Belén, Catamarca – 12/06/08. Antes de que la primera carga de dinamita arrojara una porción de montaña hacia las nubes, el gobernador de Catamarca Arnoldo Castillo estalló en lágrimas e interrumpió su discurso, emocionado. Mientras los explosivos agujereaban el telón celeste, abajo en el valle, en las cocinas y en los dormitorios de Belén, los vecinos daban rienda suelta al comercio de sueños: veían los miles de puestos de trabajo, los nuevos barrios con jardines prolijos, las rutas de pavimento fulgurante, los puentes y las escuelas, todo eso era lo que la mina de oro y cobre más grande del país derramaría sobre la región. Pero, hoy como ayer, Belén no tiene rutas pavimentadas para lucir, tiene 600 familias que sobreviven del gotero estatal del plan de ayuda Jefas y Jefes; Belén no tiene barrios flamantes con jardines donde leen el diario los nuevos burgueses; tiene un 26 por ciento de hogares que no cubren sus necesidades básicas, y tiene escuelas antiguas, con aulas resquebrajadas y alumnos apretujados. Belén no tiene, en fin, todo lo que le prometieron que tendría.
Por César Menotti
A sólo 110 kilómetros de Belén despliega su boca la mina La Alumbrera, un gigantesco hueco a cielo abierto, en el que caben docenas de catedrales. Solamente ponerlo a producir habría costado 1.200 millones de dólares. Es el emprendimiento más importante de la minería argentina y su especialidad es ofrecer títulos altisonantes para los suplementos económicos: la mayor inversión extranjera, el mayor consumidor de energía eléctrica del país, el más grande productor de oro de Sudamérica y el noveno del mundo.
En La Alumbrera se hacen saltar por los aires más de 1.500 millones de toneladas de roca, que reducidas a polvo y mezcladas con mucha, muchísima agua (un bien escaso, cuando se lo encuentra en Belén) y con el temido Cianuro, serán decantadas para separar el oro y el cobre y luego, el barro resultante, rico en oro y otros minerales como cobre y plata, se envía a Tucumán por un tubo subterráneo, allí se desecha el barro contaminado, se concentran los minerales valiosos, que salen con destino al puerto de Rosario primero, y a los países desarrollados después, donde tiene lugar el proceso de refinado final, que ni piensan hacer en Argentina.
La mina La Alumbrera utiliza más de 51 millones de litros de agua por día, que obtiene de seis pozos perforados en una reserva acuífera subterránea que se está agotando y dejando sin agua a Belén, que no tiene un solo pozo ni menos un dique que permita los sembradíos.
Guillermo Valdés Franco, es el enemigo número uno que La Alumbrera se ganó en Belén.
El dice que “La Alumbrera infectó no sólo el medio ambiente sino también el sistema político y social de la región. ¿Dónde están los 20 mil puestos de trabajo que traería? ¿Dónde está el desarrollo? ¡Es una estafa! Sólo reparte limosnas a iglesias y municipios. Cualquier escuela que necesita algo, ya no hace rifas, directamente pide a la mina. ¿Qué ejemplo le dejamos a los niños? ¿Vamos a perder así la dignidad? ¿No vamos a defender nuestros recursos?
La Alumbrera tiene que ser una mala palabra en las escuelas de Catamarca”.
Rubén Lasa es presidente de la Cámara Económica de Belén y nos cuenta “Ni la comida compran acá, nos subestiman absolutamente. La llegada de la empresa no ha representado nada de lo que se esperaba ni de lo que se prometió. Es un emprendimiento enorme rodeado de una pobreza atroz, que sólo provee dádivas y aportes mínimos a instituciones locales. ¿Qué genera La Alumbrera para la zona? Nos siguen vendiendo espejitos de colores”.
Sentado bajo una gigantesca fotografía de La Alumbrera de dos metros de largo, el presidente del Concejo Deliberante de Belén a cargo de la intendencia, Claudio Reales, dice que no está “tan disconforme” con la mina. “Todo lo que a ellos les sobra, maderas rotas, pedazos de alfombra, cemento, lo donan a instituciones. En todo Belén no debe haber una casa que no tenga un cable o un caño salido de la mina.
Sin La Alumbrera, estaríamos peor”, reflexiona este funcionario, que tiene el cerebro lavado con el Cianuro de la Mina.
En la época de Menem se puso en marcha este emprendimiento y todos, no solo los Catamarqueños, creíamos en los cantos de sirena que los medios de comunicación pagados por la Minera nos vendían. Hoy, 10 años después, el oro y el cobre, junto con otros minerales que ni declaran, se han ido definitivamente de nuestro país a cambio de un mísero 3% de lo que la Minera quiso declarar.
Pero nos han dejado algunos “regalitos” que nos acompañarán por los siglos de los siglos, como ser: El entorno natural que era un paraíso, hoy es tierra arrasada y un gigantesco agujero; La inmensa cantidad de agua utilizada, ha secado totalmente las napas subterráneas cercanas que nutrían a Belén y hoy no quedan cultivos; Las toneladas de Cianuro empleadas han dejado su huella, matando a toda vida animal y vegetal; Los minerales pesados, liberados de la roca molida, están en el ambiente y sus catastróficas consecuencias sobre la vida humana no se harán esperar.
Conclusión: En Belén y en todos los lugares en donde se emplea el método de Lixiviación con cianuro para sacar el oro de la roca, estaban mejor y vivían más felices, cuando las Mineras no se habían instalado.