Las acciones de la empresa canadiense Edgewater alcalzan su mínimo. Si se pudiese representar en un gráfico de fiebre la contestación social a la mina de oro de Corcoesto, esta describiría, quiebro más, quiebro menos, una pendiente casi idéntica a la de la empresa canadiense en la Bolsa de Toronto, solo que justo en sentido contrario.
A medida que la polémica en la calle fue medrando; el precio de las acciones fue precipitándose irremediablemente en el abismo.
El momento de mayor gloria bursátil de Edgewater durante el último año se alcanzó, precisamente, en diciembre de 2012, justo cuando la Consellería de Medio Ambiente dio su bendición sin ambages a la Declaración de Impacto Ambiental presentada por la compañía extranjera. El precio mínimo del valor en Bolsa, en cambio, se registró justo el miércoles pasado, cuando se publicó la noticia de que la Consellería de Industria daba un frenazo al proyecto de la mina de oro de Bergantiños y lo condicionaba a unas garantías financieras que la empresa no cumple.
George Salamis, presidente de Edgewater, se apresuraba a anunciar que la empresa está a punto de completar un estudio de viabilidad y que está encaminada a cumplir con las últimas condiciones del Gobierno gallego. Pero la cotización en bolsa de la compañía (propietaria al 100% de la filial gallega Mineira de Corcoesto) no levantó cabeza; es más, durante la jornada del miércoles el precio bajó un 16,67% con respecto al día anterior, y las acciones se devaluaron hasta los 0,10 dólares canadienses.
Este no fue más que otro peldaño hacia abajo, después de medio año de escalera en descenso: desde enero, el valor de la acción de la multinacional canadiense, que al tiempo que en Galicia opera en Ghana, pasó de 0,5 dólares a 0,1, una caída del 80%.
La “pantomima” de Conde
Si el día anterior el grupo ecologista Adega hablaba de “paripé” y la Plataforma pola Defensa de Corcoesto e Bergantiños lo consideraba “publicidad”, en su comunicado de reacción a la última decisión de Industria el partido de Beiras calificó ayer de “pantomima fraudulenta” el supuesto frenazo al proyecto de la consellería de Francisco Conde.
“La exigencia de solvencia financiera no es más que un requisito legal con el que legitimar posteriormente una autorización ya decidida”, defiende Anova. “No hay motivo para celebraciones”, sigue la organización política integrada en el grupo parlamentario de AGE, porque “se trata de una exigencia de la Lei 3/2008 de Minería de Galicia”.
“La Xunta le pide a la promotora un requisito que es obligatorio por ley para, una vez solventado por la empresa, otorgarle la autorización”, sigue, que es justo “lo que pretenden” tanto la consellería como la empresa.
El Gobierno de Feijóo, “en connivencia con Edgewater, presenta una aparente suspensión en la tramitación cuando de lo que se trata es de una maniobra legitimadora”, concluye Anova.
Además de con las noticias sobre la tramitación de la licencia en la Xunta y esas otras que reflejan la oposición social al proyecto previsto para la parroquia de Corcoesto (Cabana de Bergantiños), las malas cifras de Edgewater también coinciden con la tendencia a la baja del valor del oro. El preciado metal está dejando de ser considerado aquel bien seguro que brindaba refugio a los inversores cuando más duro azotaba la crisis en otros países. En el primer trimestre de 2013, la cotización media de la onza troy (unos 31 gramos) fue de 1.417 dólares estadounidenses, mientras que el mismo día en que Industria exigió nuevas garantías económicas a Edgewater, el oro valía 1.254 dólares (961 euros).
Ayer, Anova lanzaba la voz de “alerta sobre la situación económico-financiera” de Edgewater y su hija Mineira de Corcoesto. Según las últimas cuentas depositadas en el registro mercantil de A Coruña, esta última, creada como brazo ejecutor del proyecto gallego, cuenta con unos fondos propios de 868.546,71 euros, y debe ampliarlos a un mínimo de 27 millones si aspira a cumplir con las últimas exigencias de Industria.
La consellería, por imperativo legal, le obliga a ampliar el capital para que sus fondos cubran la cuarta parte de la inversión proyectada, cerca de 110 millones de euros. Según un comunicado que firma Mario López Rico, los préstamos bancarios que negocia la minera “no pueden computar” como tal. Estas condiciones impuestas por la Administración, además, son incluso superiores, según recuerda Anova, al “reducido capital social de la propia multinacional Edgewater, que es solo de 34,6 millones de dólares canadienses, 25,5 de euros”. La evolución de la empresa es “negativa y fuertemente regresiva, tal y como se evidencia en su cotización bursátil”, y por si esto fuese poco, “el precio del oro ya se sitúa por debajo del valor mínimo de referencia (1.300 dólares por onza) que se marcaba la compañía para la viabilidad” del filón gallego.