Entrevista a Robinson Yumbo, ex presidente de la Nación indígena Cofán y representante de los afectados por Chevron-Texaco en el Amazonas. “Texaco está operando en el territorio ancestral de la Nación Cofán desde que yo tengo uso de razón y en un lapso bastante rápido pudimos darnos cuenta de que la pesca y la cacería, que eran parte de nuestra vida cotidiana de adolescentes, fueron desapareciendo”, cuenta.
Por Observatorio Petrolero Sur OPSur
Foto: Robinson Yumbo en la comunidad Campo Maripe junto a la Inan Lonko Mabel Campo
En marzo de 1967 del pozo Lago Agrio No. 1 brotó petróleo por primera vez en la Amazonía ecuatoriana, luego de tres años de exploración de las petroleras norteamericanas Texaco y Gulf Oil, fusionadas con Chevron Corp. en 2001 y 1984 respectivamente. Robinson Yumbo nació en Lago Agrio seis años después del descubrimiento. Miembro del Pueblo Cofán, su familia y las de Dureno, su comunidad, fueron algunas de las que recibieron la masiva invasión de técnicos y operarios petroleros que llegaron a la zona. “Texaco está operando en el territorio ancestral de la Nación Cofán desde que yo tengo uso de razón y en un lapso bastante rápido pudimos darnos cuenta de que la pesca y la cacería, que eran parte de nuestra vida cotidiana de adolescentes, fueron desapareciendo”, cuenta.
Entre 1972 y 1992, Texaco afectó 450 mil hectáreas, reconoció haber arrojado más de 60 mil millones de litros de agua tóxica a ríos y esteros y construyó cerca de 900 piletas en las que arrojó desechos tóxicos que luego fueron tapados con tierra, afectando a más de 30 mil personas. “Todo cambió, empezaron a desaparecer los peces, el río cambió de color y se inició un proceso de contaminación que nos afectó a todos”, sostiene Yumbo.
Mientras, el Pueblo Cofán vivió un largo proceso de destrucción, éxodo y muerte de sus miembros, para luego pasar a un período de reconstrucción comunitaria, que lo llevó, en conjunto con otros pueblos indígenas y campesinos del lugar, a iniciar una gran demanda judicial contra la petrolera, que ya acumula más de 20 años. En el período, Robinson se convirtió en Presidente de la Federación de su pueblo y en representante de los afectados por Chevron-Texaco, lo que lo ha llevado a visitar distintos países del mundo. En diciembre estuvo en Argentina, se reunió con organizaciones sociales para compartir su experiencia, recorrió medios de comunicación y visitó la comunidad mapuche Campo Maripe, en cuyo territorio se intenta materializar el acuerdo de Chevron e YPF para la explotación de gas y petróleo de lutitas. En ese marco lo entrevistamos, intentando conocer de manera más cercana los impactos de uno de los desastres ambientales más grandes del continente, en el corazón de la Amazonía, y cuyas ramas judiciales rozan a Argentina.
-Robinson, ¿cuál es la situación de tu territorio, cómo ha sido la relación histórica de tu pueblo con la industria petrolera?
Yo vengo desde la amazonía ecuatoriana, al norte del país, justamente de la provincia de Sucumbíos, que nosotros hemos considerado como territorio de la nacionalidad cofán, en mi caso, y que compartimos con los Pueblos Siona y Siekopai. Nuestra nacionalidad tiene una población de 1.200 habitantes, por supuesto que fraccionados en pequeños territorios, que llamamos comunas. Lastimosamente nuestro pueblo está dividido por la frontera entre Ecuador y Colombia, lo que nos ha llevado prácticamente a la destrucción cultural y a tener un proceso organizativo distinto en uno y otro país.
-Te hemos escuchado decir que los cofán eran una Nación de 15 mil personas y actualmente se ha visto reducida a 1.200, ¿qué pasó en este período?
Según los datos, que no son tan lejanos, desde la llegada de Texaco al Territorio Cofán se dan algunos cambios en la cultura, nosotros decimos cambios sociales. El último gran jefe cofán, que gobernaba todo el pueblo, muere por una sobredosis de alcohol el año 76. Los cofán no bebíamos alcohol, tomábamos la bebida tradicional, la chicha, y el alcohol fue traído por gente que trabajaba para Texaco en su tiempo. Acompañado de eso vienen otras enfermedades, que para los cofanes, según cuentan mis padres, eran bastante duras; una gripe podía acabar con una familia porque no estaban acostumbradas a esas enfermedades. Cuando se dan estos cambios, las familias empiezan a huir del sitio donde ancestralmente vivían, se internaban en la selva y desaparecían por años. En algunos casos esas familias nunca volvieron o no pudieron reproducirse, la enfermedad les atacaba y simplemente desaparecían. Por ahí estamos viendo todo el proceso de desaparición forzosa de los que formaban parte de la nacionalidad cofán.
¿En qué momento ustedes se dan cuenta de que es la explotación petrolera efectivamente la que estaba produciendo la contaminación?
Junto con el proceso de explotación petrolera, empiezan a entrar las carreteras. Seguido de ello viene la colonización. Entonces nos encontramos en el gran problema de ver que donde nosotros cazábamos había otras personas, extrañas a nosotros, que también estaban cazando; ahí comenzamos a pelear por los mismos recursos. Junto con la explotación petrolera también llegó la explotación maderera. Y claro, cuando empezamos a ver que todas las aguas de formación de los pozos empezaron a caer a los ríos, nos dimos cuenta de que a consecuencia de eso los peces empezaron a desaparecer.
