¿Es posible imaginar un mundo sin minería? Eso es lo que se propone el informe El fin de la minería, lanzado por Ecologistas en Acción. El documento es un ejercicio de prospectiva y está escrito desde un futuro imaginado en 2050, para contarnos lo que nos deparan las tres próximas décadas.

Fuente: ecologistas en acción

  • El informe «El fin de la minería» invita a imaginar un mundo sin minería en un momento el que están surgiendo centenares de nuevos proyectos mineros en el Estado español.
  • La minería es una de las industrias más contaminantes del mundo y una de las principales responsables del cambio climático.
  • La organización ecologista advierte que las políticas de circularidad continuarán fracasando mientras no se considere seriamente la necesidad de dejar los minerales en el suelo.

En un momento en el que están surgiendo centenas de nuevos proyectos mineros en toda la geografía del Estado, el informe explora las contradicciones del discurso dominante acerca de la imposibilidad de vivir sin más minería.

Ecologistas en Acción considera fundamental invitar a imaginar un mundo sin minería (o al menos con mucha menos, en lugar de ir a más) para que las imágenes positivas del futuro ayuden a la ciudadanía, a los movimientos sociales y a responsables políticos a tomar medidas.

El informe, lejos de la ciencia ficción, presenta una nueva narrativa del futuro construida sobre las evidencias científicas disponibles. Para ello, analiza las alternativas existentes y emergentes como el fin de la obsolescencia programada y el aumento de la reparación, reutilización y refabricación de bienes, el cambio hacia los sistemas de energía distribuida y comunidades energéticas, o los sistemas de movilidad menos dependientes del coche particular. Estas y muchas otras transformaciones serán fundamentales en una transformación hacia sociedades que se alejen del mito del crecimiento y que estén basadas en el bienestar y las necesidades reales.

Entre otros ejemplos, el informe presenta los avances en campos como la fitominería –la extracción de metales en suelos contaminados mediante plantas y hongos hiperacumuladores–  o la investigación sobre baterías de proteínas sin metales que haría innecesaria la minería para baterías.

Pero más allá de estas soluciones técnicas, El fin de la minería muestra cómo se está minando en los sitios equivocados. Solo en la UE hay más de 500 millones de teléfonos acaparados en cajones, con un valor de 1.300 millones de euros en oro, plata, platino, paladio y cobre recuperables.

Aunque extraer metales como el cobre o el oro de los residuos electrónicos es hasta 13 veces más barato que extraerlos de las minas convencionales, el informe pone el dedo en la llaga al advertir, como una de las razones del fracaso de las políticas de circularidad, que ninguna ha considerado seriamente la necesidad de dejar los minerales en el suelo y en el fondo marino. Algo que sí se ha entendido en otros ámbitos, como con la necesidad de abandonar combustibles fósiles como el carbón.

Una industria netamente destructiva
A pesar de sus esfuerzos por posicionarse –de la mano de las energías renovables y los vehículos eléctricos–  como una industria verde y sostenible, la minería es una de las industrias más contaminantes del mundo y una de las principales responsables del cambio climático.

La producción de siete metales –hierro, aluminio, cobre, zinc, plomo, níquel y manganeso– es responsable del 7 % del total de las emisiones de gases de efecto invernadero y una de las principales causas de violaciones de los derechos humanos, inestabilidad política y desplazamientos forzados en el Sur global.

Pero, como enfatizan en Ecologistas en Acción, «la buena noticia es que se puede dejar atrás la economía lineal, de usar y tirar, centrada en el consumo excesivo y el crecimiento del PIB, para pasar a una economía circular centrada en la suficiencia, el bienestar y la distribución justa y equitativa». El informe El fin de la minería avanza cuáles pueden ser algunos de los caminos en esa dirección que pueden ayudar a nuestras sociedades a un cambio de narrativa en el momento actual de resistencia frente al emergente boom minero.

Metales: los combustibles fósiles del siglo XXI
La transición hacia una sociedad neutra en carbono se está centrando en gran medida en soluciones tecnológicas e innovaciones tales como el cambio a gran escala a las energías renovables, la sustitución por vehículos eléctricos de 1.400 millones de coches de gasolina y diésel y la digitalización de nuestras sociedades y economías. Sin embargo, el modelo económico subyacente permanece prácticamente inamovible: extraer, consumir, desechar. Un modelo que favorece al Norte Global con un consumo incesante y excesivo y que persigue un eterno crecimiento económico a expensas de la naturaleza.

