Andrew Boni Noguez documenta el conflicto en torno a la zona sagrada de Wirikuta. El experto, Premio de la Academia, analiza quiénes son los locales: los que llevan siglos viviendo allí o los wixaritari, que tienen más tiempo visitándolo por ser parte de su cosmovisión.
Fuente: La Jornada
En la historia de la minería el conflicto está presente en diversos momentos, y en tiempos recientes la oposición a emplazamientos mineros se da bajo argumentos de justicia ambiental, derechos humanos, reivindicación de pueblos y culturas indígenas, así como la defensa de patrimonios nacionales, regionales y locales. La proliferación de estos problemas requiere del estudio de los procesos de reconfiguración social y territorial que ocasiona esa actividad, y también de la sociedad que la rechaza.
El investigador Andrew Boni Noguez analizó desde una perspectiva geográfica el conflicto territorial provocado por el emplazamiento de un proyecto minero en Real de Catorce, San Luis Potosí. El enfoque teórico es sobre el territorio y la territorialidad; es decir, un territorio puede significar muchas cosas para distintos grupos que interactúan con él.
La tesis doctoral Minería, conservación y derechos indígenas: territorio y conflicto en Catorce, San Luis Potosí documenta la lucha en una zona considerada sagrada por los huicholes, que si bien no viven allí, sino a 400 kilómetros, entre Nayarit y Jalisco, cada año realizan peregrinaciones rituales a esta zona desértica y no quieren que sea afectada por la minería.
En el área de Catorce esa actividad se ha desarrollado interrumpidamente desde finales del siglo XVIII. En torno a las minas se asentaron centros de comercio y comunidades campesinas y ganaderas acostumbradas a la minería. En la actualidad, además de turistas, mineros y campesinos, hay un grupo que, sin habitar el lugar, tiene una relación espiritual con el sitio, mientras la población local ha mostrado su apoyo a la reapertura de la mina.
Los huicholes o wixaritari habitan en la sierra Madre Occidental, en los estados de Jalisco y Nayarit. Cada año grupos de ellos realizan desde sus comunidades peregrinaciones rituales a la zona de Catorce. Wirikuta, como es designada esta área que comprende la sierra y gran parte de la llanura que la rodea, ocupa un lugar importante en la cosmovisión de este pueblo, ya que para la etnia el origen del Sol tuvo lugar en una de las cimas de la sierra y el equilibrio del universo depende de las ofrendas que cada año realizan los peregrinos huicholes.
Público rechazo
De acuerdo con el trabajo de Andrew Boni Noguez, doctor en geografía, el conflicto comenzó en septiembre de 2010, tras descubrirse que una empresa pretendía reabrir una de las minas próximas a Real de Catorce, ante lo cual los dirigentes del pueblo huichol, aliados con organizaciones no gubernamentales, hicieron público su rechazo. El movimiento ganó impulso con el apoyo de grupos e individuos y consiguió un seguimiento mediático que no se había visto para una lucha contra la minería en México.
Uno de los objetivos del trabajo de Boni Noguez, por el que recibió el Premio de la Academia a las mejores tesis de doctorado en ciencias sociales y humanidades 2015 en el área de ciencias sociales, fue entender cómo los distintos actores sociales intervienen en este conflicto y cómo comunican esto a la esfera pública, al gobierno y a los juzgados; lo que se resume a investigar cómo hablan de este lugar, cómo lo usan y cómo lo representan, ya que estos son factores para entender el desarrollo del conflicto.
Así, la tesis describe a cada uno de los actores centrales del conflicto: huicholes, propiamente a la agrupación denominada Frente en Defensa de Wirikuta, que reúne a representantes y autoridades de esa etnia con activistas afines, pero externos, la compañía First Majestic y las comunidades locales de la zona de Catorce.
Además de la observación directa en las localidades aledañas a Real de Catorce, así como de entrevistas con la población y representantes del gobierno y de la empresa minera, el investigador consultó el trabajo etnográfico ya realizado, en particular sobre la peregrinación a Wirikuta, y material hemerográfico para tener un seguimiento completo de cómo se desenvolvía el conflicto fuera de la zona de estudio.
Una de las conclusiones, tras casi tres años de investigación, es que a pesar de la existencia de un gran número de problemas en el país entre diversas comunidades y empresas mineras, tenemos que conocer las particularidades, ya que no se puede generalizar y decir que todos los conflictos de este tipo se desarrollan de manera específica.
La confrontación entre los que están en favor de la mina y los que están en contra, lleva a plantearse nuevas preguntas, entre ellas, quién es el local, las comunidades que llevan siglos viviendo ahí o los huicholes que llevan más tiempo visitándolo por considerarlo un lugar relevante que es parte de su cosmovisión, aunque no sean habitantes del lugar. Se trata de una tensión entre los derechos territoriales de los pueblos indígenas y los derechos de propiedad de la gente que vive ahí, la mayoría de ejidatarios no indígenas.