Siguiendo las ideas de nuestro actual vicepresidente, cuando estaba a cargo de Turismo de Nación (y de algún otro funcionario local que de golpe descubrió la veta) aprovechamos unos días de feriado para hacer “turismo minero” en Andacollo, uno de los últimos pueblos después de Chos Malal y puerta de la Cordillera del Viento, un lugar de cruda e inigualable belleza, en el noroeste de Neuquén.
Una zona con tradición minera, tanto compañías inglesas como pirquineros independientes extrajeron oro a lo largo de todo el siglo pasado. Los lugareños relatan que la explotación de los ingleses produjo la desaparición del bosque de lengas, cuya madera se utilizó para apuntalar los socavones. Los procesos de erosión y desertificación son muy evidentes, por la extendida cría de cabras.
Por contactos previos tuvimos el gusto de ser recibidos y conversar con médicos del Hospital de Andacollo (~ 3000 habitantes) y lo que sigue es principalmente relato de esa conversación. El actual gobernador Sobich otorgó en el 2001 un crédito de u$s 200.000 a una empresa chileno-canadiense, la Andacollo Gold, para el reinicio de actividad minera (las famosas inversiones extranjeras que le dicen). Construyeron una pequeña planta cercana a mina Sofía y mina Erica, dos explotaciones en galería, trabajadas anteriormente por un emprendimiento provincial CORFOMIN, sin aparentes sobresaltos ambientales y contrataron personal del pueblo, unas 100 personas. La concesión permite extraer el mineral, hacerle un tratamiento previo (no pudimos saber cuál, dicen que no usan cianuro ¿….?) y llevarlo a Chile para su procesamiento final. Pero la realidad es que nadie sabe qué transportan, ni siquiera cuánto se llevan. Gendarmería secuestró sus camiones por no tener los papeles en regla, pero fueron liberados a los pocos días por órdenes del gobierno provincial…
Cualquier coincidencia de esta connivencia estado-empresa con el caso de Esquel, es pura casualidad.
Los médicos del hospital se encontraron durante el verano pasado con varios brotes de diarreas y un cuadro importante de vómitos y gastroenteritis. Pensaron que se trataría de bacterias comunes en el verano, pero los análisis microbiológicos indicaron que el agua era potable. Se plantearon entonces la alternativa de contaminación por efluentes de la actividad minera y recibieron como explicación que esa es una zona de alto contenido de arsénico y que era natural. Sin embargo en una primera mirada, Andacollo no figura en el mapa del país con zonas de hidroarsenicismo.
A propósito, se transcribe un párrafo del artículo publicado en la revista EXACTAmente de la Facultad de Cs. Naturales y Exactas-UBA, sobre la actividad minera en Esquel (Fiebre del oro en la Patagonia, Nro.26, 3 de mayo 2003): “Cuando se tritura roca, los minerales quedan expuestos a la acción occidante de los agentes meteorológicos. El agua de lluvia, que se vuelve ácida al entrar en contacto con los compuestos de sulfuro, se escurre a través de las rocas y por su misma acidez, arrastra arsénico y metales pesados, y los moviliza hacia los acuíferos y vertientes”.
Uno de los pobladores más afectados (chacra en las cercanías del arroyo Huaraco) vive a unos 300 mts. debajo de la planta de procesamiento de minerales. Pudimos ver una parte de la chacra cubierta por un lodo gris plomizo que se derramó al fisurarse uno de los diques de cola. Se secaron árboles, se rompieron alambrados. Nadie se hizo cargo de reparar daños. También se secaron los sembrados regados con el agua derivada del arroyo Huaraco, que recibe vertidos intermitentes de la planta minera. La misma persona refirió también la muerte de dos vacas en los últimos tiempos, y que notaba decaídos a sus animales, cosa que pudimos observar. Unas 40 familias de Huaraco, paraje rural ubicado entre Andacollo y Huinganco, se encuentran en una situación parecida.
Ante la denuncia, Gendarmería Nacional tomó muestras de agua. La única respuesta hasta el momento fue: “no consuman más de esta agua, compren agua mineral”. Aparentemente GN estaría tan preocupada como ellos ya que sus familias también están directa o indirectamente afectados de la misma forma. Sin descartar la presencia de otros tóxicos, es posible que se esté produciendo la conocida bioacumulación de metales pesados a través de la cadena alimentaria: agua Þ cultivos, pasturas Þ animales Þ gente; en la que, en cada nivel, puede aumentar hasta varios cientos de veces o más la concentración del nivel precedente. De modo que los efectos de la contaminación no se suprimen sólo bebiendo agua mineral. El poblador mencionado dijo que varias veces había notado el cambio de color del arroyo Huaraco, que es afluente del río Neuquen.
Pudimos observar además una nueva gran lengua de barros que partía de la planta de procesamiento y avanzaba hacia el último dique de cola; que muy probablemente no podrá contener esa cantidad de material. No hace falta esperar la próxima gran lluvia para saber lo que ocurrirá aguas abajo.
La contaminación por desechos mineros puede afectar también a Andacollo porque la estación de bombeo de agua, ubicada sobre el río Neuquén, se encuentra en la misma orilla y apenas unos pocos cientos de metros aguas abajo de la desembocadura del arroyo Huaraco: es fácil ver que cualquier contaminante que llegue por el arroyo tiene mucha probabilidad de ser tomado junto con el agua para consumo humano.
La minera reunió a sus empleados, diciéndoles que –“o se dejaban de molestar con el tema del agua o perderían sus trabajos”-. Entre 50 y 100 personas trabajan en el socavón. La empresa los cesantea por cualquier motivo. Recientemente hubo un muerto y un herido grave en un accidente, pero la empresa deslindó responsabilidades y no se hizo cargo. En síntesis, esta breve visita fue suficiente para ver (una vez más) que para estas empresas no existen leyes y que la Andacollo Gold empezó a destruir ambientes y a agredir la salud y la vida humana.
Lamentamos mucho informar que no pudimos hacer el tour promocionado por la empresa y comprar espejitos de colores!!!
Alejandra Vartanian
Lino Pizzolon