China lleva más de quince años con un crecimiento económico que oscila entre el 9 y el 10% anual, lo que provoca su entrada por la puerta grande en el capitalismo globalizador dominante. Este crecimiento desorbitado tiene un modelo a imitar, el norteamericano, con un gran consumo energético y de materias primas, haciéndolo especialmente depredador y a medio y largo plazo insostenible.

Por Edmundo Fayanás Escuer publicado en Rebelión

29/12/2010. El derrochador crecimiento económico está empujando al país hacia la crisis hidrológica. La contaminación del agua es endémica en todo el país por su falta de reciclaje, y su escasez empeoró gravemente en el norte.

Este irracional crecimiento chino tiene unos costes inmensos a niveles sociales y ecológicos, del que nadie quiere hablar, pero que ahí están, lo que provocará en un corto periodo de tiempo su colapso económico. Uno de los puntos débiles de este desarrollismo desenfrenado es el agua, elemento vital para la vida.

China tiene que crear quince millones de puestos de trabajo anuales para poder atender la demanda laboral de su sistema productivo. Los últimos cálculos dicen que la demanda de agua por parte de la industria china pasará de los 52.000 millones de m3 anuales de 2005, a los 269. 000 millones de m3, en el año 2030. Actualmente, los usos no agrícolas representan el 15% del total del consumo, pero se quintuplicarán. Sin embargo las demandas agrícolas también lo harán, haciendo que la situación hídrica china sea gravísima.

China posee aproximadamente el 7% de los recursos mundiales de agua, pero tiene el 20% de la población mundial. Junto a este desequilibrio existe también el regional ya que el 80 % de las aguas disponibles se concentran en el sur.

¿Qué pasa con el agua en China?

China dispone actualmente de 2.293 m3 por persona/año. En el norte y noroeste, su clima es muy seco, teniendo una población de unos 500 millones de habitantes, que son abastecidos por medio de los ríos Amarillo, Haui, Liao y Hay, que actualmente apenas aportan agua al mar. En el sur, con un clima bastante húmedo, con una población de más de 700 millones de personas, se abastece por los sistemas hídricos de los ríos Yangtze y Rojo. El norte del país alberga a un 43% de la población, pero sólo dispone de un 14% del suministro del agua china.

China tiene el 80% del cauce de sus ríos totalmente degradados, no encontrándose vida animal alguna. El consumo de agua en China se quintuplicó desde 1949 y sus líderes afrontan decisiones políticas cada vez más complicadas cuando las ciudades, la industria y la agricultura compitan por un suministro escaso y desigual.

Su rápida industrialización ha puesto en entredicho el control de la contaminación. Por ejemplo, se vierten al río Amarillo, residuos de fábricas de papel, refinerías de petróleo, plantas químicas y metalúrgicas, estando impregnados sus aguas de metales pesados y otros tóxicos que hacen que no sirvan para el riego agrícola. La contaminación del agua es generalizada. Los escombros municipales e industriales convierten tramos de muchos ríos en lugares no aptos para la presencia humana.

El Banco Mundial publicó un informe, en 1997, calculando que el coste de la contaminación del aire y del agua en China era de 54. 000 millones de dólares anuales, cantidad equivalente al 8% de su PIB anual, hoy en día ese coste es muy superior. Los chinos se desangran por la contaminación, con consecuencias catastróficas, como enfermedades, desplazamientos humanos, inundaciones, etc., todo debido a la falta de inversiones. Mientras que el gobierno chino tiene invertidos en bonos norteamericanos más de dos billónes de dólares, en 2010 inactivos socialmente.

Hace más o menos un siglo, la llanura septentrional china era un ecosistema saludable. Los agricultores que excavaban pozos podían encontrar agua a dos metros y medio. En la actualidad, la región está seca. Los científicos dicen que la mayoría de los arroyos y riachuelos naturales han desaparecido. Ríos que en su día fueron navegables han quedado reducidos a polvo y maleza.

