Dos artículos de opinión y difusión sobre la problemática del cambio climático.
Cambio climático: ¿realidad polémica o dura realidad?
Raúl Chacón Pagán, con la colaboración de Paola Quiroz, estudiante de comunicación social UNMSM.
Cuando en la década de 1930 se publicaron los primeros indicios de calentamiento global desde el siglo XIX, no se los relacionó con la actividad industrial, sino con las variaciones de la órbita terrestre. Algo que se corrigió poco después, en el 1938, cuando el ingeniero especialista en vapor, Guy Stewart Callendar, enunció la realidad del calentamiento global, atribuyéndolo a la quema de combustibles fósiles, que creaba grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2). Sin embargo, recién hacia 1950, algunos científicos, estadounidenses principalmente, usando los nuevos instrumentos de recogida de datos atmosféricos y las primeras computadoras de propósito general procuraron verificar la hipótesis de Callendar. Lo curioso fue que esta investigación fue posible gracias a la repentina abundancia de fondos de los organismos dependientes del Ministerio de Defensa y de las fuerzas militares estadounidenses, que veían a la climatología y el estado de los mares y océanos como dato clave para controlar lo mejor posible el curso de la Guerra Fría.
Gracias a esos esfuerzos iniciales, hacia 1960 se descubrió la posibilidad de que se estuviese produciendo un calentamiento global y que el aumento de la concentración de dióxido de carbono fuese una de sus principales causas. En esa década aparecen los primeros modelos matemáticos del clima, muy sencillos y elementales al principio, y por lo general diseñados para las predicciones meteorológicas a muy corto plazo y muy locales. Pero al aumentar el poder de cálculo de las computadoras y lanzarse la primera generación de satélites meteorológicos, empieza la transición a gran escala de la climatología cualitativa a la cuantitativa. Desde entonces ha corrido mucha agua bajo el puente científico climático. Sobre todo desde 1988, cuando se conformó el famoso IPCC, por sus siglas en inglés, que es el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, un organismo establecido por la Organización Metereológica Mundial y la agencia de la ONU para el medio ambiente a fin de recopilar la información científica, técnica y socioeconómica relevante para entender el cambio climático, sus impactos potenciales y las opciones para adaptarse a él o mitigarlo. Desde su creación el IPCC ha publicado cuatro informes de evaluación, en 1990, 1995, 2001 y 2007, Informes Especiales, Documentos Técnicos y Guías Metodológicas, que son utilizadas por responsables de políticas, científicos, otros expertos y estudiosos y cualquier interesado. Todo lo cual les valió ganar el premio Nobel de la Paz el 2007, junto a Al Gore, por sus aportes ambientales. El informe del 2007 del IPCC confirma que el cambio climático ya está entre nosotros, fundamentalmente causado por las actividades humanas; ilustra los impactos del calentamiento mundial que está ya acaeciendo y del que previsiblemente está en ciernes, y el potencial de adaptación de la sociedad para reducir su vulnerabilidad; y, por último, ofrece un análisis de los costos, políticas y tecnologías que traerá aparejada una limitación de la magnitud de los cambios futuros.
Desde luego que aún hay voces que siguen negando la relevancia del cambio climático, señalando que las emisiones humanas de CO2 no son su principal causante, ni del calentamiento global, sino que estos son parte de un proceso natural, determinado por las manchas solares o los volcanes. Y llegan a decir que quienes están detrás del enfoque “convencional” del cambio climático constituyen nada menos que una gran industria o lobby ambientalista global, que estaría lucrando con el desastre ecológico ad portas. Recientemente, a los climaescépticos se les acaba de unir nuestro presidente de la República, Alan García. Durante la inauguración del Octavo Encuentro Internacional de Derecho Ambiental, en la Universidad Mayor de San Marcos, García declaró con desenfado: “Cuando me dice que terminado el glaciar habrá más agua, les digo ¿Y? ¿Dejará de llover? ¿No dicen que se calentará más el mundo? Habrá más evaporación, habrá más lluvia. Evidentemente los glaciares no servirán como una esponja para retener ese líquido. Haga usted las murallas y las presas necesarias para compensar eso”. Sobran los comentarios.
