Que dejen decidir a los ciudadanos de México y de Veracruz si desean ser objeto del experimento que representa explotar una mina a cielo abierto en la cercanía de Laguna Verde.
Fuente: Kaosenlared
22/11/2011. La Minera Cardel, nombre elegido para darse un cariz local por la compañía transnacional GoldGroup Mining (hasta donde sé, en Cardel aún no es oficial el idioma inglés), ha lanzado un desafío retórico en un edicto, fechado en Villa Rica, Actopan, el 10 de noviembre: “¿No están obligados, quienes alarman sobre riesgos de seguridad de nuestro proyecto a presentar evidencia de sus dichos, como lo hemos hecho nosotros?”
Con el “hemos hecho nosotros” se refieren al cumplimiento de trámites burocráticos, en México, el país paraíso de las inversiones sin el engorroso requisito de respetar el medio ambiente… y con el “quienes alarman” se refieren a las personas que dieron a conocer (cuando era un secreto sigilosamente guardado) que tratarán de poner una mina a cielo abierto en Actopan a menos de tres kilómetros de la planta nucleoeléctrica de Laguna Verde, específicamente dieron la primicia los integrantes de la Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (LaVida), parte de la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales (ANAA).
Desde luego, la empresa transnacional GoldGroup Mining dice ser respetuosa del medio ambiente y amigable con la flora y la fauna, como siempre dicen las empresas y usualmente parecen creerle las laxas y bastante confiadas “autoridades ambientales” mexicanas.
Para cualquier mexicanos honesto que quiera saber lo que significa una mina a cielo abierto en términos de devastación ambiental y afectaciones sociales, la experiencia concreta está en la mina San Xavier que ha destruido el Cerro de San Pedro, y los potosinos que han sobrevivido esa experiencia pueden ser el testimonio cabal de ese proceso.
Pero en este caso, en Actopan, lo que LaVida ha alertado rebasa incluso el peligro de una devastación como la que ocurrió en San Luis Potosí con la minera San Xavier.
Ojalá la cuestión se dirimiera no solamente en un desafío retórico de una empresa y unas “autoridades ambientales” que agilizan trámites burocráticos en un estudiado lenguaje de “seguridad” y de “responsabilidad”.
El hecho es simple: Una mina a cielo abierto, con los procesos que de por sí dañan del modo como se ha demostrado en San Luis Potosí, pero aquí a sólo tres kilómetros de la nucleoeléctrica de Laguna Verde.
El resultado que pudiera tener, de cumplirse cualquier incidente como los que ha alertado LaVida, es irreversible. Pregunten en Fukushima y Chernobyl si no les habría gustado aplicar el principio precautorio en vez de comprar las promesas de seguridad “autorizadas”.
Los argumentos de la empresa transnacional con nombre pretendidamente local serán repetidos por todas partes, pero los de LaVida también deben ser leídos, conocidos, reflexionados y defendidos por los veracruzanos y mexicanos todos que correrán en carne propia el riesgo, bajo la palabra “sustentable” y amiga del ambiente de la empresa que lanza el desafío: La empresa apuesta a ganancias enormes, el pueblo veracruzano y mexicano asume todos los riesgos, que de haber un incidente, no podría compensar ninguna suma de dinero o de oro.
Citamos el meollo del argumento de LaVida: “la concesión minera de este proyecto canadiense incluye el polígono XI de la planta a nuclear Laguna Verde. Cabe destacar que para sus movimientos de tierra este tipo de minería a cielo abierto requiere grandes cantidades de explosivos, en promedio 5 toneladas diarias, por tanto las múltiples detonaciones causarán microsismos, que podrían modificar considerablemente los mantos acuíferos además de afectar la propia seguridad de la nucleoeléctrica. Parte de la mina está localizada en los cerros de La Paila y La Cruz, enfrente de la planta nuclear de Laguna Verde.
Según las imágenes publicadas por la propia empresa se colocarán miles de toneladas de material removido en la cabeza de cuenca, las cuales serán objeto de deslaves severos cuyos sedimentos afectarán ríos, lagunas costeras y la ribera del mar de donde se extrae agua para el enfriamiento de los reactores de la nucleoeléctrica. Este hecho pone en grave riesgo la operación de la planta nuclear y la vida de miles de habitantes que se encuentran dentro del perímetro del PERE (Plan de Emergencia Radiológico Externo) sobre todo compromete el futuro de nuestro país y de las generaciones por venir.”
Que dejen decidir a los ciudadanos de México y de Veracruz si desean ser objeto del experimento que representa explotar una mina a cielo abierto en la cercanía de Laguna Verde, ellos, nosotros, los veracruzanos y mexicanos deberíamos decidir, porque somos quienes serán usados como conejillos de Indias. Que pongan en la balanza las promesas de siempre de “inversiones”, “empleos” y “derrama económica” frente a la seguridad de principio precautorio, que implica la defensa de la vida por encima del deseo de lucro.