A raíz del derrame químico en Hungría, el cual terminó con todo tipo de vida en el Río Marcal, otras amenazas medioambientales del ex bloque soviético salieron a la luz. El este del continente es un campo minado de catástrofes ecológicas a punto de ocurrir. A pesar de los esfuerzos por cumplir con los requerimientos de la Unión Europea, la ola roja que casi alcanzó a Budapest es una señal de que el riesgo sigue presente.

 

 

 

Fuente: Asocieted Press

 

El derrame tóxico de Hungría es apenas uno de numerosos desastres ecológicos latentes en Europa Oriental

Minas abandonadas en Rumania descargan aguas contaminadas con metales pesados en los ríos. Una planta química húngara produce más de 100.000 toneladas de sustancias tóxicas al año. La tierra de la región oriental de Eslovaquia está contaminada con sustancias producen cáncer. El derrame tóxico de Hungría es apenas uno de numerosos desastres ecológicos latentes en Europa Oriental 20 años después de la caída de la Cortina de Hierro.

Con la admisión de miembros como Hungría, Rumania, Bulgaria, Eslovaquia y la República, buena parte de Europa Oriental ya tomó las medidas necesarias para evitar catástrofes medioambientales. El derrame, no obstante, es un recordatorio de que todavía hay grandes peligros y que la limpieza no terminó. El derrame cáustico -el peor desastre ecológico en la historia de Hungría- obliga a analizar asimismo si los capitalistas que asumieron el control de las fábricas hace dos décadas comparten la culpa por no haber invertido lo suficiente en la limpieza y la seguridad. Ocho personas fallecieron en el derrame del 4 de octubre en un depósito de derivados de la producción de aluminio.

Se pidió una limpieza más profunda no sólo a Hungría, la cual estaría más avanzada que la mayoría de los países del antiguo bloque soviético en este terreno, sino también a vecinos que esperan integrarse a la UE, como Serbia. “Lo más grave es que no sabíamos de esto y podría haber más casos similares”, expresó Andreas Beckmann, director del programa para el Danubio y los Cárpatos del World Wildlife Fund. “¿Cuántas instalaciones habrá que pueden ser una bomba de tiempo?”.

MÁS AMENAZAS

Hay quienes hablan de otro potencial desastre generado por siete estanques usados como depósitos unos 100 kilómetros al noroeste de Budapest, donde hay 12 millones de toneladas de desechos acumulados desde 1945. Esto es diez veces la cantidad que se derramó hace unos días. “Si se rompen las compuertas allí, se podría contaminar buena parte del agua potable de Hungría”, sostuvo el funcionario del World Wildlife Fund Martin Geiger.

Otros sitios, como la planta Borsodchem al noreste del país, plantean riesgos parecidos a las aguas subterráneas. La fábrica emite 100.000 toneladas de la toxina PVC, que contiene dioxina, la misma sustancia tóxica liberada por la explosión de una fábrica en Seveso, Italia, hace 34 años, la cual mató a cientos de animales y contaminó todo un pueblo.

Eslovaquia, vecino de Hungría al norte, tiene sus propios problemas y la zona oriental también está contaminada desde la época de los comunistas. Bulgaria ordenó la inspección de decenas de represas de depósitos de desperdicios proclives a sufrir fisuras. Una que genera particular inquietud, según el informe del World Wildlife Fund, es la de Chiprovtsi, al noroeste del país, porque se encuentra sobre el río Ogosota, uno de los principales tributarios del Danubio.

Los estanques con desechos son un legado de la era soviética, durante la cual Moscú asignó a Hungría la producción de alumina, sustancia empleada en la producción de aluminio. Una instalación llena de desechos corrosivos en Rumania es parte del paisaje del puerto de Tulcea, sobre el Danubio. El World Wildlife Fund denuncia que la contaminación del lugar mata peces y aves en la zona.

El Danubio, la segunda vía fluvial más larga de Europa, parece no haber sufrido mayores daños por el derrame de Hungría. El desastre del lodo rojo hizo cundir la alarma en Rumania, donde hace diez años se rompió un depósito de desechos en una mina de oro en Baia Mare, al norte, y hubo una pérdida de agua con cianuro que mató toneladas de peces y otros animales en ríos locales. Allí, se produjeron algunos de los peores desastres de Europa Oriental, incluido el de Copsa Mica, en 1989, cuando columnas de humo tóxico emitido por una fábrica de tintes para goma contaminaron viviendas y campos y afectaron a personas y animales. La planta cerró cuatro años después, pero sus efectos se siguen haciendo sentir y la expectativa de vida en la zona es nueve años más baja que la del resto del país.