El proyecto y el EIA presentados por Aratirí al gobierno uruguayo prometen miles de empleos directos e indirectos, pero una simple comparación en base a la experiencia internacional muestra que esas cifras no pueden ser reales, no compensan los empleos que sustituyen y son solo un instrumento de propaganda falaz.
Fuente: Observatorio Minero del Uruguay
11/05/2011. Aratirí estima que la construcción de la mina, el mineroducto y el puerto empleará unos 3.000 trabajadores, con picos de hasta 4.000, y que la operación regular del complejo dará trabajo directo a unas 1.500 personas (incluyendo socios y contratistas) y generará entre 10.000 y 15.000 puestos de trabajo indirectos. En abril de 2011, el EIA de la empresa precisaba que, en la fase operativa, la ocupación sería de 1300 trabajadores en el distrito minero, 10 en el mineroducto y 140 en la terminal portuaria.
En una entrevista con representantes de la empresa, preguntamos cuál había sido la metodología utilizada para calcular los empleos indirectos. Nos respondieron que la estimación pertenecía al Estudio Ferrere, una conocida firma de abogados uruguayos, y prometieron enviarnos esa información pero nunca la recibimos.
El Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM), con sede en Londres, una organización que reúne a las mayores empresas y asociaciones nacionales de minería del mundo, aplica un coeficiente de 1,7 a 2,5 sobre los empleos directos para calcular los empleos indirectos que se pueden generar en una explotación.
Por ejemplo, la mina Antamina, en Perú, una de las diez mayores operaciones a cielo abierto del mundo, trabaja sobre un tajo de 3,4 por 1,8 km y 700 m de profundidad a 4.300 m sobre el nivel del mar y posee un mineroducto de 302 km de largo. Entre los trabajadores de la planta, socios y contratistas, Antamina ocupa 3.587 trabajadores y se estima que genera en consecuencia de 9.700 a 12.500 empleos indirectos.
Si aceptamos que la operación de Aratirí generaría 1.450 empleos directos y aplicamos a esta cifra el coeficiente del ICMM nos darían entre 2.465 y 3.625 empleos indirectos, o sea, cuatro veces menos que las estimaciones manejadas por la empresa. Y téngase presente que las minas en Valentines no tendrían los problemas logísticos para ser atendidas como tiene Antamina en medio de la Cordillera de los Andes.
Pero, además, Aratirí no iría a operar en una región previamente desértica, sino en una zona que ya se encuentra ocupada por otras actividades económicas.
Según la Tabla 1.3-107 del EIA, en las tres áreas ocupadas por el proyecto, hay 3.573 personas dedicadas a la actividad agropecuaria que serán directamente afectadas por la actividad minera y 4.156 trabajadores cuyo grado de afectación no puede deducirse directamente. El balance es cero o negativo, no hay aumento del empleo.
El EIA de Aratirí no presenta cifras acerca del empleo actual en las poblaciones de la costa oceánica de Rocha donde se instalaría el puerto de salida del mineral. Los 140 empleos estimados por la empresa para la terminal portuaria no son equiparables a las actividades económicas existentes en esta zona, mientras que varias de ellas (turismo, pesca, etc.) se sienten amenazadas por los impactos previsibles de ese puerto.
Al final, este problema tan caro para la conciencia de los uruguayos, el de las fuentes de trabajo que aportarían estas megainversiones, forma parte de la propaganda usada para convencer a la población de que estos proyectos valen la pena. Ya fue así en el caso de Botnia, donde de la promesa de 10.000 empleos indirectos se pasó a unos 3.000 en la actualidad y el mayor desempleo del país en el departamento de Río Negro.