La Carolina fue originalmente un pueblo minero fundado hace más de 200 años. Está ubicado a 80 km al norte de la ciudad de San Luis y tiene una continua y creciente actividad turística, principalmente en los meses estivales. Miles de visitantes recorren sus callecitas, cerros y ríos donde antes se lavaba el oro. El estudio realizado es fruto de la cooperación científica entre investigadores del Grupo de Estudios Ambientales y del laboratorio de Radioecología -LARA- (Universidad Federal Fluminense de Brasil) y fue publicado en la prestigiosa revista “Journal of Environmental Radioactivity”.
El radón es un gas radiactivo que no tiene color ni olor y proviene de la desintegración natural del uranio. Los niveles de radón en el exterior representan un riesgo mínimo para la salud; sin embargo, puede resultar peligroso en el interior de cualquier espacio cerrado, donde las concentraciones se elevan. El radón es emanado desde el suelo, las rocas, los sedimentos y el agua, y la exposición prolongada a este gas noble radiactivo puede causar enfermedades respiratorias.
Para llevar adelante el estudio, los científicos colocaron 100 detectores en 14 puntos diferentes a lo largo de los túneles de la mina, a fin de estimar la concentración media de radón (222Rn) durante la temporada de verano (desde noviembre hasta febrero). El mismo procedimiento fue llevado a cabo en los meses de invierno (agosto-septiembre). Los resultados demostraron que existen concentraciones que superan alrededor de tres veces el límite recomendado por la Comisión Internacional de Protección Radiológica para los lugares de trabajo.
Estos datos indican la no conveniencia de la permanencia en el lugar por tiempos equivalentes a una jornada laboral íntegra y que es necesaria la realización de investigaciones adicionales para medir los niveles de exposición radiactiva sobre los guías de turismo, que son quienes más tiempo permanecen en el interior de la mina.
También se analizaron las correlaciones entre los niveles de concentración de radón y el contenido de otros elementos radiactivos en las paredes de la mina. Se determinó que los valores de exposición radiactiva resultan insignificantes para la salud de los turistas, pero que éstos podrían ser perjudiciales para los guías de turismo, según la cantidad de horas que trabajen dentro de los túneles.
“Hemos conducido la investigación multidisciplinaria, relacionada con la salud ambiental y ocupacional, con el fin de investigar los posibles factores de riesgo en el desarrollo de enfermedades irreversibles respiratorias en lugares de trabajo de América del Sur. En el pasado, los efectos del radón se desestimaban, ya que sus concentraciones se consideraban bajas. Hoy en día las concentraciones de radón en el medio ambiente se miden a partir del empleo de diferentes metodologías, con la posibilidad de adaptarlas al ambiente particular y considerando la portabilidad de los detectores, su costo y fiabilidad” señaló a Argentina Investiga el doctor Roberto Meigikos, director del LARA.
El patrón espacial de concentración de radón es muy complejo y heterogéneo. En el subsuelo requiere un diseño cuidadoso para la colocación de los detectores y la frecuencia con la que debe hacerse la actividad de campo. Mediciones recientes demostraron la existencia de concentraciones de radón en varios lugares de trabajo como cuevas turísticas y excavaciones subterráneas, donde las concentraciones de este gas pueden dar lugar a altas dosis perjudiciales para los trabajadores.
El efecto cancerígeno de radón es conocido y nuevos estudios epidemiológicos muestran evidencia firme de que esto es válido aún para bajos niveles de concentraciones. Por esta razón se le ha prestado mayor atención a los lugares de trabajo subterráneos, donde las posibilidades de riesgo por inhalación se incrementan.
“Los niveles medidos de concentración de radón deben ser revisados y actualizados periódicamente. La exposición a altos niveles del gas en los lugares de trabajo debe ser considerada como exposición ocupacional y deben tomarse acciones correctivas con el fin de reducir los riesgos para la salud”, detalló Meigikos y agregó que “el riesgo para los turistas es insignificante, ya que éstos pasan muy pocos minutos dentro de la mina durante una excursión o visita guiada. Sin embargo, para aquellos que trabajan en las minas o cuevas, la exposición aumenta, debiéndose investigar las consecuencias en todos los casos”.
Teniendo en cuenta que el radón en la mina de oro de La Carolina se encuentra confinado en un túnel que tiene sólo una entrada, y que no hay variaciones bruscas en su concentración, se infiere que esta mina no tiene grandes grietas o fisuras que puedan causar una dilución del gas.
“Podrían tomarse diversas acciones de mitigación como la introducción de ventilación forzada o la reducción de horas de trabajo. Existe un factor positivo en cuanto al riesgo asumido por los guías que está vinculado a la actividad turística. Detectamos que las concentraciones de radón en el interior de la mina son más altas en invierno, que es cuando menos visitas al interior se llevan a cabo. Estos cambios en la concentración entre verano e invierno se deben a las variaciones de temperatura entre el interior y exterior de la mina, lo cual conduce a que se originen corrientes de aire de distinta intensidad y dirección. Un control periódico con dosímetros y brindar la información necesaria a los empleados en relación a la protección de las radiaciones son medidas a implementar” concluyó el investigador.
Universidad Nacional de San Luis