El presidente Maduro en su intervención televisiva una vez difundida la encíclica “Laudato si”, planteaba que asumía plenamente el compromiso propuesto en la encíclica por el Papa Francisco, que deseaba la difusión del documento en comunas, barrios y organizaciones de base, al tiempo que afirmaba que en Venezuela estas premisas se estaban poniendo en marcha en el marco de la construcción del ecosocialismo. Sin embargo, es fundamental también revisar puertas adentro, nuestros planes de desarrollo, y el alcance de las políticas ambientales nacionales para preguntarnos qué podemos hacer en nuestros territorios, para evitar profundizar este modelo devastador denunciado en la carta papal, teniendo en cuenta que aún en Venezuela, el debate ambiental tiene múltiples omisiones y puntos ciegos, incluyendo el propio tabú sobre el tema del petróleo.

Ver también: Venezuela quiere explotar el arco minero en Guyana como alternativa a la producción petrolera

Por Emiliano Teran Mantovani publicado en Rebelión

“Procurar a la contribución de la defensa de la vida en el planeta (Objetivo V del Plan de la Patria) merece extender este diálogo propuesto por la encíclica y su reconocimiento por parte del presidente Maduro. Merece también atender a las múltiples propuestas y alternativas sugeridas por diversas organizaciones populares, comunales y ambientalistas del país, que proponen otras formas de gestionar el territorio y la economía.”

El pasado 18 de junio, el presidente Nicolás Maduro saludaba la carta encíclica Laudato si del Papa Francisco, sobre “el cuidado de la casa común”, planteando que se trataba de “uno de los documentos más importantes que han salido en las últimas décadas” y que representa “las bases de un nuevo ecologismo del mundo”[1].

En dicha carta de fecha 24 de mayo de este año[2], se muestran, en efecto, interesantes ideas y reflexiones sobre la crisis ambiental global, al parecer muy influidas por numerosos debates provenientes de la ecología política, de movimientos sociales ambientalistas y de diversos pueblos en resistencia ante la devastación de sus territorios. Esta eco-encíclica, sin precedentes en la historia de la narrativa del Vaticano, no solo interpela al mundo cristiano creyente acerca de la relación del humano con la naturaleza, sino amplía los llamados de atención globales ante el camino que transitamos como civilización.

Resaltan su crítica al mito del progreso, sus llamados ante el dramático problema del cambio climático y la contaminación de las aguas; recurre a la noción de bien común, plantea la subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes; critica con agudeza las visiones tecnocráticas, la economía verde, la hegemonía del capital financiero, y el consumismo e individualismo; propone una visión ecológica integral de la vida, y persigue una sensibilización subjetiva respecto a la naturaleza; al tiempo que reivindica la idea de decrecimiento, la sabiduría de los pueblos indígenas y la justicia con las próximas generaciones.

En este sentido, el presidente Maduro en su intervención televisiva, planteaba que asumía plenamente el compromiso propuesto en la encíclica por el Papa Francisco, que deseaba la difusión del documento en comunas, barrios y organizaciones de base, al tiempo que afirmaba que en Venezuela estas premisas se estaban poniendo en marcha en el marco de la construcción del ecosocialismo.

Esta invitación es muy significativa, si tomamos en cuenta que aún en Venezuela, el debate ambiental tiene múltiples omisiones y puntos ciegos, incluyendo el propio tabú sobre el tema del petróleo. La orientación de este debate nacional ha tenido un marcado sesgo hacia las políticas internacionales, con mucha fuerza en las vocerías de las cumbres de cambio climático (COP), lo cual es importante, sobre todo para mostrar la inmensa responsabilidad que tienen los países del centro capitalista y los emergentes BRICS en la devastación ambiental global.

Sin embargo, es fundamental también revisar puertas adentro, nuestros planes de desarrollo, y el alcance de las políticas ambientales nacionales ―como lo propone la encíclica en el punto II. del capítulo quinto―; preguntarnos qué podemos hacer aquí, en nuestros territorios, para evitar profundizar este modelo devastador denunciado en la carta papal (véase el punto 176).

