29 de enero. Son las 8 de la mañana. Estamos sobre la ruta 38 en las inmediaciones de Patquía, 70 Km. de La Rioja, Capital. Empieza a realizarse la Asamblea convocada por los vecinos Autoconvocados de Famatina, Chilecito, Pitiul, Chañarmuyo y Los Sauces ante la respuesta negativa de la Legislatura Provincial a tratar el proyecto de ley, presentado por las asambleas que los agrupa, donde se propicia prohibir la minería a cielo abierto con uso de cianuro u otras sustancias tóxicas. Los nevados de Famatina están dentro de los proyectos depredadores de la empresa Barrick Gold y las poblaciones están hartas de reclamar ser escuchadas por el gobierno de Maza o por los legisladores.

Patquía está en un nudo vial estratégico ya que por la ruta 38, hacia el este, se va a Córdoba y Buenos Aires, y hacia el norte a Catamarca y Tucumán, pasando por la Capital de La Rioja. De allí por la ruta 150 se llega a San Juan y Mendoza y en Patquía nace la ruta 74 por la que se va a Chilecito (126 Km.) y luego unas decenas de Km. más a Famatina y a las demás localidades mencionadas. El tráfico es intenso. Micros, camiones, autos, camionetas, motos.
Rodeada de gendarmes y policías provinciales la Asamblea vota realizar un corte en la ruta. Hay mociones distintas. Media hora de corte, difundir la gravedad de la amenaza de la explotación minera en el Famatina, permitir el paso y volver a cortar. Otra corte por dos horas y otra por cuatro. Triunfa por dos horas y comienza. Se acerca el Jefe de los Gendarmes invocando tener órdenes del Juez Federal. Permitir el corte pero de un solo carril. La ruta ya está cortada en su totalidad y se le comunica que la decisión de la asamblea vecinal fue interrumpir totalmente para poder dialogar con todos los que pasan. Y no recorrieron casi 200 Km. para aceptar ser presionados. El oficial se retira diciendo que va a informar al Juez. Los gendarmes quedaron pero a ese oficial no lo vi más en todo el día.
Hay decenas y decenas comprometidos en la actividad. Como es una intersección hay que dividirse. Organizadamente distintos grupos se instalan en cada una de los lugares. Están los que tienen las banderas que interrumpen el paso, los que se acercan a dialogar con cada uno de los vehículos que se detienen, los que alcanzan bebidas, los que preparan comidas, los que atienden a la prensa, los que coordinan, los que alcanzan un mate. Son gente que trabaja la tierra o cría animales, amas de casa, jóvenes, profesionales, trabajadores en general, jubilados, y muchas docentes. Familias que se enorgullecen de estar todos. Han recorrido muchos Km. para llevar adelante esta lucha. Están trabajadores de la cooperativa de Chamical, fábrica recuperada de Gatic que dieron un importante apoyo. Al rato aparece un grupo de jóvenes de la propia Patquía con bandera y decisión de comprometerse. Hay integrantes de organismos de DD.HH. que luchan contra la impunidad. Hubo alguna presencia política aunque por breve tiempo. El ARI permaneció todo el día.
