A medio km de la naciente ya hay zinc arsénico, aluminio, plomo y cadmio. No se sanciona a contaminadores porque no existe cuadro de multas.

Fuente: diario El Comercio

13/06/2011. Se llama Hablador. Fueron quizá los incas quienes le pusieron ese nombre por los bramidos que profería el Rímac (‘hablador’ en quechua) a su paso por esta Lima que hoy, irónicamente, ya no lo escucha, ya ni siquiera lo mira.

El 77% del agua que bebe Lima viene del Rímac, pero empresas, municipios y familias arrojan allí sus desechos sin pudor: cada segundo el caudal hablador recibe 3.189 litros de desagües y residuos industriales, según el Ministerio del Ambiente (Minam).

Este Diario constató que a menos de medio kilómetro de la naciente del Rímac, ya hay exceso de metales pesados propios de la actividad minera. Más abajo, se sumarán más metales y luego los desagües de poblaciones enteras.

TRABAJO PARALIZADO

Desde el 2009, con la creación de la Ley de Recursos Hídricos, hay un ente encargado de proteger nuestros ríos. Se trata de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), adscrita al Ministerio de Agricultura (Minag). La tarea recae en la Dirección de Gestión de la Calidad de Recursos Hídricos, liderada por Amarildo Fernández. Su equipo de 10 personas tiene el encargo inicial de evaluar las 20 cuencas más críticas del país, incluido el Rímac. Su presupuesto de este año es S/.2’900.000.

“Con los resultados, vamos a establecer una red de monitoreo y fiscalización de los vertimientos industriales y domésticos”, explica Fernández, quien opina que el Perú está en pañales respecto del cuidado de sus cuencas hidrográficas. Y la verdad es que está peor que en pañales. De entre los 20 ríos por evaluar, la ANA empezó con el Rímac y se centró en su cuenca alta, entre la laguna Ticticocha y el distrito Ricardo Palma. El primer paso fue identificar fuentes contaminantes. El segundo paso, que consiste en medir la contaminación que ocasionan esas fuentes, aún no se da.

Fueron 11 fuentes de contaminación industrial (básicamente minera) las que halló la ANA en la primera etapa de su trabajo. Esas figuran en el informe técnico 0002-2010, un documento interno de noviembre pasado, al cual tuvo acceso este Diario. Allí dice, por ejemplo, que la compañía minera Casapalca vierte dos desagües de sus campamentos; el primero sin tratamiento previo y el segundo sin autorización.

“Ya lo hemos corregido. Este año sí tenemos las debidas autorizaciones”, se defendió la empresa. Correspondía a la ANA sancionarla, sin embargo ello nunca ocurrió. “Lo que pasa es que hasta el momento no contamos con un cuadro de multas”, arguyó Fernández. Prometió que en dos meses lo van a elaborar.

Las otras mineras del informe sí tienen autorizaciones, aunque no sabemos aún si cumplen con los estándares de calidad ambiental para el agua (ECA- agua). “Por más de dos meses no hemos podido pagar análisis de laboratorio”, explica Fernández.

Desde abril último, su equipo quedó paralizado por el decreto de urgencia que dio el Ejecutivo para limitar al 40% los gastos en bienes y servicios del sector público. Este fin de semana dicho decreto fue por fin derogado.

“Ojalá que el lunes [hoy] ordenen retomar el trabajo. Hemos perdido demasiado tiempo”, lamenta Fernández. Una de sus preocupaciones es que lo acusen de omisión de funciones. “Si la fiscalía quiere saber si la minera Volcan contamina el río –como han denunciado campesinos– yo no podría responder, pues no lo sé”, dice.

IMPUNIDAD PARA CONTAMINAR

Lo cierto es que aún cuando la ANA llegue a determinar el nivel de contaminación que dejan las mineras, no podrá sancionarlas si no cumplen con los ECA- agua. Las mineras pueden seguir ensuciando por cinco años más, gracias al Decreto Supremo 023-2009, del Minam, el cual les pide que presenten un plan de adecuación al Ministerio de Energía y Minas (Minem); y que se adecúen a su propio plan en un plazo de cinco años. Por cierto, el plazo para presentar dicho plan venció el año pasado y Amarildo Fernández asegura que el Minem no le ha remitido un solo plan de mineras de la cuenca del Rímac.

