Aratirí renovó su apuesta para la extracción de hierro a cielo abierto en Uruguay con la presentación de un nuevo EIA, pero, a pesar del mayor esmero en el maquillaje, es imposible esconder los perjuicios del proyecto, que se extenderían por más de 80 años, sobre suelos, aguas superficiales y subterráneas, con el agregado de un emisario submarino para descargar efluentes en el océano.
Por Víctor L. Bacchetta
07/11/2011. Zamin Ferrous (Aratirí) presentó, el 13 de octubre último, a la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) su segundo Estudio de Impacto Ambiental (EIA) con vistas a obtener la Autorización Ambiental Previa (AAP) que la habilitaría a iniciar la extracción de hierro a cielo abierto en Valentines. El primero había sido rechazado en mayo por la Dinama por razones de forma y contenido. El nuevo EIA es una joya literaria por la terminología utilizada para disimular la magnitud de los impactos sociales y ambientales del proyecto.
“Gestión sustentable”, “proteger y minimizar”, “manejo apropiado”, impacto “no significativo” o de “significación moderada”, nunca significativo, son términos que se reiteran a cada paso en el nuevo EIA para dar la idea de que va a estar todo bajo control. En el primer informe se reconocía la condición “permanente”, “irreversible” e “irrecuperable” de muchos de los impactos, lo que contribuyó a condenarlo como propuesta aceptable. ¿Qué pasó ahora? ¿Se modificaron las actividades? No, sólo usan un lenguaje menos explícito.
Aún así, resulta imposible ocultar una serie de hechos duros de la operación minera a cielo abierto. Sin pretender ser exhaustivos, vamos a dar algunos ejemplos de procedimientos y componentes del proyecto minero en donde se evidencian impactos y consecuencias de largo plazo sobre el ecosistema, con claros efectos económicos y sociales.
El suelo fértil y el subsuelo
Para llegar a la roca donde se encuentra el yacimiento mineral, es necesario sacar primero la capa de suelo fértil que la cubre y que es el sustento de la actividad productiva, agrícola y ganadera, y de la vida humana, animal y vegetal en la superficie terrestre.
El EIA reconoce en la zona del Complejo Minero “una alta diversidad de tipos de suelos, el 20% de los suelos están dedicados al uso agrícola, el 78% al pastoreo y la forestación y el 2% es vegetación natural”. Y agrega: “La calidad ambiental del suelo es generalmente muy buena, con bajas concentraciones de contaminantes”. Estas afirmaciones desmienten las de algunos partidarios vocacionales de la minería que han dicho públicamente que en la zona donde se instalaría Aratirí “no hay nada” o que esos suelos son “muy pobres”.
Según el proyecto minero, esta capa de suelo será retirada y conservada para ser devuelta a su lugar original al final de la explotación. El EIA afirma que “la afectación del suelo se mantendrá a lo largo de la explotación minera para finalmente ser remediado en la fase de cierre”. El informe es muy vago en cuanto a los cráteres, los depósitos de estériles y el embalse de relaves. Apenas comenta que, “en general, el subsuelo será devuelto al área excavada. Sin embargo, en algunas áreas será necesario retirar el subsuelo”.
La respuesta sobre el destino de los cráteres se encuentra más adelante al referirse a los impactos sobre el agua superficial, donde dice que “el llenado de las minas puede llevar hasta 80 años”. Esta afirmación cuestiona muchas presentaciones públicas del proyecto hechas hasta ahora en donde se sostenía que los cráteres serían rellenados. En la mayor parte de las minas similares existentes en el mundo, los cráteres no vuelven a su estado original, son simplemente abandonados y el suelo fértil no se restablece.
El EIA no deja dudas e incluso reconoce que al final de ese lapso, la calidad del agua puede todavía no ser apropiada para volcarla en los cursos de agua del lugar. “Con posterioridad a este período de 80 años, una vez que las minas se hayan llenado, el exceso de agua se verterá en las aguas superficiales ubicadas aguas abajo”, explica, pero advierte: “debido a que la calidad del agua descargada de las minas podría ser de calidad inferior a la línea de base, será necesario realizar un monitoreo y mayores investigaciones” (sic).
Manejo de aguas superficiales
No es necesario abundar en la importancia de los recursos hídricos sobre la vida en general y sobre la actividad social y económica en particular. Vamos a seleccionar unos fragmentos del EIA de la minera donde se reconocen impactos de significación y no sólo durante las actividades de extracción, sino también después, o sea, el legado posterior.
En el informe de la consultora canadiense EcoMetrix Graduated (Anexo G.4 EIA Calidad y cantidad de agua superficial y agua subterránea, biota acuática y biota terrestre) se dice:
“Dado que las actividades de la mina tienen la posibilidad de afectar la calidad del agua de superficie aguas abajo en el Río Yí y el Arroyo de Las Palmas se requiere aplicar las mejores prácticas de gestión. La infiltración proveniente de las pilas de estéril representa una fuente potencial de arsénico, níquel y zinc con niveles que superan las normas de calidad de las aguas de superficie previstas en el Decreto 253/79, lo que hace necesario su manejo. Los residuos de las voladuras en la mina podrían representar una fuente de amoníaco y nitrato, y las actividades en toda el área minera podrían derivar en niveles elevados de sólidos totales suspendidos, lo que también debe ser manejado”.