Las llamadas tecnologías e infraestructuras verdes conllevan un aspecto esencial que nos es familiar: todas requieren grandes cantidades de metales y minerales. Esto implica la apertura de más y más minas, exacerbando las consecuencias medioambientales y sociales del extractivismo. Los metales se han convertido así en el combustible fósil del siglo XXI.

Cada año la minería avanza hacia nuevas fronteras e invade más espacios naturales y comunidades de todo el mundo. En tierra firme, la exploración se adentra cada vez más en el subsuelo y devora las pocas zonas vírgenes que aún nos quedan. Como ejemplo, en lugar de servirnos como advertencia, el rápido deshielo del Ártico está alentando la minería polar, haciendo que lugares antes inalcanzables sean ahora considerados económicamente viables.

La bióloga marina Sylvia Earle, reconocida a nivel mundial, ha calificado la minería submarina como «la mayor apropiación de tierra de la historia de la humanidad» y, de hecho, los fondos marinos se han convertido en la última frontera para la minería en la Tierra. Ya se han reservado más de 1,3 millones de kilómetros cuadrados de fondos oceánicos para la exploración minera. A pesar de que los científicos están advirtiendo sobre la pérdida irreversible de biodiversidad a gran escala que esto supondría, algunos países y empresas tienen la intención de comenzar a minar en aguas internacionales a partir de 2023.

Ante este incesante impulso hacia la extracción, se nos plantean algunas preguntas existenciales. ¿Puede la humanidad permitirse la pérdida de grandes extensiones de naturaleza, tanto en tierra firme como en los fondos marinos, para alimentar una economía de «crecimiento verde» que solo beneficiará a unos pocos en el Norte Global? ¿Debemos seguir dando espacio a las economías extractivas en el siglo XXI? ¿Podemos imaginar una sociedad capaz de combatir el cambio climático y el colapso ecosistémico al mismo tiempo que deja atrás la extracción de recursos?

Objetivo de este informe: reconsiderar los metales y la minería
Informes recientes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) y de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, también por sus siglas en inglés) han alertado al mundo acerca del devastador impacto de la actividad humana sobre la naturaleza y el clima. La solución es difícil pero clara: un cambio transformador.

Este informe propone algunos itinerarios posibles para llevar a cabo este cambio transformador. Representa una visión científica, basada en evidencias, de un mundo en el que la minería terrestre ha quedado obsoleta y las profundidades marinas están protegidas frente a la invasión minera. Ofrece una alternativa al enfoque continuista aplicado en la mayoría de los escenarios globales planteados acerca de la futura demanda de metales (Banco Mundial2, Panel Internacional de los Recursos3, Agencia Internacional de la Energía4, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos5), que presuponen un crecimiento continuo del consumo y la producción expresado como Producto Interior Bruto (PIB).

Por lo general, estos escenarios de crecimiento predicen al menos una duplicación o cuadruplicación de la demanda de metales para 2050 o 2060. Romper con esta visión continuista y vislumbrar un futuro diferente es clave para elaborar políticas efectivas que puedan prevenir este esperado despliegue de la minería.

Este informe toma el año 2050 como punto de referencia. Este desplazamiento temporal permitirá al lector-participante adentrarse en la enorme transición hacia una sociedad mucho menos intensiva en recursos, equipada para hacer frente a los impactos del cambio climático, para revertir la pérdida de biodiversidad del siglo anterior y para liberarse de la extracción de recursos.

El informe está estructurado de la siguiente manera:

2050: un mundo post-minería nos traslada a una visión alternativa del futuro;
2020: el momento crítico de la minería explica algunas de las tendencias actuales, ayudando al lector a comprender el cambio que se avecina;
Semillas del cambio destaca los numerosos cambios y las nuevas formas de actuación ya presentes en 2020 y que permitieron que se produjera la transformación;
Una brújula para el futuro profundiza en el cambio de paradigma alejado de la minería de la década de 2020;
El taller «Imaginar un mundo sin minería» presenta un concepto de taller en el que se visualizan diversos itinerarios hacia un futuro sin minería, animando al lector a adoptar sus propias vías de actuación.
Empecemos pues por proyectarnos hacia el año 2050, un mundo en el que la minería se ha convertido en algo del pasado, y veamos cómo hemos llegado hasta aquí visitando las semillas del cambio que ya están brotando en 2020.

Un documento para leer, analizar, debatir y construir alternativas.

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