En la antigua minera de Pasquasia, cerca de Enna, están depositados cientos de toneladas de residuos radiactivos. Algunos institutos gubernamentales de naciones potentes han impuesto a los servicios secretos del estado italiano, con la cobertura de la organización criminal siciliana (mafia) que se depositen allí toneladas de residuos de máximo nivel radiactivo, lo cual podría causar una reacción en cadena por error o por un natural detonador debido al continuo movimiento de la corteza, de las tierras del Mediterráneo, Sicilia inclusive.

SICILIA RADIACTIVA: EL CASO PASQUASIA

De Giorgio Bongiovanni y Mónica Centofante

En tiempos en los que lo nuclear parece volver a ser la única respuesta posible a la necesidad energética de nuestro país hay una pequeña localidad, en el corazón de Sicilia, que está pronta para demostrar que no puede ni debe de ser así.

Se llama Pasquasia, provincia de Enna, y si hoy es una pequeña ciudad que casi todos desconocen, en el pasado ha conocido una cierta fama gracias a su minera de Sales alcalinas mixtas y en particular Kainite útil para la producción de sulfato de potasio. Un sitio que desde los años sesenta hasta 1992 ha dado trabajo a miles de personas y que desde entonces, por lo que parece, siembra muerte.

En los años de oro la Italkali, empresa administradora de la minera de superficie, era efectivamente la tercera proveedora de Sales potásicas del mundo -la primera por calidad en el sector- y contaba con 500 empleados directos y otros tantos indirectos. Hubiera podido seguir así por décadas si en ese 1992, por causas que todavía no han sido establecidas, no hubiese tenido que cerrar las persianas. Sin preaviso y para siempre, mandando a casa a todos esos dependientes ante el más completo (y sospechoso) desinterés de la política, que en una zona que cuenta con la más elevada cantidad de desocupados hubiera tenido que dar lugar a un debate como mínimo.

Los motivos de ese imprevisto cierre nunca han sido oficializados y si al principio el gobierno había hablado de costos demasiado altos para la realización de una tubería de desagüe de 90 km de largo, las voces del pueblo evidenciaron sin tardar otra verdad: la minera de Pasquasia habría cesado la actividad de extracción para acoger en su complejo residuos nucleares. Residuos de medio nivel radiactivo de los cuales la población no hubiera tenido que enterarse de nada y este es el motivo por el cual, después de las durísimas protestas iniciales, ha reinado el silencio que todavía hoy caracteriza el asunto.

Un silencio que ya en 1996 intentó romper el entonces diputado Giuseppe Scozzari que había oído hablar de Pasquasia un año antes, cuando en Washington, en el ámbito de una conferencia sobre el combustible nuclear agotado, fue difundido un documento que consideraba a la minera siciliana entre esa “media docena de sitios perfectamente activos donde “en Europa Occidental se depositan residuos de bajo y medio nivel” .

Scozzari estudió el caso, pidió una interpelación parlamentaria e intentó entrar en ese sitio, convencido de que era administrado por organizaciones criminales sin ningún consenso formal por parte del Estado. Sin embargo, si es verdad que parte de esos terrenos pertenecían (y seguirán perteneciendo) a personas que huelen a mafia, es también verdad que fueron precisamente las instituciones italianas -e internacionales- las que les negaron el acceso. Del mismo modo que, aún hoy, niegan la presencia de los residuos mientras los análisis efectuados por la USL (Unidad Sanitaria Local) ya en 1997 revelaban la presencia en esa zona de Cesio 137 en concentración superior a la normal. Lo cual podía significar que no solo había residuos nucleares -y por lo tanto los hay- sino que se había incluso verificado un inesperado accidente nuclear, con relativa fuga de radiactividad, probablemente durante una experimentación apta para comprobar la consistencia del subsuelo de la minera en el caso de eventuales dispersiones de radiaciones.

Una tragedia, para la población de los alrededores, a la que se le ha escondido todo.
El primero en hablar de la presencia de residuos radiactivos en la minera de Pasquasia fue en 1992 el arrepentido de mafia Leonardo Messina, miembro de la cúpula de Cosa Nostra, que había trabajado allí como capataz. Según sus declaraciones -sobre un punto que el Procurador nacional antimafia Pierluigi Vigna ha considerado atendible- las actividades ilegales, en esa zona, proseguían desde 1984: cuando el ENEA (en esa época Ente nacional para la energía atómica) había puesto en marcha un estudio g eológico, geoquímico y microbiológico sobre la formación arcillosa y su resistencia a los residuos nucleares. Y cuando los funcionarios del SISDE (Servicios secretos) habrían contactado a la administración municipal con el fin de pedir el visto bueno para enterrar en ese lugar material militar de naturaleza no bien especificada. Lo cual probaría la utilización de la minera como depósito de residuos incluso antes de su cesión y explicaría el motivo por el cual después de 1992 el Ente Regional de las Mineras interrumpió la actividad de vigilancia y de manutención de las instalaciones y la Región confió el control de los accesos a las mineras a cuatro sociedades de seguridad privada, actualmente destituídas del encargo.

En 1997 la fiscalía de Caltanisetta dispuso una inspección en una galería de 50 metros de profundidad construída dentro de la minera precisamente por la ENEA y relevó la presencia de algunas centrales de detección concedidas por el Ente, pero no se consiguió aclarar lo que exactamente tenían que medir. ¿Quizás la radiactividad?

