Treinta comuneros llegaron desde Apurímac a comienzos de marzo y se han instalado en los exteriores de la Defensoría del Pueblo para reclamar un diálogo con la empresa.
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Fuente: Perú 21
Un hombre es cargado en brazos por cuatro de sus compañeros. No dice nada, hace uno que otro gemido, apenas puede mantenerse en pie. Los jóvenes que lo acompañan no lo dejan caer, lo sujetan mientras un cuarto detiene un taxi. “Hasta el Hospital Dos de Mayo”, pregunta, mientras cuenta las monedas de su bolsillo.
Mario Criollo no aguantó. Es su décimo día en huelga de hambre y sus labios lucen resecos. Parece salir de un sueño, sus ojos apenas se abren. Su polo amarillo suda chorros de agua y el blue jean luce desaliñado. Este apurimeño es uno de los 10 comuneros que iniciaron esta cruda medida de protesta el 28 de marzo pasado contra uno de los más importantes proyectos mineros del país: Las Bambas.
Pero el cuerpo no entiende de reclamos. Mario abandona hoy el ayuno. Es llevado de emergencia al hospital Dos de Mayo. La deshidratación fue su principal enemigo. Sus compañeros continuarán la protesta. Permanecerán exigiendo a la afueras de la Defensoría del Pueblo, en el Centro de Lima, donde se han instalado desde hace más de un mes.
PROTESTA MAYOR
Pero la manifestación en Lima forma parte de una huelga mayor. En Apurimac, en estos momentos, centenares de campesinos de 47 comunidades de la provincia de Cotabambas protestan contra el proyecto minero Las Bambas, ejecutado por la empresa MMG. La medida de protesta va camino a radicalizarse y es la continuación de una realizada en setiembre, la cual ocasionó 4 muertos.
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Los motivos son varios, pero se agrupan en los cambios lamentables de sus modos de vida desde que la minera de cobre inició operaciones en la provincia de Cotabambas: la contaminación de sus ríos, del suelo y aire ha ocasionado que sus animales mueran, que la tierra no produzca y que los recursos escaseen.
Pero su mayor pedido se resumen en dialogar con representantes de las minera.
CAMINO A LIMA
En forma paralela a la protesta en Apurímac, 30 comuneros decidieron llegar a Lima. “Allá encontraremos justicia”, imaginaron. Con bultos a sus espaldas, iniciaron el camino a pie el pasado 5 de marzo y tras 8 días de recorrido llegaron a la capital. Sin embargo, la continuación de sus lamentos estaría por seguir.
“Llegamos con la idea de que aquí nos harían caso. Hemos ido a la PCM, Ministerio de Energía y Minas, a la sede de MMG, pero no hemos encontrado verdadero apoyo. Nos escuchan, nos reciben pero no nos han dado soluciones concretas”, explica, María Ccoropuna, otra de las manifestantes, con una indignación tallada en los ojos.
Al llegar, se instalaron a las afueras de la Defensoría del Pueblo, en el Centro de Lima. La pequeña plaza afuera de la institución se ha convertido en su centro de operaciones mientras exigen un diálogo con las autoridades.
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María Ccoropuna es presidenta de la comunidad de Chuycuni. Su asociación no firmó nunca con la minera, pero si ha resultado afectada directamente. “En el río Challhuahuacho había, ranas, truchas y otros peces. Todos han muerto porque el agua se ha secado”, explica sobre uno de los afluentes que recorría su comunidad.
Américo Quispe es otro de los protestantes. No pudo participar de la huelga de hambre porque tiene el encargo de hacer las gestiones para encontrar una solución. Cuenta que extraña a su pequeña, a la que dejó en la comunidad de Ccasa por viajar a Lima.
Este joven también grafica uno de sus reclamos. “Las máquinas del proyecto levantan a diario una enorme polvareda. Estos desechos terminan asentándose en los pastos de los cerros, que a su vez sirven de alimento para los animales. Ellos lo comen y terminan muriéndose”, explica.
APOYO
María sonríe un poco al contar que en los últimos días varios grupos de jóvenes les han llevado víveres para sobrevivir en Lima por unos días. Bidones de agua se ve en el lugar que está repleto de mantas, maletas, pancartas y frazadas. Una carpa también se ha levantado y sirve de almacén de los recursos recogidos.
Mientras María cuenta sobre el apoyo recibido, un congresista despistado pasa por el lugar. Pide el servicio a un lustrabotas mientras pregunta sobre la protesta. Tras conversar por unos segundos con unos transeúntes se acomoda el saco y se va. Continúa su camino a su oficina congresal.
Aparte del rechazo habitual, la solidaridad de la gente también se ha visto en la recolectas de dinero, indican María y Américo.
Los huelguistas indican que han recibido apoyo de la Defensoría del Pueblo. A través de su Oficina para la Prevención de Conflictos Sociales, la institución gestionó una reunión llevada a cabo ayer con representantes del Ministerio de Energía y Minas. Aunque no fue del todo productiva, debido a las restricciones puestas —se quejan—, sirvió para dar pie a un diálogo que esperan que traiga buenos frutos.
Por ahora, los manifestantes continuarán en pie de lucha. Aún no tienen fecha de retorno a Apurímac, pero advierten que en dicha región la protesta se está radicalizando. Actualmente cuatro protestantes continúan en huelga de hambre y quizás en pocos días ya no haya ninguno ejerciendo tal medida. Pero a pesar de ello, María indica que las protestas recién comienzan, que sus voces están muy lejos de silenciarse.