¿Cuáles son las medidas de prevención y mitigación propuestas ante estos impactos? El EIA incluye una lista de buenas intenciones: gestión sustentable del recurso hídrico a fin de minimizar la cantidad de agua de reposición y de descarga; proteger la calidad del agua y minimizar la posible liberación de aguas afectadas; desarrollo de planes apropiados de gestión ambiental, etc. Dentro de la gestión, se propone, por ejemplo:
“Reuso y reciclaje de aguas, donde sea posible, incluidas aguas de infiltración, drenaje de las minas, sobrenadantes de la represa de relaves, aguas residuales domésticas, agua de retorno y agua de proceso”. (…)
“Desvío de aguas pluviales de tierras no perturbadas en torno a las áreas perturbadas, y desvío de aguas pluviales de áreas perturbadas a lagunas de sedimentación”. (…)
“Recolección y reciclaje de aguas de infiltración en origen, incluida infiltración proveniente de las pilas de estéril y de las represas de relaves y agua bruta”(sic).
Es muy difícil de imaginar solamente la obra de ingeniería necesaria para recoger y reciclar las aguas de infiltración de una de las montañas de roca estéril, con unas dimensiones de 200 hectáreas de base y 100 metros de altura, o de la represa de relaves, que según el proyecto tendría una superficie de 2.400 hectáreas y 50 metros de altura.
Al final, el emisario submarino
Todo este arte de la decoración ambiental culmina con una frutilla en el medio de la torta. La última medida de prevención y mitigación es: “Emisario (ubicado a lo largo del puente en la Terminal Portuaria) y difusor costa afuera para descargar los excedentes de agua de la represa de agua bruta al océano”. O sea, pese a todos los loables esfuerzos de gestión sustentable, de protección y minimización, terminan tirando el agua sucia al océano.
“Las principales fuentes de contaminantes provenientes del cierre de la mina incluyen el excedente de agua en las minas y la represa de agua bruta, la infiltración de las pilas de estériles, y el sobrenadante de la represa de relaves”, dice el EIA. Durante la operación de las minas, tratarán de derivar las aguas contaminadas hacia la represa de agua bruta y, al final, la represa de agua bruta será vaciada y la descarga se derivará al océano o al arroyo Conchillas “si su calidad cumple con lo que dice la normativa” (sic).
El concepto “científico” que subyace en esta idea es que el océano es inmenso y absorbe cualquier cosa. Y que los habitantes de la costa no se van a enterar de lo que salga por ese caño, siempre que las corrientes y los temporales no les jueguen en contra. Aunque, quizás Aratirí forma parte, secretamente, de esos controvertidos proyectos de geoingeniería en el mar abierto que están probando la fertilización del fitoplancton con hierro como medio para absorber dióxido de carbono y reducir los efectos del calentamiento global…
Más allá de servir como reconocimiento último de que la extracción de hierro a cielo abierto en Valentines tiene problemas de contaminación incontornables, la propuesta de construir un emisario submarino en la playa de La Angostura para eliminar los efluentes es tan poco seria como la propia terminal portuaria, ya que ambos proyectos se basan sólo en modelos matemáticos y no han hecho hasta el momento estudios físicos en la zona.
¿Quién puede creer que el agua residual del mineroducto será devuelto a Valentines, como proponían en el proyecto original, hablando de “ciclo cerrado” del agua, si planean tener en la costa otro caño para lanzar directamente al mar las aguas contaminadas?
Control de aguas subterráneas
“Dado que la infiltración procedente de las pilas de estéril puede tener una calidad inferior a la de la línea de base y podrían constituir una fuente potencial de metales de traza, será necesario realizar acciones de monitoreo y pruebas durante la fase operativa y de cierre a fin de evaluar la calidad de las aguas de infiltración”, dice el EIA al referirse a los posibles impactos sobre las aguas subterráneas. Consideraciones semejantes son hechas con respecto a la infiltración proveniente de las represas de relaves y de agua bruta.
En ambos casos, la conclusión es: “Se realizarán mayores investigaciones para cuantificar los efectos potenciales en la calidad del agua subterránea”. En buen romance, esto quiere decir que es impredecible y que verán sobre la marcha qué es lo que sucede.
“Si tiene lugar un impacto localizado en la calidad del agua subterránea, sin medidas de mitigación adicionales el impacto sería moderadamente significativo. Con medidas de mitigación adicionales, tales como el monitoreo de la calidad del agua subterránea y el suministro de una fuente alternativa para el abastecimiento de agua para los residentes afectados, se estima que el impacto no será significativo”(sic).
Como quien dice, ¡todo bajo control!
Víctor L. Bacchetta