El 94 % de los 528 embarques de carbonato de litio registrados desde el 2018 hasta fines de junio pasado en Argentina  no consigna ni el peso ni el precio o monto de esas operaciones de comercio exterior. Además del 6 % de los embarques restantes, más de un tercio tiene inusitadamente un destino “Confidencial”, registrándose además subfacturaciones promedio, si se las compara con las exportaciones de Chile, de hasta un 45 % menos.

Las exportaciones de litio, denominado el oro blanco, parecen ser ahora el mitológico Vellocino de Oro que junto con la Vaca Muerta nos va a sacar a los argentinos de la crisis económica y la miseria. Y así tras quitar el cepo, podríamos volver a importar y viajar libremente -dicen-, y a atesorar dólares estérilmente, escondidos en Argentina o invertidos en el exterior, a la par que repudiamos nuestra moneda.  Pero una consulta en el INDEC referida a las exportaciones de litio, en lugar de brindarnos el Vellocino de Oro, nos brinda un pavoroso y desolador panorama al observar que de los 528 embarques de carbonato de litio registrados desde el 2018 hasta fines de junio pasado, el 94 % de ellos no consigna ni el peso ni el precio o monto de esas operaciones de comercio exterior. Y que además del 6 % de los embarques restantes, más de un tercio tiene inusitadamente un destino “Confidencial”. Registrándose además subfacturaciones promedio, si se las compara con las exportaciones de Chile, de hasta un 45 % menos.

Y el panorama está lejos de haber cambiado, dado que en lo que va del 2023 se registraron 40 despachos, en los cuales solo en uno, que tiene un destino “Confidencial”, se consigna cantidad y precio, el que al otro lado de la Cordillera, es un 83 % superior  dejando planteando el interrogante si existe una triangulación de exportaciones de litio a través de Chile.

Jujuy y el litio
Jujuy es noticia a nivel nacional, por la represión que ejerce la administración gubernamental de Gerardo Morales, precandidato a vicepresidente acompañando a Horacio Rodríguez Larreta. Las acusaciones por sedición, por parte de autoridades del poder ejecutivo y judicial, contra las personas que participaron de las protestas contra la reforma de la Constitución provincial, ha llegado a dimensiones que sorprende a gran parte de la sociedad nacional.
En estos momentos, por ejemplo, el abogado de derechos humanos, Alberto Nallar, permanece encerrado en su casa por prisión domiciliaria. Precisamente, los principales cuestionamientos a esa reforma, es que consagra ahistóricamente como un derecho absoluto el derecho a la propiedad, aunque ella provenga del regalismo monárquico de las concesiones mineras.

A la par que limita al mínimo el democrático derecho a la protesta democrática, al prohibir los cortes de calles y rutas, o cualquier otra manifestación que perturbe la circulación, que en los hechos implica la prohibición total de la protesta.

¿Por qué ese prohibicionismo y esa saña? Tanto quienes participaron de los piquetes, pasando por integrantes de comunidades indígenas, e incluso dirigentes y funcionarios opositores a Morales, sostienen que detrás del mismo está el negocio del litio. Y pronostican que el avance de los proyectos mineros para extraer este “oro blanco”, implicará reacciones sociales, al poner en peligro los territorios comunales.

La demanda de litio es justificada a nivel global con el discurso de la necesaria producción de baterías para la electromovilidad con que se pretende contrarrestar el cambio climático. Más de la mitad de esos recursos se concentran en Argentina, Bolivia y Chile. En el caso de nuestro país, están principalmente alojados en los salares de la Puna donde se bombea los suelos para extraer las salmueras y depositarlas en piletones. De allí, las sales decantan, mientras el agua se evapora. Con esta concentración de los minerales, se ejecuta un proceso químico-industrial para obtener el carbonato de litio, la materia prima para la producción de baterías de Ion Litio, que demandan las principales firmas del mundo.

Actualmente, solo hay dos minas de litio en operaciones en Argentina. Una es en el Salar de Olaroz, ubicado en la región jujeña de Cauchari, y la otra es el proyecto Fénix, en Catamarca. La primera es explotada por una asociación empresarial, encabezada principalmente por la australiana Allken, mientras que la segunda por la estadounidense Livent.

Sin embargo, este año, en los medios especializados del Big Business, repercutió el anuncio de que esa dos firmas se fusionarían en una misma empresa, llamada NewCo. Cuyos principales accionistas son grandes fondos de inversión encabezados por Black Rock. El mismo que lideró la renegociación de la deuda pública externa argentina con acreedores privados. Es decir qué en la actualidad, el litio y las finanzas en Argentina es un Big Business que se concentra en una sola y poderosa mano.

