La contaminación provocada por decenas de explotaciones mineras a cielo abierto, fundamentalmente de carbón, amenaza las aguas de la Bahía de Halong, patrimonio de la Humanidad y símbolo turístico de Vietnam, con más de dos millones de visitantes al año.
Fuente: La Razón
Grupos ecologistas denuncian desde hace años el problema, pero las alarmas se dispararon en agosto, cuando las lluvias más intensas registradas en cuatro décadas causaron al menos 17 muertos y empujaron hacia el mar ríos de carbón y metales pesados.
El Gobierno se apresuró en anunciar que la Bahía de Halong, en el noreste del país y con más de 5.000 hectáreas de minas de carbón a cielo abierto a menos de 50 kilómetros, estaba a salvo de la contaminación, una versión que contradicen varios científicos.
Do Than Bai, miembro de la Sociedad de Químicos de Vietnam, advirtió en una reciente conferencia en Hanoi de que la polución del agua en la zona resulta “alarmante”.
“El carbón contiene mucho sulfuro, que contamina el agua muy rápidamente. En algunas zonas, también desprende ácidos y metales pesados como plomo, zinc o mercurio. Todo eso se disuelve en el agua y contamina las aguas de la Bahía de Halong”, declaró.
Su colega Da Trong Hung, miembro de la Academia de Ciencias y Tecnología de Vietnam, alertó de que los residuos de la minería están destruyendo la vida submarina de la bahía en cuyas aguas se bañan miles de turistas.
En la ciudad de Cam Pha, epicentro de la actividad minera a apenas 40 kilómetros de la bahía, se acumulan cada año 70.000 millones de litros de residuos tóxicos, el equivalente a 28 piscinas olímpicas, que las autoridades locales no saben dónde almacenar.
“Hasta el momento, los administradores de la bahía no han encontrado una solución para hacer frente a este problema. La minería a cielo abierto debería reducirse en las ciudades cercanas”, recomendó Hung.
Los cerca de 1.600 islotes de roca caliza que emergen del mar de forma abrupta en este paraje del Golfo de Tonkín adquirieron fama mundial tras aparecer en 1992 en la película francesa ‘Indochina’, protagonizada por Catherine Deneuve.
Además de su imponente belleza, la emblemática bahía posee un gran valor ecológico que sobrevive a duras penas a la presión minera y al turismo de masas, que se ha ido multiplicando desde que fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en 1994.
Aunque a primera vista el paisaje de los majestuosos islotes de roca apenas ha cambiado desde entonces, el periodista Bill Hayton explica en su libro ‘Vietnam, the rising dragon’ (El dragón emergente) cómo los fondos marinos se han resentido, con la desaparición masiva de corales y peces.
Los bosques de manglar que rodeaban la bahía, de incalculable valor por su biodiversidad y fundamentales para evitar inundaciones y filtrar el agua que llega al mar, han ido desapareciendo, arrinconados por nuevas carreteras, hoteles y dársenas para los cientos de barcos turísticos que cada día surcan esas aguas.
La Unesco ha presionado con éxito al Gobierno vietnamita para limitar las explotaciones de acuicultura en la zona y establecer mayores exigencias medioambientales para los operadores turísticos, pero la actividad minera se ha mantenido para satisfacer una demanda energética que se ha disparado en las dos últimas décadas.
El último desastre climatológico ha dejado en evidencia la insuficiente preparación de muchas de estas explotaciones, administradas por la corporación estatal de carbón, y su falta de adaptación a los vaivenes meteorológicos en un país especialmente afectado por el cambio climático.
Pese a los tímidos pasos dados en los últimos años para evitar el desastre, las voces más críticas temen que sea demasiado tarde.
“Como atracción turística, la Bahía de Halong sobrevive, pero como entorno natural está muriendo”, sentencia Hayton.