Pasaron algunos años, en los que siguió operando Texaco, y existía un desconocimiento y un desinterés de parte de las personas de encontrar a un nuevo líder que los guíe. Por la necesidad, por el arrinconamiento forzoso de nuestra nacionalidad y la pérdida de los territorios, se ven obligados a formar unos directorios, una nueva forma de gobierno con un presidente, un vicepresidente y un síndico, que los represente. Pero no era por iniciativa de la misma gente, sino que es lo que decían los mestizos, que si no se organizaban iban a perder sus territorios porque la colonización era bastante fuerte. Entonces ahí recién se empiezan a formar las comunidades, con linderos físicos, incluso, y decir: “este es mi territorio de la nacionalidad cofán”. En otras comunidades empezaron a hacer lo mismo, cosa que realmente nos dolió mucho, porque perdimos la totalidad del territorio ancestral que teníamos en la Amazonía.
¿Cómo fue el proceso de reconstrucción comunitaria, de qué manera llegaron a formar las organizaciones que actualmente existen?
Tuvieron que pasar años para que esto suceda. En el año ’85, más o menos, se forma un nuevo grupo de personas que se organizan no como comunidades sino como nacionalidad. Ahí se forma la organización Canungo, se transforma luego en la Organización Indígena de la Nacionalidad Cofán del Ecuador (OINCE) y posteriormente, ya más conocedores de los procesos organizativos, reconstruimos y nos transformamos en la Federación Indígena de la Nacionalidad Cofán del Ecuador, en la que nosotros tuvimos la iniciativa, pero también fuimos dominados, diría yo, por cierta influencia externa, porque luego nos dimos cuenta de que una federación en Ecuador se conforma con la unión de asociaciones y nosotros no tenemos asociaciones, tenemos comunidades cofanes. Entonces nosotros seguimos luchando para que bajo las leyes en Ecuador seamos reconocidos como Nacionalidad Cofán originaria de Ecuador.
Una vez ya reconstituidos como Nación, comienzan a organizarse con otros pueblos y campesinos afectados para iniciar la demanda colectiva, ¿cómo se dio ese proceso?
Fue un trabajo bastante duro el poder formalizar esta organización para enfrentar los impactos que causaba y estaba dejando Texaco en su tiempo. No era fácil poder dialogar con los campesinos, no era fácil dialogar con las otras nacionalidades, pero el interés y los impactos causados en nuestros territorios eran los mismos. Nos esforzarnos muchísimo para conformar el grupo que inició el proceso legal contra Texaco.
Creo que el ejemplo que hemos dado en Ecuador es bastante importante, simbólico diría yo, porque son 20 años de lucha en los tribunales, 20 años que hemos seguido luchando contra Texaco, hoy Chevron, a pesar de que todo el mundo conoce el poderío económico y político que tienen. Entonces, cuando existe la unidad, cualquier cosa que venga de por medio no va a ser fácil dividir, han intentado hacer de todo en Ecuador, pero no han podido, y creo que ese es el mensaje para nuestros hermanos aquí en Argentina. No necesariamente que los indios se junten con los indios y enfrenten un proceso de lucha contra otro grupo, no. Acá la idea es que la unidad debe estar respaldada por un interés que es general, si sabemos que nos va a afectar a todos, tenemos que esta unidos todos.
Pudiste compartir con la comunidad mapuche Campo Maripe, estuviste en su territorio, que fue concesionado a Chevron- YPF, ¿qué sensación te deja la situación por la que están pasando?
Francamente es bastante duro para mí poder ver lo que está sucediendo, entiendo que este proceso acá se está iniciando. Y ver procesos extractivos que se dan o se van a dar en territorios indígenas, a nosotros nos da la sensación de que esto ya lo estamos viendo y que va a ser fiel copia de lo que ha pasado en Ecuador. Es difícil pensar que Chevron no va a hacer en la Patagonia lo que hizo con nosotros en la Amazonía. Esperamos que no, y ojalá pues, pero creemos que nuestros hermanos deben estar a la expectativa, unidos y exigiendo sus derechos.
¿Qué sentido tiene para ustedes venir a difundir su lucha acá en Argentina?
Bueno, venimos porque Argentina es un país muy importante para cobrar la sentencia de un juicio que nosotros ya ganamos pero que no podemos cobrar. Creemos que el respaldo social que se le puede dar desde Argentina a la lucha que llevamos en Ecuador es clave. Lo que queremos acá es que los grupos sociales conozcan lo que estamos viviendo, lo difundan, nos ayuden a decir: “esto pasa en Ecuador”, y no que la pelea sea sólo entre Ecuador y una transnacional. Nosotros estamos conscientes de que la defensa del medio ambiente y la naturaleza es algo que realmente favorece a todo el mundo y estamos peleando por eso.
Creo que es digno de felicitar la conformación de la Red Argentina de Solidaridad con nosotros, integrada por muchas organizaciones. Quiero agradecer a Adolfo Pérez Esquivel y a todo quienes la conforman, en este gran proceso que se ha impulsado. Creemos, y estamos seguros, de que esta Red de Solidaridad va a aportar mucho a nuestro caso y por supuesto aportar a un proceso para que cosas como las que han pasado en Ecuador no se vayan a repetir en otras partes del mundo.
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