesa para la energía nuclear. No obstante, la fundadora de la asociación contra el nuclear 3A, Tokiko Noguchi (más conocida como las madres de Fukushima), está convencida de que “ellos quieren que pensemos que todo está resuelto, pero las sustancias peligrosas siguen ahí”.
Más de 19 millones de metros cúbicos de suelo contaminado han sido encerrados en grandes bolsas de plástico y almacenados en los campos de la zona. Más de 700 de estas bolsas, sin embargo, fueron barridas durante las inundaciones del año pasado y en algunos casos acabaron en ríos a más de 160 kilómetros de distancia.
“Ellos quieren que pensemos que todo está resuelto, pero las sustancias peligrosas siguen ahí”
LAS MADRES DE FUKUSHIMA
¿Vertederos bajo del mar?
Japón no tiene vertederos para residuos nucleares y existe una fuerte oposición a colocar el material contaminado en el territorio. Por esta razón, entre las opciones barajadas por el Gobierno está también la de construir de un vertedero en el subsuelo marino, a unos 12 kilómetros de la costa de Fukushima, conectado a la tierra por un túnel. Muchos activistas y hasta simples pescadores se oponen firmemente al proyecto, debido a la sismicidad de los fondos marinos y el consiguiente riesgo de contaminación del agua.
Múltiples han sido los intentos de Tepco para controlar la situación, múltiples han sido también sus fracasos. Tratando de refrigerar cientos de toneladas de combustible fundido en la central, la empresa ha producido hasta ahora más de 1,4 millones de toneladas de agua radiactiva. ¿Que hacer con ella? Tras el desastre, el agua fue almacenada en tanques herméticos, pero en varias ocasiones se filtraron miles de litros altamente contaminado en el mar. Los expertos estiman que se tardarán al menos 300 años para que desaparezca la radiactividad liberada en el Océano Pacífico después del accidente.
Miles de bolsas de plástico llenas de tierra y restos radioactivos| EFE/Franck Robichon
Las opciones
Existen varias vías para eliminar el agua contaminada: remover el tritio (el isótopo radiactivo) antes de que el agua llegue al mar, dejar que se evapore, o empujarla a gran profundidad. Un equipo de expertos del gobierno japonés aún está considerando qué opción elegir, cuál de ellas es la menos mala.
Sin embargo, el problema más grave es el del combustible nuclear fundido que queda en los tanques de contención dentro de los reactores. El área de la planta es tan peligrosa para el ser humano que para trabajar en ella se usan robots y para eliminar el combustible de forma segura se necesitarán décadas.
La difícil vuelta a casa
Casi 120.000 personas que vivían en Fukushima y sus alrededores en el momento de la catástrofe aún están lejos de sus hogares. Muchas familias han tenido que separarse, con padres que han enviado a sus hijos lejos y en lugares seguros y ellos que se han quedado en la zona para trabajar. 24.000 personas aún viven en estructuras prefabricadas para las personas desplazadas.
El pasado mes de septiembre, el gobierno levantó la orden que en 2011 obligó a evacuar a todos los 7.400 residentes de la ciudad de Naraha, a unos 16 kilómetros de la planta de Daiichi y el primero de siete municipios desalojados por completo. Sin embargo, sólo 100 de las casi 2.600 familias han regresado. ¿Por qué? Por miedo.
La ciudad sigue sin una clínica médica y un centro comercial se abrirá en 2016. Los residentes se mueven con medidores para comprobar sus niveles de radiación. Los habitantes de Tomioka, aún más cerca de la central, podrán regresar en 2017, mientras que en el verano de 2013, a unos 20 kilómetros del desastre, Miyakoji fue el primer distrito de la zona de exclusión declarado descontaminado. Con todo esto, un estudio de la Agencia japonesa para la reconstrucción ha revelado que menos del 20% de los desplazados quiere volver a sus hogares y que muchos ya han comprado una casa en otro lugar.
El retorno a la energía nuclear
Después de Fukushima, todos los 51 reactores nucleares de Japón fueron apagados gradualmente. El último se mantuvo en funcionamiento hasta mayo de 2012, cuando, por primera vez en 42 años, el país quedó sin energía nuclear. En 2015 se volvió a abrir la central de Takahama, construida sobre una falla activa y donde ya se ha encontrado un charco de agua contaminada. Sin embargo, según el primer ministro, Shinzo Abe, ahora “todo está bajo control”.
Cientos de contadores geiger llenan la región afectada para controlar los niveles de radiación | Reuters/Toru Hanai
En agosto volvió a operar también la central de Sendai, en el sur del archipiélago. “El reinicio de las centrales nucleares confirmadas como seguras es importante para nuestra política energética”, dijo el portavoz del gobierno. Las encuestas, sin embargo, indican que la mayoría de la población está en contra de ello, ya que todo el mundo conoce bien la inquietud de Namazu, el pez siluro gigante que, según la leyenda, se encuentra debajo del archipiélago japonés y que con el movimiento de su cola provoca los terremotos.