Robyn Dixon, Los Angeles Times. La explotación minera debajo de la ciudad sudafricana dejó un hoyo enorme que rápidamente se está llenando de agua color sangre. Los expertos advierten que pronto será demasiado tarde para construir las bombas y plantas de tratamiento de agua necesarias.

La fuente, a poco más de 32 kilómetros al noroeste de Johannesburgo, emana rojo sangre. Es tóxica, altamente ácida y llena de metales pesados, tan asquerosa que río abajo los impalas recién destetados y otros animales de la Reserva de Caza Krugersdorp no pueden tomar el agua — y algunos se mueren de sed.

El agua, un legado tóxico de la industria minera del oro, está muerta. Ni un solo organismo sobrevive en ella.
Millones de galones de esa misma agua tóxica subyacen Johannesburgo, una ciudad de casi 4 millones de habitantes, y están ascendiendo 15 metros por mes hacia la superficie.

En lenguaje técnico se trata del drenaje ácido de la mina. Si no se hace nada, los estacionamientos subterráneos se llenarán del agua roja tóxica dentro de unos dos años.

Los túneles para cables eléctricos y las estaciones subterráneas del tren se inundarán. Y arroyos anormales de color carmesí emanarán del suelo en los suburbios al este de Johannesburgo con el desbordamiento del agua subida.
Aunque el gobierno de Sudáfrica se ha resuelto a actuar, expertos advierten que si no se inician pronto las obras, en pocos meses, ya será demasiado tarde para construir las bombas de drenaje y plantas de tratamiento de agua necesarias.

“Desde el 2009 el gobierno tiene en su agenda urgente el asunto del drenaje del ácido de la mina pero todavía no ha actuado”, dice el profesor de geología de la Universidad del Witwatersrand, Terry McCarthy, quien hizo pública una investigación sobre este problema el jueves en Johannesburgo.

“Tenemos que hacer algo. No podemos dejar que las cosas sigan su curso”.
La ciudad de Johanesburgo creció a partir de la explotación minera. La ciudad experimentó una fiebre de oro luego que el

metal fuera descubierto en 1886. Las minas de oro operaban a lo largo de las 25 millas que van desde Roodepoort, al oeste de Johanesburgo, hasta Boksburg al este, en donde cientos de compañías mineras excavaron un gigantesco hoyo bajo la ciudad y sus suburbios. El vacío, lo llama McCarthy.

Sobrevolando la ciudad se pueden ver gigantescas pilas de tierra dejadas por la extracción de oro. Desde el suelo, parecen montañas. Desempleados se trepan y descienden por ellas como hormigas en un hormiguero gigante.
Cuando llueve, el agua desciende por las colinas y mucha de ella es absorbida por la tierra. El agua se vuelve tóxica cuando reacciona con los metales pesados que se encuentran bajo tierra.
Cuando las minas funcionaban, las bombas extraían el agua por sifón. Pero una por una, las minas de oro bajo Johannesburgo fueron cerrándose a medida que el oro se agotaba.

 

La última — que bombeaba toda el agua de “el vacío” — fue East Rand Proprietary Mines, que paró el bombeo en el 2008.
McCarthy advirtió que las actuales operaciones mineras en otras partes de Sudáfrica están produciendo aún más daño, y eventualmente contaminarán algunas de las principales fuentes de agua potable de Johannesburgo, como la presa de Vaal y el Río de Vaal, representando mayores costos para las futuras generaciones.  “Estamos en camino a la catástrofe”, dijo.
McCarthy afirma tambien que había la necesidad urgente de un estudio geológico para descubrir las áreas a más bajo nivel en Boksburg, el suburbio que se vería afectado primero si el bombeo del agua no empieza a tiempo. El mismo McCarthy afirmó que tomaría un año instalar las bombas y las plantas de tratamiento.
Dijo que algunas de estas aguas que provienen de la mina están contaminadas con uranio.

La científica ambiental Shan Holmes que trabaja para Realsearch, una compañía de manejo medioambiental de carácter privado, afirma que las fuentes de agua localizadas alrededor de Johannesburgo fueron altamente contaminadas por la explotación minera.
“No hemos estudiado el impacto ambiental o las consecuencias a largo plazo”, dijo ella.
“Solo estamos observando el costo del tratamiento del agua”.

Holmes afirmó que ella tiene contacto directo y frecuente con científicos de Estados Unidos, quienes están comprometidos en investigaciones que tratan con problemas similares a consecuencia de la extracción minera en su país.
“Ellos han dedicado muchísimo más dinero a solucionar el mismo problema. Cuando me comunico con científicos norteamericanos ellos no lo pueden creer.
Piensan que mis cálculos están equivocados” dice ella, al referirse al nivel de acidez y toxicidad del agua que fluye del ducto minero.

Stephan du Toit, un especialista ambiental con vasto conocimiento sobre la municipalidad de Mogale, cerca de la Reserva de Krugersdorp afirmó en una reunión el jueves que el agua que corre en la reserva tiene un alto concentrado de sulfato.
“Hemos recogido tortugas a 500 metros de la fuente de agua más cercana, ellas están buscando un hábitat diferente”, dijo él. “Ni siquiera microorganismos sobreviven en el agua”. “Las crías recién destetadas vienen a tratar de beber el agua, y simplemente se rehúsan a beberla. Tratan de volver a donde sus madres, y hay una lucha entre las crías y sus madres. Las crías eventualmente mueren”. robyn.dixon@latimes.com Esta dirección electrónica esta protegida contra spambots. Es necesario activar Javascript para visualizarla
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