MÁS PLOMO DE LO PERMITIDO

En el curso aún en formación del Rímac, Volcan es la primera de una cadena de empresas emisoras de residuos líquidos. Antes de su Unidad Ticlio, de donde se extrae plomo, plata y zinc, está solo la naciente del río: rodeada de bofedales y habitada por garzas y patos; además de microcuencas, como la quebrada Antaranra. Todo en un paisaje nevado donde se impone el sonido sereno del agua.

En menos de medio kilómetro, ese río en formación ingresa en propiedad privada de Volcan. Y al salir de allí, ya ningún ave revolotea sobre el agua de olor penetrante. Mientras al vigilante de Volcan le dicen por radio que nadie recibirá a periodistas, un grupo de comuneros de San Mateo de Huanchar llega hasta esa misma caseta próxima a la Carretera Central. Buscan a un ingeniero para quejarse, otra vez, de que un día antes se había “soltado agua muy turbia. Las llamas no querían beber”, cuenta Gregorio Isla. A ellos tampoco los reciben.

Este Diario propuso a la ANA analizar en conjunto muestras de agua del Rímac relacionadas a fuentes de contaminación minera. El resultado nos reveló que al salir de la Unidad Ticlio de Volcan, el río contiene 0,661 mg de plomo, es decir 12,22 veces más de lo permitido por los ECA-agua.

Esa quebrada también tiene 83 veces más de manganeso, 12 más de aluminio, 6 más de hierro, 5,33 más de cadmio, 2 más de arsénico y el doble de zinc que lo permitido. Metales nocivos para un río que para el Estado tiene la categoría poblacional y recreacional, y “cuyas aguas pueden ser potabilizadas con tratamiento convencional”.

“Una exposición continua al plomo, incluso a niveles bajos, puede causar anemia y lesiones del sistema nervioso, sobre todo en niños. Esa exposición crónica es peligrosa porque no se suele diagnosticar pronto, pero puede causar desde náuseas hasta el coma. Además, las secuelas pueden ser irreversibles”, ilustra en su web la Organización Mundial de la Salud (OMS).

¿VOLCAN O PASIVOS MINEROS?

Toca aclarar que los resultados corroboran que la minería es la primera en contaminar al Río Hablador, pero no afirman que la culpa sea de Volcan. Para tener esa certeza, tendríamos que tomar una muestra de agua metros arriba de su efluente y compararla con la muestra tomada aguas abajo, como se hizo con la minera Casapalca (ver infografía). Pero ello implica que Volcan autorice el ingreso a sus instalaciones con anticipación.

“Ese es un problema porque si la empresa es advertida, es probable que controle su vertimiento el día de la visita, así los resultados no serán fieles”, apunta Flor Huamaní, especialista de la ANA.

Volcan se defiende: “Hay otras fuentes naturales de contaminación y pasivos mineros en ese terreno”, respondió en una carta. Mientras la ANA no implemente su red de monitoreo y fiscalización, y mientras la vigilancia de los ríos siga desorganizada, no podemos exigir otras respuestas.

VIGILANCIA ES DISPERSA

Por lo dispersa que está la tarea de proteger los ríos, a la ANA (Minag) le corresponde evaluar la contaminación en el río, pero al Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), adscrito al Minam, le toca medir la calidad del vertimiento minero.

Fausto Roncal, de OEFA, se excusó por no poder informarnos sobre la supervisión que ha venido haciendo del vertimiento de Volcan y otras mineras en la cuenca alta del Rímac. Prometió enviar hoy esa información.

PARA TENER EN CUENTA

Si bien OEFA (Minam) debe supervisar los vertimientos mineros, la composición de estos es aprobada antes por Energía y Minas, en base a un estudio de impacto ambiental.

Antes de la ANA, correspondía a Digesa (Ministerio de Salud) evaluar y sancionar la contaminación. Ello cambió el 2009, con la nueva ley.

Sedapal y Digesa también monitorean la calidad del Rímac. También hallan metales en la cuenca alta, aunque disminuyen antes de llegar a la Atarjea, en Lima.