En ese mismo año también el diputado Ugo Maria Grimaldi, que era asesor de Territorio y Ambiente de la Región Sicilia, intentó entrar en Pasquasia con técnicos y expertos de su concejalía. Y lo mismo que Scozzari encontró grandes dificultades. “No querían que entrara la televisión -lo dice él mismo en una entrevista concedida a Ennaonline el 16 de marzo del 2001-.
No querían absolutamente que se vieran los pozos. Cuando después conseguí entrar dentro de la minera, lo más extraño que vi era que uno de esos pozos, que ellos llamaban bocas de aire o respiraderos enormes y profundos, de diámetro de más de 15 metros, habia sido llenado con material que de seguro había sido transportado dentro de la minera para cerrar, para tapar definitivamente esa boca. Y no se trata de material tirado ahí dentro por casualidad, como puede suceder en una minera cerrada temporalmente, como cuando alguien ve una piedra y la tira dentro. Aquí se trata de TIR cargados de material que después han tirado dentro a propósito para enterrar y esconder algo”.

En esa misma entrevista Grimaldi cita un estudio epidemiológico del Dr. Maurizio Cammarata, oncólogo en el hospital de Enna que en 1997 había relevado un preocupante incremento del 20% de casos de leucemia y tumor en solo dos años 1995/96. Sus palabras fueron: “Denuncié que toda Sicilia corría el riesgo de transformarse en el basurero de Europa. He denunciado la presencia de amianto en todo el territorio provincial, en las canteras abandonadas y en otros lugares”. Se ganó el carnet de alarmista, asignado también por parte de instituciones y fuerzas políticas que le habían dejado solo en esta batalla. “Pero no era yo el que causaba alarmismo -contesta el político- sino que eran los datos preocupantes sobre la mortalidad por tumores en una provincia, en una ciudad como Enna donde, no habiendo industrias o motivos de contaminación particular respecto de otras provincias o territorios de Italia, se daban datos muy pero muy preocupantes”. Y “me acuerdo bien que entonces vino a verme desde Roma el General Comandante del NOE, Núcleo Operativo Ecológico de los Carabinieri, quien me confirmó que también él estaba convencido de que Pasquasia contenía en su territorio residuos radiactivos”.

Las iniciativas de Grimaldi, como las de Scozzari, no llegaron a ningún resultado concreto y el asunto Pasquasia cayó de nuevo en un si lencio absoluto. Por lo menos hasta el año pasado, cuando Angelo Severino, director del periódico L'Ora Siciliana, volvió a abrir el caso citando también la existencia de documentos que demostrarían la tesis de la presencia de residuos nucleares en la minera.

Hoy, a pesar de todo, la situación podría empeorar ulteriormente.

Ya en el 2003, al terminar una reunión, los ministros Matteoli, Marzano, Giovanardi, Pisanu y el vice-secretario Letta indicaron a Pasquasia como uno de los veinte sitios nacionales idóneos para el almacenaje de material radiactivo. Porque está incluso entre los que tienen sal gema y por lo tanto considerados particularmente aptos “al almacenaje de residuos radiactivos en virtud de la impermeabilidad del agua de las estructuras salinas”. Lo explica Maximo Scalia, docente en La Sapienza de Roma, que añade «esto ha recibido una clamorosa desmentida cuando en un sitio experimental en Nuevo México muchísima agua “antigua”, que había quedado dentro de las estructuras geológicas, ha invadido el depósito”, provocando “la caída del mito de los sitios con sal gema como solución al problema de residuos. Pero visto que estamos en Italia y que las cosas nos llegan siempre con retraso, se ha pensado de todos modos de haber encontrado la solución primero en Scanzano en Basilicata (otro sitio con sal gema) y después en otros 5 sitios en Sicilia entre los cuales está Pasquasia”.

Pero lo peor tiene que llegar todavía.

Porque está en el aire la posibilidad de que a partir del 2010 en la localidad de la provincia de Enna puedan ir a parar los residuos calificados HLW de tercera categoría, o sea! los residuos cuya radiactividad decae en el curso de miles de años.

Según cuanto afirma siempre L'Ora Siciliana, si sucediese esto, al daño se le añadiría la burla. Porque si en efecto en las vísceras de Pasquasia hubiese residuos “deberíamos preguntarnos dramáticamente dónde termina la gran cantidad de dinero erogado por Euratom (Comunidad Europea Energía Atómica) como indemnización por las víctimas inocentes, que han perecido por tumor y como alquiler por el depósito definitivo de residuos radiactivos en Pasquasia”.
En medio de todo este “enredo” el pasado 25 de febrero el primer ministro Silvio Berlusconi y el presidente francés Nicolas Sarkozy han firmado en Roma un acuerdo por la construcción de cuatro nuevas centrales nucleares en Italia.

Si se realiza, nuestro país tendrá que afrontar de nuevo el problema de los residuos y de los sitios aptos para su almacenaje. Pero en una tierra en el que el problema del almacenaje está todavía tremendamente sin resolver ¿qué sucederá con las nuevas centrales?

La pregunta no parece ser objeto de debate político. Y mientras tanto en Enna se sigue muriendo.

15 de abril 2009