Alcaldes mineros protestan en La Moneda: “El cobre es chileno, el cobre es calameño”. Los alcaldes de las comunas mineras del norte, encabezados por el jefe comunal de Calama, Esteban Velásquez, junto a representantes de la Asamblea Ciudadana de esa ciudad, llegaron este lunes a Santiago para exigir al Gobierno que cumpla la promesa de mandar al Congreso el Fondo de Desarrollo del Norte , Fondenor, un proyecto de financiación del desarrollo en esas zonas.
Fuente: diario El Ciudadano
18/04/2012. Los acompañó en la manifestación el presidente de los sucontratados del cobre, Cristian Cuevas, quien insistió en que la única solución viable a los problemas de centralización y de abandono de las regiones es la renacionalización del cobre, el agua y otros productos básicos, asi como la democratización del Estado.
Velásquez dijo que hasta ahora el Gobierno no ha entregado información alguna del proyecto de “Fondo de Desarrollo del Norte” y demandó el derecho de las comunidades a conocer y participar de su contenido. Sin embargo, lamentó que el Presidente no haya querido recibirlos, delegando en funcionarios subalternos un debate de la mayor importancia para Chile.
“Calama es la comuna más importante de América Latina”, dijo Velásquez, aludiendo a las riquezas mineras de la cercana Chuquicamata. De esas riquezas, “por décadas, en la ciudad no quedó nada”, agregó.
Mientras los alcaldes protestaban en el costado sur de La Moneda, en el lado norte una compañía de coraceros vestidos con cascos prusianos (esos que tienen una punta de acero hacia el cielo) y botas de montar, rendían honores al Primer Ministro de Canadá, Stephen Harper, quien visita oficialmente el país.
Ambos desfiles se cruzaron momentáneamente en la calle Morandé, con algunos oficiales de Carabineros desesperados por convencer a los alcaldes de que no hicieran ruido, para no molestar a los visitantes.
Los manifestantes no pasaron por alto el hecho de que hay transnacionales mineras canadienses operando en el territorio chileno, disfrutando de beneficios fiscales que les permiten llevarse prácticamente todas las utilidades, sin dejar nada más que pasivos ambientales en la zona, y problemas sociales en las ciudades que crecen alrededor de las explotaciones mineras.