Al margen de los discursos simplistas, el 17 de octubre, en la audiencia climática nacional del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (MOCICC) se escucharon voces advirtiéndonos de los actuales impactos del fenómeno: “La deglaciación del Ausangate ha traído como consecuencia que haya menos pescados, menos ichu. Los animales se están muriendo de enfermedades desconocidas, ya no hay cóndores, ranas, sapos, que son muy importantes para el control biológico. Hay enfermedades en las papas, y el calendario andino ha variado, ya no se sabe cuando regar. Esto trae como consecuencia la migración a la ciudad. También hay niños con neumonía”, declaró Cayetano Huanca, poblador del Cusco. Por su parte, Eugenio Colonia, de Carhuaz, Ancash, señaló que el cambio climático hace podrir la papa, pues la falta de lluvia afecta a algunas variedades nativas. “Hay menos producción de tubérculos y maíz. De 20 a 25 sacos producidos ahora solo producen 10 y 15 sacos por parcela. Hay gusanos más resistentes, gorgojos de la chacra, polillas atacan más rápido a la oca. La papa necesita frío y tenemos que buscar zonas más altas. Hace 20 años la deglaciación era leve; ahora los nevados están por desaparecer, hay menos caudal en los ríos, no hay puquiales…antes el agua sobraba, ahora ya no alcanza. El sol quema demasiado y causa daño a los niños, que aparecen con los ojos rojos, dolor de cabeza y resistentes”, expresó Colonia. Por último, rechazó el plástico, las industrias extractivas, las mineras, los agroquímicos y el abono sintético. Es decir, en un país que tiene el triste récord de tener la cuarta parte de casos de TBC, una enfermedad causada por la pobreza, como indicó el sociólogo Héctor Béjar, el cambio climático amenaza con agudizar la vulnerabilidad de quienes viven bajo el umbral de la pobreza y las necesidades básicas insatisfechas. ¿Serán capaces de percibir pronto esta realidad nuestros gobernantes, empezando por García, antes de que devenga en nuevos conflictos socioambientales?
¿COP (*): Negociamos Reducción de emisiones ó estabilidad del clima=balance de Radiación?
Ramiro Valdivia
ramiro@harras.net
Me parece fundamental responder a esta pregunta en el orden correcto, es decir con la prioridad debida. Ciertamente existe ahora una cultura más general sobre el problema del calentamiento terrestre: los gases de efecto invernadero de tiempo de vida media Larga (de permanencia en la atmosfera CO2, NO2, CH4, CFC, etc.) gases de efecto Invernadero (GI) están forzando a calentar el planeta, al producir un desbalance entre la radiación que nos llega del Sol y la que absorbida por el planeta, es re emitida o liberada como radiación de longitud de onda larga, infrarrojo o térmica, como se prefiera llamar, hacia el espacio por el planeta, y que durante los últimos milenios se mantuvo en un equilibrio (lo que entra es igual a lo que sale) de manera tal que la temperatura oscilo alrededor de una temperatura media de 14.5˚C, y que ahora, “buscando otro nivel de equilibrio”, en promedio ha aumentado ya 0.7 a 0.8 ˚C, debido al exceso de los GI generados durante la era industrial, que entrampan la salida de la radiación terrestre, donde las emisiones regulares diarias por la humanidad, impiden que se alcance un balance amigable entre la radiación ingresante del Sol y la emitida por el planeta, que no será en los mismos niveles que permitieron el desarrollo de la humanidad hasta el siglo XX.
