Cada uno de estos “accidentes” demuestran los altísimos daños que el Modelo Extractivo Minero ocasiona. Demuestra también el falso discurso “verdes y sustentable” de los empresarios mineros y la nula “responsabilidad social corporativa”, cuando desde los inicios las comunidades donde se implantan crean graves enfermedades a la población y terribles conflictos sociales y de inseguridad. En esas condiciones ¿Qué podemos esperar de los gobiernos y sus regulaciones? ¿Qué podemos esperar de su modelo de “desarrollo”? Y la respuesta es impunidad, corrupción y violaciones a los derechos humanos y colectivos.
Por :Movimiento Mesoamericano contra el Modelo Extractivo Minero (M4)
Este 4 de agosto de 2014 se ha registrado uno de los desastres mineros más grandes de la historia de Canadá cuando colapsó el dique de colas de la mina Mount Polley, en la provincia de Columbia Británica. Esta mina es propiedad de la empresa Imperial Metals Corp y del petrolero Murray Edwards, una de las personas más ricas del país, quien vio desplomar las acciones de su empresa un 44 por ciento en la Bolsa de Toronto.
El colapso de la presa de jales derramó 15 millones de metros cúbicos de aguas residuales, lodos y metales pesados, lo que equivale a 6 mil piscinas olímpicas vertidas al arroyo Hazeltine que desemboca en el lago Quesnel.
Las autoridades canadienses prohibieron el uso de agua de aguas superficiales y subterráneas a los pobladores locales. El impacto sobre la producción de salmón podría ser irreversible así como otros daños ambientales. Según el Inventario de Medio Ambiente del Consejo Canadiense de Emisiones Contaminantes, la mina Mount Polley generó solo durante 2013, 403 mil kg de arsénico, 38 mil kg de plomo y 600 kg de mercurio, entre otras sustancias tóxicas. Se calcula que tan solo por compensación a los daños ambientales podría superar varios cientos de millones de dólares. El presidente de la empresa ha admitido públicamente que no tiene los recursos económicos disponibles para cubrirlo.
La mina a tajo abierto de cobre, oro y plata opera desde 1997 en medio de otras 50 minas en la provincia donde ya se habían registrado otros derrames y preveía producir durante 2014 alrededor de 47.000 onzas de oro, 44 millones de libras de cobre y 120.000 onzas de plata.
El desastre de la mina Mount Polley casi en el mismo momento que acontecieron otros dos lamentables episodios: el rebalse del dique de colas de la empresa minera Santiago Apóstol, ubicada en Potosí, Bolivia, el cual derramó cerca de 30 mil toneladas de desechos minerales a lo largo de 20 km, y aún no se tiene certeza respecto a cuánto de ese material tóxico llegó hasta el río Pilcomayo. El otro evento se produjo cuando empresa Buenavista del Cobre ubicada en el mexicano estado de Sonora registrara una “falla” en la tubería de una represa denominada Tinaja, derramando 40 mil metros cúbicos de desechos de lixiviados llenos de residuos químicos que afectan directamente las aguas de los ríos Bacanuchi y Sonora, en el norte del país.
Cada uno de estos “accidentes” demuestran los altísimos daños que el Modelo Extractivo Minero ocasiona. Demuestra también el falso discurso “verdes y sustentable” de los empresarios mineros y la nula “responsabilidad social corporativa”, cuando prácticamente desde los inicios las comunidades donde se implantan crean graves enfermedades a la población y terribles conflictos sociales y de inseguridad. Otra conclusión que podemos sacar de estos hechos es la deficiente regulación que ostentan tanto el gobierno canadiense como de los gobiernos de Latinoamérica en materia minera, quienes solapan y protegen a este tipo de megaproyectos en beneficio de las empresas y no de sus poblaciones.
En esas condiciones ¿Qué podemos esperar de los gobiernos y sus regulaciones? ¿Qué podemos esperar de su modelo de “desarrollo”? Y la respuesta es impunidad, corrupción y violaciones a los derechos humanos y colectivos.
Por eso las y los integrantes del Movimiento Mesoamericano contra el Modelo extractivo Minero – M4 manifiesta su enérgico y total rechazo a este modelo de extracción de metales; manifestamos también nuestro repudio y exigimos se les rinda cuentas a los dueños, funcionarios y directivos operadores de las empresas Imperial Metals Corp, Santiago Apóstol y Buenavista del Cobre del Grupo México por los gravísimos daños ocasionados por su negligencia y falta de supervisión.
Denunciamos también la irresponsabilidad de los gobiernos de Canadá, Bolivia y México por la omisión de las leyes nacionales e internacionales en materia de los derechos humanos y colectivos, recurrentemente violentados. En especial hacemos un enérgico señalamiento al gobierno canadiense, quienes a través de sus embajadores y embajadoras en todo el mundo son copartícipes de los engaños y mentiras de las empresas mineras inspcritas en Canadá, a la vez que ponderan y facilitan el enriquecimiento de las mismas y viven plenamente el desinterés por la protección del ambiente y los derechos humanos.
El M4 nos solidarizamos con el pueblo canadiense, boliviano y mexicano y en especial con los pueblos indígenas, que sabemos el daño a su territorio irremediablemente ocasiona a la vez el daño a la vida misma de su etnicidad y cultura.
Hacemos un llamado para seguir fortaleciendo el establecimiento de Territorios Libres del Modelo Extractivo Minero. Redoblemos esfuerzos de los trabajos preventivos para evitar el arribo de la depredación de las empresas mineras en nuestros territorios. Defendamos la vida frente a estos proyectos de muerte. Detengamos este crimen de estado y este crimen corporativo enfrentándolos con la unidad de los pueblos.
De la Patagonia hasta Canadá ¡LA MINERIA NO VA!