El río Amarillo empieza a dar señales de fatiga hídrica. Se secó antes de llegar al mar por primera vez en su historia, en 1972, estando quince días sin verter agua al mar. Sucediendo esto ya con cierta frecuencia a lo largo de la década siguiente. Desde 1985, queda seco todos los años y cada vez por periodos más largos. En 1996, estuvo 133 días sin verter agua. En 1997, año especialmente seco, estuvo 226 días. Durante periodos amplios ni siquiera llega agua a la provincia de Shandong, que es la última, antes de llegar al mar. Este es un hecho preocupante, pues esta provincia produce el 20% del maíz y el 15% del trigo chino.

La población del río Amarillo se ha triplicado desde los años cincuenta y se vierte al río aproximadamente el doble de aguas residuales que hace dos décadas.

Como dice Liu Shiyin. Científico de la Academia china de las Ciencias: “El río Amarillo fluyo por todas estas zonas densamente pobladas del norte de China. Sin agua en el norte del país, la gente no puede sobrevivir. Y el desarrollo económico que se está produciendo no puede continuar”.

Como afirma el ingeniero Su Maolin, de la Comisión de Conservación del río Amarillo “la capacidad del río no ha cambiado, pero la cantidad de agua que pueden utilizar es limitada. Ya se ha alcanzado el techo de la capacidad de consumo”.

Dentro de los ríos del norte, destaca el río Huai. En 1997, estuvo noventa días sin verter agua al mar. En la última década han desaparecido cientos de lagos porque se han secado y desaparecido las corrientes de agua en la misma proporción que bajan las capas freáticas, dejando de manar las fuentes. Las capas de los acuíferos del norte de China han descendido 37 metros en los últimos treinta años y desde 1990 descienden metro y medio cada año.

A medida que se construyen enormes pozos industriales para tener acceso a la poca agua que queda, millones de agricultores chinos se encuentran con que sus pozos se secan. Cuatrocientas de las seiscientas ciudades del norte de China ya padecen una grave escasez, representando más de la mitad de su población.

Los ríos del norte son utilizados al máximo y el suministro de doscientos millones de chinos se hace gracias a la explotación irracional de sus acuíferos.

¿Hasta cuando aguantarán?

Sirva como ejemplo de desarrollo insostenible que en la provincia septentrional de SHIJIAZHUANG, con su capital con más de dos millones de habitantes, el agua se está agotando. El nivel freático del subsuelo se está hundiendo 1,2 metros cada año. Los pozos municipales ya han drenado más de dos tercios del agua subterránea de la zona.

El crecimiento de esta provincia fue, en el año 2006, del 11%, con un crecimiento continuo de la población. Se están construyendo viviendas de lujo a orillas de unos lagos artificiales que se llenarán con agua subterránea. Es la irracionalidad total.

La mitad del trigo chino y una tercera parte de su maíz sale del agua de los acuíferos, lo que está provocando, como vemos, una fuerte caída de su nivel. La extracción excesiva ha agotado ya gran parte del acuífero bajo.

El acuífero profundo del Llano Norteño de China también se agota, la región está perdiendo su última reserva de agua. Esta preocupación queda reflejada en un informe del Banco Mundial:

“Las señales particulares surgieren que pozos profundos (taladrados) alrededor de Pekín ahora tienen que alcanzar los mil metros de profundidad para tocar el agua dulce, aumentando dramáticamente el coste de abastecimiento….., anticipando consecuencias catastróficas para las generaciones futuras si no se equilibran rápidamente el uso y la previsión del agua”.

Otro de los factores, que llama la atención, es el altísimo nivel de contaminación de sus ríos. El 80% de sus aguas no son aptas para el consumo humano, hay un serio peligro de que los regadíos envenenen a la población a través de la cadena alimentaría.