Como se puede ver en el siguiente gráfico, Argentina tiene un mini boom de exportaciones de carbonato de litio, que el año pasado superó los 665 millones de dólares FOB, es decir, al precio en que el bien exportable es embarcado en el puerto. Un pico casi tres veces superior al anterior pico que se registró en el año 2018, de casi U$S 255 millones.

Sin embargo, detrás de esta fiebre por el metal alcalino, que viene  desde el 2018 hasta nuestros días, hay también una obsesión de intransparencia y encubrimiento por parte de la administración pública, respecto dar a conocer la información completa que surge frente este novedoso panorama.
Lo cual evidenciaría la existencia de un sistemático saqueo y expoliación en la extracción de dicho recurso, cuyas ganancias en lugar de quedar en nuestro país, pasan a engrosar las enormes ganancias de la elite empresaria trasnacional. Un negocio de dimensiones tan grandes, que permite entender la respuesta brutal que se trató de legalizar, con la reforma de la constitución de Jujuy.

Precios, cantidades, y destinos ocultos
Inusitadamente desde el 2018, el Estado argentino viene llevando a cabo un sistemático encubrimiento respecto las exportaciones de litio, sea la cantidad que se despacha en los puertos, como así también de sus respectivos precios. Así lo revela la base de datos del Comercio de Exterior de Bienes del INDEC.

De la misma surge, que entre el año 2002 al 2017, solo se registró un solo caso de embarque, ocurrido en el 2013 con destino a Paraguay, donde no se especificó la cantidad de kilos o toneladas de carbonato de litio exportadas.
Pero a partir del 2018 hasta el 2022, esas exportaciones sin precio ni cantidad se multiplicaron inexplicablemente, hasta llegar a una cantidad de ¡458! Y por contrario,  cuando, aparecen los precios y cantidades, en la mayoría de los casos su destino esta oculto, bajo el carácter de “Confidencial”. Verificándose además como si eso fuera poco, que los precios consignados son muy inferiores en relación con los precios de exportación de Chile, para el mismo producto.

Precios y cantidades ocultas
Como se dijo, en total fueron 458 despachos de aduana en los que no se sabe ni cuántas toneladas, ni a qué precio fue exportado el carbonato de litio desde nuestro país. Tal como se puede observar en el siguiente cuadro confeccionado con datos del INDEC.

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Como se puede ver en él, los principales compradores del litio argentino sin precio ni cantidad, son Estados Unidos y países asiáticos como Japón, China, y Corea del Sur. En cuanto la cantidad de embarques con esas características, hubo un total de 58 cargamentos para la potencia norteamericana, y otra tanto para el país de Tokio, cuna de la firma Toyota, gran inversora en la minería del litio.

Pegado en segundo lugar, aparece China con 56 embarques. Luego le sigue Corea del Sur con 47, otra nación con enorme crecimiento en las telecomunicaciones, como es Samsung. Los países que continúan son europeos, como Francia (41), España (35), Bélgica (28), Rusia (24, Australia, pese a ser otro gran productor de litio (20), etc.

Destinos ocultos
Como se dijo, por otro lado, desde 2018 en adelante según el INDEC, se acumulan embarques donde se ocultan los países destinatarios, bajo el carácter de Confidencial. Que representan un total de U$S 256.532.759 FOB de carbonato de litio, de los que se desconoce hacia dónde fueron exportados.

En 2018, hubo un total de 21 embarques que se podrían denominar “no confidenciales”, al estar consignados sus destinos. Los cuales tuvieron una distribución equilibrada con los “Confidenciales” e los que no sabe dónde terminaron, registrándose en todos los casos uno o dos embarques en todo el año. Que generaron una exportación de 9.866 toneladas de litio por U$S 94 millones FOB, a un precio promedio de U$S 11,8 el kilogramo. Con una gran dispersión del mismo, ya que va desde U$S 6,9 hasta U$S 15,6 el Kg.

Ahora bien, todo se vuelve engorroso a partir del 2019. Los embarques bajo rótulo “Confidencial” terminan cubriendo casi toda la planilla. Para ese año, por ejemplo, la única operación registrada fue la venta de 3.000 toneladas de carbonato de lito por U$S 21,3  millones FOB. Y lo que es aun peor, el precio promedio fue de solo 7,1 dólares el Kg, una cifra cercana al mínimo del año anterior.