A media mañana se hace presente el Juez Federal y el fiscal y se acrecan rodeados de todos los policías y gendarmes. Preguntan y son informados de la metodología. Piden que el tiempo de interrupción sea menor. Se le contesta que sólo la asamblea puede decidir un cambio. Se espera que se cumpla el plazo de dos horas votado, se deja pasar el tránsito y se hace una nueva reunión. A los funcionarios se les pide que no estén presentes y aguarden a distancia. El intercambio es riquísimo. Todos se inclinan en contestar negativamente pero al preguntar a los grupos que dialogan con la gente de los vehículos sobre el resultado, la respuesta es que se mezcla comprensión con el tema y enojo por el tiempo. Se resuelve dejar pasar cada hora e informarle al Juez dejando bien en claro que es por considerarlo más conveniente para denunciar el accionar de la empresa minera y de los gobernantes cómplices no por medidas judiciales que solo escuchan reclamos de los poderosos. Las consecuencias son emocionantes y hasta sorpresivas. Ahora al levantar son muchos los conductores que saludan con bocinazos y brazos que asoman por las ventanillas. Otros, los menos, pasan en silencio y es excepcional el que vocifera algún insulto. Los que nos ponemos a la vera para permitir la circulación aplaudimos a los que pasan y los saludos aumentan. El sol pega fuerte pero una leve brisa ayuda a seguir. Así entre corte, diálogos, bocinazos, aplausos, nuevas asambleas, choripanes, mucha bebida, se va pasando el día. Casi no hay incidentes. Conversé con muchos de los participantes para conocer de primera mano sus impresiones. Recordar a Chilecito donde estuve hace muchos años y desear conocer Famatina, de cuyos nevados escuchamos hablar desde nuestra infancia en la escuela. Aprender sobre Pituil, escuchar a jóvenes y su bronca por los objetivos de la Barrick, un trabajador que estuvo preso en la dictadura, viejos luchadores. Recuerdan a La Mejicana, la explotación minera de cien años atrás que dejó en sus socavones contaminación que hoy todavía subsiste. Conversamos sobre el excelente proyecto de ley que presentaron. Me hablan de sus nogales, de sus cultivos, las docentes de sus alumnos. De las laderas del Famatina, de sus aguas trasparentes. Del agua que es la misma que riega sus sembrados y de la que beben hasta en la capital de La Rioja. A la que le cantó Alberto Ocampo, cuyos versos reparten en la ruta: “larga lengua de la nieve que desde la cumbre enorme, clara o turbia, lenta o leve, viene líquida, entre breñas…por las ásperas pendientes, por abruptas serranías, por los valles y los llanos y los huertos florecientes”. Una provincia que tiene la menor cantidad de agua del país y cuyo gobernador proyecta con las empresas mineras usar el agua para extraer y lavar oro, llevándose los metales y dejando el agua contaminada. No olvidan que Maza, ahora kirchnerista, fue el funcionario de Menem, en la década de los noventa, que armó la legislación que abrió las puertas al saqueo y la contaminación minera. Repudian la legislación de Menem. Algunos me preguntan por Kirchner. Les comento que si uno entra a la página de Internet del ministerio de Economía repugna ver como el gobierno ofrece la Cordillera, tierras, aguas y riquezas, asegurando todo tipo de ventajas impositivas y ganancias exorbitantes. Alrededor mío, aquí y allá, en la ruta 38, gritan “El agua vale más que el oro” pero hace pocos meses Kirchner y su mujer en EE.UU. reunidos con “la Barrick” les aseguraron que pueden usar el agua que quieran con el objetivo de llevarse el oro .
“El agua vale más que el oro” gritan desde los cerros del Famatina. Desde donde baja “la larga lengua de la nieve…(que ) a su paso fugitivo y penetrante se reanima la floresta: surge el brote, triunfa el germen y revientan los capullos”. No a la Mina. Son los ecos de los asambleístas de Esquel. Los que repercutieron en Jachal, Andalgalá, Calingasta, Mendoza, Río Negro, Jujuy o Santa Cruz. Los gritos que se extienden entre cerros y quebradas a lo largo de la Cordillera. Los que defienden arroyos, vertientes, ríos y glaciares. Fuentes de trabajo y de vida. Los que ya se escuchan en el Cordón de La Ventana, en Torquinst y Saavedra. Son los mismos clamores de Gualeguaychú y Colón. Los que repudian el lucro empresario y los negociados políticos que arrasan con todo lo que encuentran. La barbarie capitalista.
Anochece. Vuelve a funcionar la asamblea. Se deciden nuevas medidas para seguir enfrentando a “la Barrick y los Maza”. Y se emprende el retorno a pueblos y hogares. Hay cansancio pero veo mucha alegría. Hubo quienes anduvieron de aquí para allá solucionando problemas y derrochando energías. No hubo dirigentes o partidos iluminados intentando atarles las manos. Lo que puede un pueblo. Hubo creatividad, buen humor, esfuerzos, ideas e iniciativas, dignidad, solidaridad y resistencia, autoorganización. En medio de tanta bronca no dejaron de escuchar a los que pasaban y se quejaban. ¡Es que hay que acercarlos a esta lucha para poder ganarla! Y firmeza, mucha firmeza. Al regresar pensaba en cómo fortalece participar de estas luchas. Y estimula. Enfrente hay gobiernos, empresas y países poderosos. Pero de este lado hay mucha fuerza. Mucha. La de trabajadores y vecinos de un pueblo. Y con las manos desatadas.

Luis Zamora