El Worldwatch Institute advierte que un súbito e inesperado declive en el abastecimiento del agua para los agricultores chinos puede amenazar la seguridad alimentaría del mundo. Se enfrentna a graves penurias de cereales en un futuro próximo, debido a la pérdida de agua por el desvió de recursos ya limitados desde el mundo agrario a las industrias y a las ciudades.

La demanda de cereales de ésta puede sobrepasar las cantidades de exportación que existen en el mundo. China sobrevivirá durante un tiempo porque su economía en plena expansión genera tremendos excedentes comerciales, pero el aumento de los precios de los cereales provocará hambrunas en el Tercer Mundo poniendo en alerta toda la seguridad alimentaría.

La pieza angular del sistema hídrico del sur de China es el río Yangtze. Se ha construido la gigantesca presa de las Tres Gargantas1, sobre las aguas de este río, inundando uno de los lugares más bellos del mundo y que además alberga muchos santuarios y templos budistas. Esta presa tiene 600 km de largo, desplazando a más de millón y medio de personas, sumergiendo no sólo pueblos sino a ciudades completas, con un elevadísimo coste social.

La presa de las Tres Gargantas es la más grande del mundo, la mayor central eléctrica y la que más tierra, piedra, hormigón, acero ha empleado en toda la historia.

El gobierno chino piensa que la presa cortará las inundaciones y no las acrecentará, como dicen los ecologistas. Se proyecta como un ancla en una serie de megapresas hidroeléctricas en la cuenca alta y media del río Yangtsé. Para el año 2020, China quiere triplicar su capacidad de energía hidroeléctrica hasta 300 gigavatios.

Las autoridades chinas quieren, que para el año 2020, el 15% del consumo de energía del país proceda de fuentes renovables, en lugar del 7,5% actual.

Los hidrólogos chinos argumentan su necesidad por los beneficios que producirá en cuanto a la generación hidroeléctrica, la navegabilidad, la acuicultura, el turismo, la protección ecológica, la purificación medio ambiental, el suministro de agua y la irrigación. Muchos de estos argumentos son falaces y reciben fuertes críticas desde el mundo universitario, científico y del ecologismo.

La razón definitiva para construir la presa es la posibilidad de trasvasar agua del Yangtze a la zona de Pekín y a las resecas planicies del norte chino. Pasarán más de diecisiete años antes de que llegué, siendo ya demasiado tarde para atajar la crisis hídrica que se les viene encima. Nadie contesta que pasará con el agua del Yangtze cuando haya un año seco.

Algunas autoridades chinas han admitido que la presa ha generado problemas medioambientales como contaminación del agua y deslizamientos de tierra que podrían volverse graves.

Fange geólogo crítico con la presa, afirma que la Región de las Tres Gargantas tiene un historial de fragilidad geológica. Lo peor que podría pasar sería un gran terremoto inducido por la presión del agua acumulada, posibilidad siempre rechazada por las autoridades. Crean grandes problemas las acumulaciones de limo corriente arriba a medida que suba el fondo del embalse, y que está en el origen ya de las muchas enfermedades que se empiezan a dar en la zona, debido a que el agua que embalsa está muy contaminada.

China ha empezado a trabajar en el gigantesco trasvase a Pekín. Diez mil trabajadores perforan una serie de túneles de 420 km de longitud para el drenaje de agua de la parte central del Yangtze, desde donde se canaliza ya sea a través de una elevada cadena montañosa, ya sea a través de un nuevo trasvase de 1.230 km para abastecer las ciudades sedientas como Taiyuan, camino hacia la capital. Este proyecto es como si se trasvasará toda el agua del Mississippi.

Muchos confían en que Pekín dejará de estar sedienta cuando concluya este gran proyecto de trasvase de agua sur-norte, hacia el año 2020, con un coste de más de 60.000 millones de dólares. Es uno de los proyectos hidráulicos más costosos y extensos del mundo, permitiendo trasvasar casi 45.000 millones de m3 de agua cada año desde el río Yangtze hasta Pekín y otras partes de la zona norte del país. Pekín podrá disponer cuando llegué de 1.100 millones de m3 anuales adicionales, pero esto como hemos visto aún tardará.