En el 2020, con la cuarentena, se computaron tres embarcaciones con destino Confidencial, Y una sola con destino manifiesto, que fue China. Las tres operaciones mencionadas embarcaron 8.210 toneladas de carbonato de litio por U$S 37,3 millones, a un precio promedio de U$S 4,8 el Kg, aún mas bajo que el año anterior. Hacia Confidencial fueron 7.320 toneladas por U$S 32,9 millones, a un precio promedio de u$s 4,7 el Kg. Y hacia China, fueron 889 mil kilos por un monto de U$S 4,4 millones, a un precio promedio de u$s 5.

En el 2021, solo se registraron 2 exportaciones con destino Confidencial, por 4.308  toneladas de litio a U$S 27,4 millones. O sea un precio promedio de 6,2 dólares el kilo, levemente superior  a los dos años anteriores.
Finalmente, para el 2022, también se registraron también dos embarques de carbonato de litio con destino Confidencial, por 4.885 toneladas, a U$S 125,9 millones FOB. El precio promedio fue de 25 dólares el kilo, cuatro veces mayor al año anterior.

En conclusión, tenemos que entre 2018 y 2022, mas allá de los 457 despachos con pesos y precios no declarados en ese periodo, se exportaron según el INDEC 30.271 toneladas de carbonato de litio, por un monto de U$S 306,2 millones FOB, como única información que se cuenta a mano.

De esos pocos datos, que abarcan solo  30 embarques, o sea solo el 6 % del total si se suman los otros 457 embarques con peso y precios desconocidos, 10 embarques por 24.664 toneladas, fueron con destino oculto bajo el inusitado carácter de Confidencial, por un monto 256,5 millones de dólares. Con un precio promedio final de los 30 embarques, de U$S 11,2 el KG, inferior al del año 2018. Y una similar dispersión de precios, que como se verá seguidamente, nada tienen que ver con los precios de exportación de nuestros vecinos chilenos.

Comparación con Chile
En el caso de Chile, en el 2022 exportó 220.473 toneladas de carbonato de litio, por un monto de 8.920 millones de dólares, a un precio promedio de 40,5 dólares el kilo. Lo que representa respecto el promedio argentino de 25,7 dólares, una merma de precio o subfacturación por parte de nuestro país, de menos – 37 %. Y dicho sea de paso: no hay en los registros de exportación chilenos destinos “Confidenciales”, ni tampoco operaciones donde tanto el precio como el precio figuren con casilleros vacíos.

En total desde 2018 al 2022, Chile exportó 660.556 toneladas de carbonato de litio, por un monto FOB de 12.968 millones de dólares, a un precio promedio de U$S 19,6 por kg. O sea a un precio un 75 % superior a las exportaciones por parte de Argentina en el mismo periodo, lo cual agrava aún mas el cuadro de intransparencia y desidia que reflejan las inusitadas estadísticas del INDEC.

En el siguiente gráfico se exponen las diferencias de exportación año a año entre Chile (columnas rojas) y Argentina (columnas azules), reflejadas sus cuantías en el eje derecho. Y la merma de precio o subfacturación por parte de Argentina en relación con el precio de Chile (línea verde) reflejada en el eje izquierdo, que se fue dando en forma creciente a partir del 2018, hasta llegar al año 2022 con -37 %.


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En el año 2023 según el INDEC, lamentablemente nada ha cambiado. Hasta junio se concretaron 40 despachos de carbonato de litio, y 39 de ellos no consignan ni peso ni precio. De ellos 6 despachos fueron a Estados Unidos, China, y Japón. 4 despachos  a Corea del Sur y Francia. 3 a España y México. 2 a India. Y 1 a Australia Bélgica, Colombia, y Países Bajos.
El despacho faltante que sí consigna peso y precio, tiene destino “Confidencial”, con una cantidad de 2.056 toneladas, un monto FOB de U$S 44,5 millones, y un precio promedio de U$S 21,6 el Kg. En el mismo periodo Chile despachó 110.404 toneladas, por un monto FOB U$S 4.381 millones, con un precio promedio de U$S 39,7 el Kg. Lo cual representa una merma o subfacturación por parte de Argentina de -45 % menos.
O sea que entre ambos lados de la frontera cordillerana, se verifica una sustancial diferencia de precio de hasta un 83 % más, según el litio salga por los puertos chilenos del Pacifico, o los argentinos el Atlántico. Una de dos: o Argentina vende su litio con una notable subfacturación en comparación a lo que vende Chile; o la información pública que brinda nuestro Estado es tan poco transparente, que lo poco que brinda nos lleva a obtener estos resultados irrisorios. Pero lamentablemente, las dos alternativas parecen ciertas.-
Por Leandro Rosso

Fuente: striptease del poder – indymedia