Variados problemas ambientales podrían mencionarse, como los relacionados con la explotación y procesamiento de crudos extrapesados en la Faja del Orinoco, la aceleración de la urbanización y la entropía de nuestros sistemas urbanos, grandes deforestaciones en el sur del país, o nuestra vulnerabilidad ante la intensificación de sequías e inundaciones. Pero a nuestro juicio, uno de los dilemas ecológicos más resaltantes en el país tiene relación con los planes de expansión minera.

Además de los planes de desarrollo extractivo en el llamado “Arco Minero de Guayana”, detallados en el Plan de la Patria 2013-2019, el 10 de febrero de 2015, el presidente Nicolás Maduro aprobada el decreto 1.606 para la explotación de carbón en 24.192 hectáreas de los municipios Mara y Guajira (norte del estado Zulia), lo cual representa un salto histórico del extractivismo minero en la zona.

Como lo ha planteado el Papa Francisco en la encíclica, específicamente en el punto 185: “En toda discusión acerca de un emprendimiento, una serie de preguntas deberían plantearse en orden a discernir si aportará a un verdadero desarrollo integral: ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De qué manera? ¿Para quién? ¿Cuáles son los riesgos? ¿A qué costo? ¿Quién paga los costos y cómo lo hará?”.

Esta serie de preguntas planteadas en el documento papal son muy pertinentes para evaluar los planes de expansión de la actividad de extracción carbonífera en la zona. ¿En qué sentido un país que ha captado una importante renta petrolera, y que se propone duplicar su cuota extractiva de 3 a 6 millones de barriles diarios, necesita añadir esta renta minera? ¿Cuáles serán sus costos sociales, ambientales, económicos y culturales?

La extracción de carbón a cielo abierto contamina severamente las fuentes hídricas, lo cual afectaría las cuencas de los ríos Guasare (ya se encuentra afectado) y Socuy, y al propio suministro de agua de ciudades como Maracaibo y otros poblados[3]; también contamina el aire y empobrece los suelos; esto se suma a la afectación de los modos de producción agrícola y ganadera de la zona, que contrasta con los enormes volúmenes de material que es necesario remover para obtener solo una tonelada de carbón ―10 tons. x cada 1 ton. obtenida[4]― y su precio, con tendencia a la baja en los últimos 5 años ―para mayo 2015, una tonelada métrica de carbón colombiano costaba 54,3 US$[5]―.

Este tipo de actividad, también mantiene e intensifica la persistente amenaza a los pueblos indígenas de estos territorios (wayuu, yukpa, barí, entre otros), y sus modos de vida; y refuerza el patrón de combustibles fósiles que empeora nuestras emisiones de GEI y nuestra contribución a la agudización del cambio climático. Venezuela es el país de Latinoamérica que emite más CO2 por persona[6], lo que contrasta con las propuestas de impulso a la energía solar o eólica en la Guajira venezolana (norte del estado Zulia), que han impulsado diversos movimientos ambientalistas en el país[7].

La conclusión es evidente: Venezuela NO necesita esta explotación masiva de carbón. Los perjuicios superan en todos los ámbitos a cualquier cosa que se considere beneficio. En este sentido, el llamado del presidente Maduro a los principios de la encíclica papal es una oportunidad para abrir diálogos ambientales sobre diversas políticas que podrían transformarse o ser revertidas. El punto 184 de la carta de Francisco es bastante claro:

184. Cuando aparecen eventuales riesgos para el ambiente que afecten al bien común presente y futuro, esta situación exige «que las decisiones se basen en una comparación entre los riesgos y los beneficios hipotéticos que comporta cada decisión alternativa posible» [131]. Esto vale sobre todo si un proyecto puede producir un incremento de utilización de recursos naturales, de emisiones o vertidos, de generación de residuos, o una modificación significativa en el paisaje, en el hábitat de especies protegidas o en un espacio público. Algunos proyectos, no suficientemente analizados, pueden afectar profundamente la calidad de vida de un lugar debido a cuestiones tan diversas entre sí como una contaminación acústica no prevista, la reducción de la amplitud visual, la pérdida de valores culturales, los efectos del uso de energía nuclear. La cultura consumista, que da prioridad al corto plazo y al interés privado, puede alentar trámites demasiado rápidos o consentir el ocultamiento de información.