En su informe de 2007 ante el Congreso Popular Nacional, el primer ministro Wen señala que la construcción de la presa, a lo largo de los años, ha desplazado a 23 millones de personas en China. Se suponía que la presa de las Tres Gargantas era un programa modelo que iba a desplazar personas, sino también a reconstruir comunidades.

Los reasentamientos comenzaron, en 1997, como una emigración hacia arriba del río. Los agricultores podían realojarse en ciudades de nueva construcción o seguir en las fincas, aunque en terrenos de mayor altitud. Pero los estudios demuestran que la densidad de la población es casi el doble que la media nacional.

El 12 de octubre de 2007, la agencia de noticias china XINHUA anunciaba un nuevo plan de realojo. Al menos cuatro millones de personas del municipio de CHONGQING tendrían que trasladarse de aquí al 2020, incluidos al menos dos millones que viven en la región de la presa.

En el año 2004, el primer ministro Wen suspendió los planes para realizar trece presas a lo largo del río Un. Este río recorre un territorio que es Patrimonio Mundial de la UNESCO y es además uno de los últimos ríos de curso enteramente natural que quedan en Asia. En la provincia de Sicuani una gran presa que habría inundado restos arqueológicos de la dinastía QIN se abandonó cuando sus opositores la calificaron de ataque a la herencia china

Todos recordaremos los graves problemas fronterizos de los años setenta entre la Unión Soviética y China llegando a temerse por una guerra entre los dos colosos comunistas. Uno de los problemas de dicho conflicto era por el agua. Los chinos veían en los ríos siberianos, Yenisei y Lena, la forma de solucionar sus problemas hídricos del norte de China.

El gobierno chino, recientemente elevó en un 30% el precio del agua de Pekín, en un intento por imponer el ahorro en una sedienta ciudad de catorce millones de habitantes, con un evidente impacto social. El precio al consumidor del metro cúbico pasó de 0,48 a 0,61 dólares, significando el noveno incremento de la tarifa en los últimos trece años.

Como estamos viendo, la situación hídrica del noroeste de China y en consecuencia de Pekín, está muy deteriorada. Todo ello agravado por uno de los periodos de sequía mayores en los últimos cincuenta años, con precipitaciones inferiores en un 71% al promedio anual. El consumo de la capital es inferior a los 500 m3 anuales por habitante, muy lejos de los 1.000 m3 anuales señalados por la ONU, por lo que la actual situación es señalada como de crisis.

Al aumento del precio, debe añadirse el intento de reducir el consumo, donde las empresas e instituciones laborales pagarán una tarifa para un mínimo que se considere adecuado y cuando se pasen de ese consumo verán incrementadas las tarifas proporcionalmente a este exceso.

De acuerdo con los expertos, las reservas de agua de Pekín sólo soportan una población de diez millones de habitantes. Expertos de Medio Ambiente señalan que el déficit de agua en el 2005, es de 794 millones de m3 y hacia el 2008, cuando se celebraron los Juegos Olímpicos, será se alcanzaron los mil millones de metros cúbicos.

El Worldwatch Institute predice que China será el primer país del mundo que tendrá que reestructurar su economía prácticamente por entero para hacer frente a la escasez de agua.

¿Por qué se está quedando China sin agua?

La respuesta es sencilla, China no se está quedando sin agua, pero si aquellos lugares donde más falta hace. Es un problema de asignación, de oferta y demanda. Además el gobierno chino debería realizar una fuerte inversión económica en descontaminar, invertir en el reciclaje del agua, regulando la oferta y la demanda de tan preciado liquido. China necesita urgentemente aplicar la nueva cultura del agua y hacer de ésta un bien al servicio del hombre y de la vida.

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