La Mesa Ciudadana alzó la voz para rechazar la megaminería en el Departamento del Tolima. La indignación de los asistentes a la Mesa Ciudadana ante las palabras obtusas, hipócritas y mal intencionadas del presidente de la multinacional ecocida, fue la que cualquier hombre o mujer con vergüenza nacional pudiese haber tenido ante la mentira.
Fuente: Comité Ambiental en Defensa de la Vida
Por más que la Anglo Gold organizó una participación disciplinada y masiva de todos sus empleados con el debido cálculo mercantil, en el evento convocado por Cortolima el pasado viernes 22 de febrero, el pueblo del Tolima pasó de la contemplación a la indignación y se levantó unitariamente en contra de los intereses transnacionales.
Nuevamente quedó claro que la resistencia de los defensores del medio ambiente y la vida no tiene color político, ni intereses particulares, ni diferenciación social, ni protagonismos individualistas; en el ambiente se percibía un refrescante sabor a dignidad ofrecido por la comunidad, representada en sus organizaciones sociales, políticas, gremiales y en los siempre firmes luchadores ambientales de Cajamarca, Piedras, Ibagué, entre otros municipios.
Por más que alguien diera la orden de cerrar las puertas de la Gobernación en plena jornada de atención al público, con la obvia intención de impedir el paso a muchos “ciudadanos” que acudían al llamado constitucional de participar y decidir el rumbo ambiental de la región, se demostró que el poder ciudadano se activa desde abajo y que su vitalidad radica en la participación consciente, decidida y propositiva en defensa de los derechos ambientales de las presentes y futuras generaciones.
La indignación de los asistentes a la Mesa Ciudadana ante las palabras obtusas, hipócritas y mal intencionadas del presidente de la multinacional ecocida, fue la que cualquier hombre o mujer con vergüenza nacional pudiese haber tenido ante la mentira. Fue la expresión espontánea más representativa de un pueblo que ya no le come cuento a los que otrora engañaron con espejitos europeos intercambiándolos por piezas de oro; a los mismos que ahora fichas del capitalismo internacional, intentan la continuidad de la explotación de nuestros recursos naturales a cambio de miserables dineros extranjeros. Esa decorosa rebeldía de los ciudadanos, frente a los argumentos falaces de la compañía mercantilista, como de algunos delegados del Gobierno nacional, fue la primera demostración unitaria de la comunidad de que si es posible echar atrás un proyecto plagado de inconsistencias técnicas, pero también de profundos vacíos éticos y morales.
Los representantes de los gobiernos locales, regionales y nacionales que todavía siguen perdidos en la promesa de “sueños americanos y nuevos países de las maravillas”, deberían tomar como ejemplo para sus vidas, como la población que ama la tierra, prefiere la soberanía a la venta de los recursos naturales; prefiere la salud de las generaciones futuras a la riqueza de unos accionistas acumuladores de riqueza; en últimas prefiere la dignidad a la voracidad del capitalismo.
Quedó claro que la contundencia de nuestros argumentos fue moldeando una actitud de respeto por algunos funcionarios públicos, que se dieron cuenta que no pueden parpadear ni dudar ante la aplastante opinión mayoritaria de los ciudadanos. Las intervenciones de los defensores de los principios éticos de la vida, de la soberanía alimentaria, de los recursos naturales, del territorio indígena, de la tradición campesina, de los derechos fundamentales y colectivos, fueron una cantera cristalina de sabiduría humanística, acompañada de la solidez que tienen los soportes técnicos; pero también una especial oportunidad para reafirmar la integralidad en la concepción social de defensa a la vida, al agua, a la soberanía y al territorio.
Para el Comité Ambiental en Defensa de la Vida el evento caracterizado como Mesa Ciudadana dejó algunos resultados:
1. Los ciudadanos no deseamos la continuidad del proyecto la Colosa, ni la presencia de la Anglo Gold Ashanti, en la región. Quedan notificados.
2. La resistencia de los sectores sociales que tenemos dignidad y respeto por la tierra, puede potenciar la articulación y coordinación de esfuerzos para detener esa locomotora portadora de muerte.
3. Es obligación del Estado habilitar escenarios de participación de la ciudadanía como lo es la Consulta Popular, para poder tomar la decisión de permitir o no la instalación de empresas extranjeras en las riquezas naturales.
4. En esta mesa ciudadana se oyó una sola voz, llena de la fuerza que tiene un pueblo valiente y grande, que no cesará en proyectar acciones que puedan detener un desventajoso negocio para los colombianos.
Quedan notificados.
COMITÉ AMBIENTAL EN DEFENSA DE LA VIDA