Las explotaciones mineras, una vez cerradas, pueden ser una fuente de elementos tóxicos, como en este caso el arsénico. “El consumo de alimentos derivados de ganado expuesto a arsénico puede entrañar un riesgo para el ser humano si la ingesta de arsénico por parte de los animales supera los valores máximos aceptables establecidos para preservar la seguridad alimentaria”, destaca Esther Álvarez Ayuso del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, centro del CSIC) (España).
Fuente: Agencia Iberoamericana para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología – DiCYT
Un estudio del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, centro del CSIC) (España) realizado en un área afectada por la antigua explotación de wolframio de la localidad salmantina de Barruecopardo demuestra que los animales que pastan en esta zona minera podrían llegar a ingerir cantidades de arsénico superiores a las recomendadas. Los científicos consideran que deberían establecerse restricciones en estas zonas de pasto para preservar la calidad de los alimentos.
La investigación, realizada en colaboración con la Universidad de Salamanca y financiada por la empresa minera Saloro SLU, que acometerá en breve la explotación del yacimiento de wolframio localizado en esta zona, ha sido publicada en la revista científica Ecotoxicology and Environmental Safety y alerta de que los valores de arsénico superan hasta en 20 veces las recomendaciones internacionales para tierras de pasto.
Las antiguas explotaciones mineras, una vez cerradas, pueden ser una fuente de elementos tóxicos, como en este caso el arsénico. Por eso, los investigadores tomaron muestras del suelo y de las principales plantas que ingieren tanto el ganado bovino como el ovino y evaluaron la exposición que sufren estos animales. “El ganado en pastizales ingiere, además de pasto, suelo. Por lo tanto, ambos han de ser considerados a la hora de establecer el arsénico que puede llegar a los animales que pastan en un área contaminada”, explica Esther Álvarez Ayuso, investigadora del IRNASA.
Los autores del estudio han estimado la ingesta diaria de arsénico de vacas y ovejas en función de la concentración de arsénico en suelos y vegetales y de las características de cada especie animal. Las plantas analizadas se escogieron por ser las más abundantes y características del área de pasto estudiada, principalmente, Agrostis truncatula (conocida popularmente como baleo bueno, baleo cabezudo, baleo corto o bracea, entre otros nombres) y Leontodon longirostris (alcoba, cantarina o lechuguilla). Ambas son capaces de desarrollarse en áreas contaminadas por arsénico y de acumularlo en sus partes aéreas, es decir, el tallo y las hojas, las más expuestas a ser consumidas por los animales.
Los investigadores creen que no hay que desdeñar la posibilidad de que el arsénico llegue al ser humano a través de la cadena alimentaria. “El consumo de alimentos derivados de ganado expuesto a arsénico puede entrañar un riesgo para el ser humano si la ingesta de arsénico por parte de los animales supera los valores máximos aceptables establecidos para preservar la seguridad alimentaria”, destaca Esther Álvarez Ayuso.
El equipo de investigación que firma este artículo tiene una amplia experiencia en el estudio de los ecosistemas que rodean las antiguas minas de Barruecopardo. “Hemos realizado previamente estudios en esta área minera, algunos de ellos se han centrado en la identificación y caracterización de los productos de alteración de la arsenopirita, principal fuente de arsénico en las escombreras donde se acumularon los residuos mineros”, señala. Otras investigaciones han estado relacionadas con la identificación de plantas susceptibles de ser usadas en estrategias de estabilización de suelos contaminados. “También hemos llevado a cabo la caracterización de áreas que entrañan un elevado riesgo de incorporación de arsénico en la cadena trófica, como son terrenos de cultivo o de pasto, y dentro de esta última línea se engloba el presente estudio”, agrega.
Con todos estos datos, los científicos consideran que “sería necesario establecer restricciones en el uso como pastizales de áreas contaminadas por arsénico que presenten altos contenidos de este elemento en sus suelos y en las que se desarrollen plantas que sean capaces de absorber el arsénico y de transferirlo de forma considerable a sus partes aéreas”.