Nos parece interesante en la actual coyuntura transcribir un artículo publicado por NODAL en octubre de 2019. En él se advierte la triste y enojosa realidad: la enorme deuda externa que fue tomada por el entonces presidente Mauricio Macri pone a nuestros bienes comunes como garantía de cobro.

El servicio de la deuda crea servidumbre.

En base a datos del Ministerio de Economía se calcula la deuda externa argentina al 31 de marzo de 2019 en 338.000 millones de dólares.

No quiero entrar en detalles técnicos del monto exacto de la deuda porque no viene al caso. La trampa de la deuda tiene una finalidad que no es monetaria.

El objetivo de la deuda no es obtener más dinero sino más servidumbre, más obediencia.
La deuda es un sistema para obtener sometimiento, para reforzar la posición dominante del acreedor, para incapacitar, para que el deudor este discapacitado de cumplir.

Ante la postración obtenida el acreedor avanza sobre el patrimonio del deudor.
Esto es lo que se llama desposesión.

Para que quede claro piense en algún pariente, amigo o conocido que convirtió su deuda en algún bien concreto, desposeyendo al deudor de un objeto material.

En los países pasa lo mismo y es lo que voy a tratar de explicar acá.

La servidumbre de la deuda

Con esos niveles de endeudamiento el solo pago de intereses de la deuda se vuelve imposible. El pago de intereses se complica, las cuentas no llegan, entonces aumenta el riesgo país, los capitales se retiran, aumenta aun más el riesgo país y se pide al fin más deuda con intereses más caros. Es un círculo perverso, adictivo.

Es eso que Ud. conoce bien porque se lo hacen las tarjetas de crédito. Ud. se ve ahogado por los intereses, se gasta los ahorros y termina pidiendo un préstamo para pagar los intereses de la tarjeta, a los que suman después los intereses del préstamo.

El resultado de la trampa de la deuda es ser siempre más débil.

Las tripas de la abuela

Así como el acreedor pasó a llevarse el televisor porque Ud. no le pagó, los acreedores de la Deuda Externa Argentina pasarán a retirar de su país las cosas que consideren interesantes.

¿A ver qué cosas de su país se pueden llevar?

En los años 90 con Menem se llevaron las empresas del Estado (Los trenes, Aguas Argentinas, YPF, Entel, Empresas Eléctricas, Empresas de Gas, el Correo, Aerolíneas Argentinas y los Fondos de Pensión a través de las AFJP) empresas que habían costado a todo el pueblo argentino más 50 años de muchos esfuerzos y mantenimientos.
Se llevan las joyas de la abuela, se dijo entonces.

Hoy, con esta súper-mega deuda, tampoco se podrá pagar. ¿Y qué se van a llevar?
Las tripas de la abuela: nuestros Recursos Naturales.

Argentina, la Grecia sudamericana.

En términos de endeudamiento el único caso comparable con el argentino es el de Grecia.
¿Se acuerdan que había un gobierno de centro-izquierda, que no iba a pagar, se convocó a un referéndum, el pueblo dijo no pagamos nada y el presidente fue y pagó?

¿Se acuerdan?

El tema no es que Alexis Tsipras se haya burlado de sus votantes, de su partido y de sus propios discursos. El tema acá es cómo pagó, con qué pagó.

El Gobierno del ex primer ministro griego, Alexis Tsipras, puso en venta más de 1200 islas, para conseguir 54.139 millones de dólares y poder pagar la deuda contraída entre 2009 y 2012.

La isla Omfori cuesta 61,9 millones de dólares, Dulichium 49,5 millones de dólares, mientras que Aegean la venden por 43,3 millones de dólares. Todas se ubican en el mar Jónico.

Grecia dispuso un catálogo con otras 11 islas más baratas, las cuales se pueden obtener pagando 3.248.000 millones de dólares.

Islas, puertos y aeropuertos se llevaron los acreedores en forma de pago de la deuda. Pero no alcanzó y Grecia sigue endeudada.

Alemania, hegemón de la eurozona, es el país que se quedó con la mayor parte del botín.
¿Quién es el hegemón de nuestra zona?