El reconocimiento en el punto 146 de los terribles efectos de la vulneración de pueblos indígenas por proyectos extractivos, la necesidad de priorizar la preservación del agua en la aprobación o no de este tipo de proyectos (punto 185), o la necesidad de superar el cortoplacismo político y el consumismo, para en cambio promover agendas públicas ambientales (punto 178), junto a otros elementos planteados por la encíclica, pareciera sugerirnos con claridad, la conveniencia de derogar el decreto 1.606 para la explotación de carbón en el Zulia. Esto, en el espíritu del punto 186 de dicha carta –detener o modificar cualquier proyecto que socialmente se evidencie que implica peligro de daños graves o irreversibles–, podría aplicarse para la evaluación de otros grandes proyectos mineros propuestos en el país.

Procurar a la contribución de la defensa de la vida en el planeta (Objetivo V del Plan de la Patria) merece extender este diálogo propuesto por la encíclica y su reconocimiento por parte del presidente Maduro. Merece también atender a las múltiples propuestas y alternativas sugeridas por diversas organizaciones populares, comunales y ambientalistas del país, que proponen otras formas de gestionar el territorio y la economía. La invitación de la carta papal en el punto 179 es clara: la población organizada debe obligar a sus gobiernos a evitar y/o controlar los daños ambientales. Se trata de un principio político fundamental: la defensa de los bienes comunes comienza desde abajo.

*Emiliano Teran Mantovani es investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, docente de la Universidad Central de Venezuela y hace parte de la Red Oilwatch Latinoamérica.

Fuentes consultadas

– Aporrea Tvi. (VIDEO) Energía eólica y gas, pero no carbón dicen Movimientos al Gobierno. 

– Banco Mundial. Emisiones de CO2 (toneladas métricas per cápita). Web oficial del Banco Mundial. 

– Carta Encíclica Laudato Si’ del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común. Vaticano, 24/05/2015. Disponible en http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html Consultado: [05/07/2015].

– Index Mundi. Coal, Colombia Monthly Price. May 2015. 

– Nicolas Maduro Presidente de Venezuela Encíclica – Laudato Si. Alocución presidencial en cadena nacional del día 18/16/2015. https://www.youtube.com/watch?v=n2o-QVshQBE

– Portillo, Lusbi. La explotación de carbón dejará a Maracaibo sin agua y sin tierra a los Wayuu. Aporrea. 19/03/2015. 

– Rudas, Guillermo. “Notas sobre la minería de carbón a gran escala en Colombia”. En: Autores varios. La minería de carbón a gran escala en Colombia: impactos económicos, sociales, laborales, ambientales y territoriales. Friedrich Ebert Stiftung. 1/2014. 

– Urrea, Danilo. Calvo, Inés. Conflictos socio – ambientales por el agua en La Guajira. Censat Agua Viva. 06 Agosto de 2014. Disponible en: http://censat.org/es/analisis/acciones-sociales-frente-a-conflictos-ambientales-conflictos-socio-ambientales-por-el-agua-en-la-guajira Consultado: [05/07/2015].

Notas

[1] Alocución presidencial en cadena nacional del día 18/16/2015, disponible en video (Youtube) en https://www.youtube.com/watch?v=n2o-QVshQBE

[2] Carta Encíclica Laudato Si’ del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común. Vaticano, 24/05/2015. Disponible en http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

[3] Sobre esto, véase Portillo, Lusbi. La explotación de carbón dejará a Maracaibo sin agua y sin tierra a los Wayuu.

[4] Rudas, Guillermo. “Notas sobre la minería de carbón a gran escala en Colombia”, p.18

[5] Index Mundi. Coal, Colombia Monthly Price. Un proyecto similar a este, pero de dimensiones mucho mayores, es el de la mina El Cerrejón, en la Guajira colombiana. Sobre sus consecuencias, véase: Urrea, Danilo. Calvo, Inés. Conflictos socio – ambientales por el agua en La Guajira.

[6] Banco Mundial. Emisiones de CO2 (toneladas métricas per cápita). Datos hasta 2011.

[7] Cfr. Aporrea Tvi. (VIDEO) Energía eólica y gas, pero no carbón dicen Movimientos al Gobierno.