Detectado el problema se planteo la solución desde el punto de vista físico, que naturalmente, dado lo nocivas para la salud planetaria que resultan las emisiones de GIL, es cortar estas o como mínimo frenarlas. Sin embargo, Ahí el hilo de la madeja se enreda, pues confluyen intereses económicos diversos de parte de la humanidad emisora, que consume los combustibles proveídos por grandes empresas explotadoras de las fuentes de energía fósil , que aunque se agoten algún día, aún existen en cantidad tal que pueden más que duplicar los contenidos de GIL actuales, y peor aún, así se agotasen o decidiésemos prescindir de ellos, ya se han desarrollado industrias para proveer bio-combustibles, que aunque menos sucios, igual de peligrosos alimentaran a la atmósfera de +GI. De parte de los usuarios hay poco interés de los propietarios de vehículos a combustión de mudarse a vehículos de cero emisiones, pues los fabricantes de los mismos aún insisten en mantenerse como fósiles y los “ecológicos híbridos” lo son a media tinta. La gran industria igualmente pretende sostener sus inversiones fósiles activamente y el tema de la eficiencia solo mantiene el problema latente, pues no resulta muy eficaz al continuar simplemente emitiendo. Visto así esta poderosa, monstruosa economía, tan inserta en el diario vivir, tiene toda la intención de perseverar en su amigable envenenamiento del planeta, pues el modelo de desarrollo de los desarrollados se ve como deseable por los que “no lo son tanto (no tengo auto, yo quiero) “. A sumar las cosas donde hace un siglo dormía uno hoy duermen 5 o 6 y vamos en crescendo, con las consiguientes demandas de energía, bajo modelos corrientes fundamentalmente usando combustibles, especialmente por los grandes fósiles desarrollados.
Entonces, buscamos la conferencia de las partes COP, para ver cómo enfrentar el problema, que apuntan a la reducción de emisiones, y se negocia como lograrlo, los países con mayor responsabilidad histórica en los contenidos actuales de GI atmosféricos resultan ser los más desarrollados, y en un mundo globalizado pretenden imponer las condiciones económicas y políticas para que aquello de las reducciones se dé, fijando un límite arbitrario de 440 ppm, con un aumento teórico de 2˚C, al 2050, que resulta desde un punto de vista ético, carente del mismo. Se evidencia aquí la injerencia de la economía en la solución de un problema socio político de raíces y consecuencias físicas. Dios como nos ponemos de acuerdo, y nace el commodity de los mercados del carbono (ETS Emission Trading Sytem) con el que los países desarrollados pretenden cubrir su responsabilidad en un problema físico-traducido en calentamiento global, con dinero.
Ciertamente, es el financiamiento de actividades la manera en que el mundo globalizado lleva adelante el modelo de desarrollo occidental, verdad innegable para quien no tenga la visión que existen otras visiones de vida y/o desarrollo cultural, social, vivencial, de economía no occidental. Es entonces que nos encontramos ante una mesa de negociación para asegurar el desarrollo sostenible de la humanidad sin la interferencia peligrosa del clima, cuya base de negociación se centra fundamentalmente en intereses económicos y no éticos, desarrollo productivo vs desarrollo humano. En este preciso punto la estabilidad del clima bajo una ética de conservación de los recursos y los ecosistemas vivos, queda relegado a una simple interferencia, y el problema físico de una estabilidad del clima es un commodity que se negocia en términos de carbón equivalente.
Visto así, y conociendo la ambición del ser humano la discusión no tendría razón para acabar nunca, o tan solo cuando no quede nada más que un mundo carbón-izado, (un ejemplo de ello es discutir la preservación de ecosistemas en términos de reducción de emisiones por deforestación, degradación y desertificación, (¿se menciona perdida de glaciares?) en “carbón equivalente” ; que sutil se ha tornado la codicia. Carajo, lo que debería estar en discusión es la estabilización de un clima amigable para el hombre, no cuanto nos acercamos al precipicio para que no enflaquezca la banca.
Es por ello que debería entenderse que en la COP la primera declaración de parte de los países debería ser cuál es su posición respecto al tema de la estabilización del clima, o en fino, cual es el balance de radiación terrestre que propone, pues ello determina de principio cual es la ética que los representantes del gobierno declarante presentan como política aceptada por los ciudadanos que representan, para la reducción de emisiones.
Así las generaciones futuras podrán juzgar los niveles de criminal-responsabilidad, asumidos por sus gobiernos…
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(*) COP sigla que designa la Conferencia de Miembros de las Naciones Unidas en la Convención sobre el Cambio Climático (UNFCCC.
280 ppm de CO2 equivalente fue la media antes de la era industrial, 350 ppm permiten un mundo con glaciares, estamos en 388 ppm, vamos aceleradamente hacia 400 ppm que resultan en interferencia peligrosa del clima, 440 ppm GI es lo que propone el G8, ello carece de ética.