EL RIESGO DE LA INVERSIÓN EXTRANJERA

La Inversión Extranjera es el dispositivo por el cual se puede materializar la deuda. Esa inmensa cantidad de miles de millones de dólares no sirven para nada, no son ni siquiera papelitos, son solo archivos, bytes en cuentas de los discos rígidos de los bancos.

Pero cuando esos montos de deuda se convierten en bienes concretos, en empresas del Estado, en minerales, en lagos, en montañas enteras, a lo que estamos aconteciendo es a un proceso de enajenación del territorio sin haber disparado ni un solo tiro.

Nos van a sacar las cosas por teléfono, dijo Perón en 1953.

Es un proceso de Ocupación Territorial a través de la Inversión Extranjera.

Deuda por territorio

El 11 de enero de 2017, a través del decreto 29/2017, el presidente Mauricio Macri facultó al Ministerio de Finanzas a tomar deuda por 20.000 millones de dólares y definió la jurisdicción a favor de tribunales en Nueva York y Londres. Acto seguido, dejó constancia de la renuncia de la Argentina a la Inmunidad Soberana y excluyó de este desistimiento a las reservas del Banco Central, los bienes diplomáticos, la herencia cultural, los depósitos bancarios y otros medios de pago.

Sin embargo, el decreto nada dice en su cuerpo de los bienes comprendidos en el artículo 236 del código civil. Se termina incluyendo expresamente como prenda a los Recursos Naturales, en caso de que Argentina no pueda afrontar el pago de intereses o del capital de deuda. Los Recursos Naturales, es decir el territorio mismo de la Nación, como garantía de la deuda.

El articulo 236 habla de las minas de oro, plata, piedras preciosas, sustancias fósiles (petróleo, carbón y gas). También Lagos no navegables y todos los bienes adquiridos por el Estado Nacional. Es decir que la guita es lo que menos le importa. Están más bien ávidos de riqueza. De riqueza natural y de espacio geopolítico.

En este punto lo interesante es preguntarse por “el cómo” se llevaran esas riquezas naturales de nuestro territorio.

El mecanismo concreto por el cual se apropiarán las Grandes Empresas Transnacionales de nuestras riquezas minerales se llama Inversión Extranjera Directa.

El Código Nacional de Inversiones no ha sido modificado y rige desde los tiempos de Carlos Saúl Menem.

Llamarlo laxo sería un halago.

Pueden invertir, llevarse sin ningún tipo de auditoría los Recursos Naturales, contaminar municipios enteros y hacer responsable al Estado de la restauración del ecosistema dañado. Pueden retirar como quieran, en la cantidad que quieran y cuando quieran las ganancias. No ha sido regulado el tipo de contratación laboral, ni se exige la obligación de contratar personal jerárquico nacional. No permiten la fabricación bajo licencia lo que obliga a que sean ellos siempre los que produzcan ese bien.
Una cuestión tan compleja como las Inversiones Extranjeras está regulada en tan solo 10 artículos.

Ley de inversiones extranjeras de 1993 y aun vigente:

http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/55000-59999/56254/texact.htm

Tenemos hoy en la Argentina el Código de Inversiones del menemismo y la Ley de Entidades Financieras de la última dictadura cívico-militar.

Esos dos andamiajes jurídicos constituyen el plexo legal de la dependencia.

La falsa dicotomía entre capital financiero vs capital productivo esconde que los Grupos Económicos comen de las dos manos.

Identificar como problema para la soberanía nacional solo al capital financiero especulativo es muy inocente.

No son solo los bancos. Son también LAS EMPRESAS TRANSNACIONALES las que saquean nuestras riquezas.

El neoliberalismo no solo es financiero. También es extractivo.

Si continúan hoy vigentes el Código Nacional de Inversiones y Ley de Minería del menemismo, sumados a la Ley de Entidades Financieras de la última dictadura genocida, reconstruir el país para que sea un lugar digno de ser vivido será imposible.

Los años pasan rápido y estos temas nunca aparecen en agenda.

¿No habrá llegado el momento de discutirlos?

Gustavo Koenig – Sociólogo de la Universidad de Buenos Aires

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