La polarización social en Íntag deja mella en algunas familias de esa comunidad del occidente del Ecuador. Sin embargo, no es un hecho casual sino estratégico para sostener los proyectos mineros afirma el informe del Colectivo de Investigación y Acción Psicológica con base a un trabajo de campo que incluyó entrevistas a 30 familias de la comunidad.

 

Fuente: El Comercio

Ya no es ese grupo social primario de apoyo, ayuda mutua y responsabilidades compartidas que los caracterizaba. Según el informe ‘Íntag: una sociedad que la violencia no puede minar’, la actividad minera ha provocado que sus integrantes rompan vínculos. Sobre todo entre quienes ven a la minería como una fuente de trabajo y quienes la condenan por los efectos en el medioambiente y su cotidianidad.

“Esta dinámica crea una ruptura entre amigos, vecinos y familiares. Hay una división comunitaria promovida por el Estado y que es estratégica para sostener los proyectos mineros”, se lee en el informe, que se lanzó este 21 de mayo de 2015, en Quito. Lo elaboró el Colectivo de Investigación y Acción Psicológica con base a un trabajo de campo que incluyó entrevistas a 30 familias de la comunidad.

Se concluyó que, además de la polarización, los hábitos de las personas cambiaron, así como su percepción, con la presencia de la Policía en la zona.

Eva Vásquez, parte del grupo de investigadores, dijo que las familias se sienten acosadas, pierden confianza y eso crea pánico. Ya no circulan libremente por las calles como antes y prefieren resguardarse en sus casas.

Se espera que el informe, que también será presentado a las autoridades nacionales, pueda ser un insumo para que en el futuro se pueda reparar por estos daños a los pobladores de Íntag, señala Vásquez.

Íntag está ubicada en el occidente del Ecuador y es una de las zonas más biodiversas del mundo, pues se encuentra en la región de los Andes Tropicales y Tumbes-Chocó-Magdalena, que son dos de los 36 puntos calientes del planeta. En esa zona existe la presencia de mineras desde 1991.