La presa de la minera canadiense tiene ya cuando menos unas cuatro hectáreas de extensión, y sigue creciendo. El dique de colas amenaza las casas de la comunidad de Melladito, un caserío de 11 familias, ubicado al norte de la presa de jales. Lodos tóxicos de la presa están por invadir la comunidad de Melladito; mineros canadienses sabotean intención del Estado de hacer turística la zona minera de la Sierra de Guanajuato.
Fuente: Zona Franca
El pueblo del Mineral de La Luz es un lugar de belleza mágica, edificado a raíz de la época de oro de la minería en Guanajuato. Sus atractivos han provocado una importante inversión pública y privada para aprovechar los escenarios naturales e históricos de la región enclavada en las montañas de la Sierra de Guanajuato como recurso turístico.
Sin embargo, se trata también de una zona amenazada de depredación ambiental por la misma minería, que ahora se realiza por parte de empresas de capital extranjero que muestran muy poco respeto por la historia y el medio ambiente. Un ejemplo de ello es el acelerado crecimiento de la presa de jales (desperdicios mineros con alto contenido de metales pesados y productos químicos) que la empresa canadiense Endeavour Silver, mantiene en esa zona.
La presa de la minera canadiense tiene ya cuando menos unas cuatro hectáreas de extensión, y sigue creciendo. La cortina, cerca de 200 metros de largo, amenaza con llegar hasta las casas de la comunidad de Melladito, un caserío de 11 familias, ubicado al norte de la presa de jales.
El embalse de desechos de Endeavour Silver, que explota las minas de Rampa El Lucero, La Asunción y Bolañitos, se estaría expandiendo en base a permisos federales. Sin embargo es evidente que hay daños a la ecología de la zona, cuando menos de la cañada en la que está asentada. Además de afear sensiblemente una zona con enorme potencial turístico.
Felicita Morales Morales, de 78 años de edad, quien toda su vida ha vivido en Melladito, dijo que no podía hablar mal de la minera, pues no se han portado mal, pero que la presa de jales ya no puede seguir creciendo, y que así se lo prometieron los ingenieros de la mina Bolañitos.
Cuando se visitó el caserío, se buscó platicar con dos mujeres jóvenes que estaban en el patio de una casa de adobe, acompañadas de varios niños, las mujeres dijeron que ellas no sabían nada, y que quien conocía el problema era la señora Felicita.
Un niño, de 11 años de edad, Francisco, nieto de doña Felicita, se apresuró decir que la presa está mal, que ahora se tiene que caminar mucho para ir a la escuela y hay mucho polvo.
A la matriarca, le causó risa la intervención de su nieto, “hay Francisco a ti nadie te pide opinión y ya diste tu voto”, dijo doña Felicita sin regañar al niño.
Doña Felicita reconoce que algo anda mal con la presa, pero que le prometieron que ya no va a crecer, y que además le aseguran que el lodo de la mina no tiene veneno. Añade: “ahorita no se ha levantado mucho polvo porque el lodo está húmedo, pero cuando lleguen los ventarrones nos vamos a llenar de tierra, por eso un hermano fue a hablar con los ingenieros para decirles que hagan algo y no dejen que el polvo se nos eche encima”, dijo la señora.
La presa de jales, ya a unos metros de las casas de Melladito, se estaba desbordando hacia el pozo donde se surte el agua, por lo que se quejaron a la minera y esta tuvo que construir un bordo para contender el lodo, contó la señora.
La señora nacida en 1938 en Melladito, dice que ella y su familia seguirán viviendo en el lugar, y que si la empresa minera les quiere comprar para que la presa de jales siga creciendo sin problemas, no venderán; “siempre hemos vivido aquí, este es nuestro lugar”, dice con firmeza la mujer, quien agrega que ella y su familia permanecerán en el lugar aunque les ofrecieran terrenos o una casa en otra zona, con agua potable y servicio de drenaje.
No me puedo quejar de la minera, uno de mis hijos trabaja en Bolañitos de Malacatero, informa doña Felicitas, y agrega, “pero eso sí, como le digo, la presa no puede crecer más, y en eso quedamos, y lo dicho se tiene que cumplir”, dice la señora quien informó que en la cañada que se tapó con la presa de jales, había más que nada huizaches.
Si sigue creciendo la presa de Jales, no solo afectará a casas de Melladito sino a decenas de árboles de encino que crecen del lado contrario a donde se ubica el caserío.
Por la cañada en la que se construyó la presa de Jales, corría un arroyo, que es parte de los arroyos que forman el río que pasa por en medio de la comunidad de Los Lorenzos, una de las comunidades más grandes del municipio, conocida por sus huertas de aguacate y guayaba.
Desde Melladito se observa con claridad la cúpula de la iglesia del Mineral de La Luz. Allí, la gente sabe del crecimiento de la presa de Jales, pero ese no es un problema que les importe mucho, pues por el momento no les afecta directamente. Si hubiera un derrame de jal los afectados serían las gentes que viven en las comunidades aguas abajo, como Los Lorenzos, Arperos y el Paxtle, esta comunidad del municipio de Silao.
Además la presa de jales, dstá separada por un cerro de la presa del Realejo, de donde se surte de agua a los habitantes de la comunidad de La Luz.
La presa de jales ya está impactando en la belleza natural del lugar, como sería en proyectos de ecoturismo y en las intenciones para detonar la zona de La Luz turísticamente, eso lo reconoce el señor Macario Padilla Calvillo, de 64 años de edad, quien está capacitado como guía de turismo rural sustentable.
Hoy guía de turistas, Macario trabajó muchos años como minero. Y aunque afirma que no puede condenar a la minería, pues de eso vivó durante muchos años y es la actividad que está en el origen de La Luz y en su presente, si deja claro que ahora se requiere que la actividad minera sea muy cuidadosa y no dañe el medio ambiente.
Minera candiense construye presa de aguas pluviales
Algo que llama la atención es que cerca de la presa de jales, hay una presa para almacenar agua pluvial, que construyó la minera Endeavour, para usarla en los procesos de la planta de beneficio del mineral que tiene en la zona.
Aunque la presa no es grande, la cortina tiene unos 20 metros de largo, por diez de alto, se debió de contar con permiso de la Comisión Nacional del Agua para construir ese embalse, pues los arroyos de la zona pertenecen a la cuenca Lerma-Chapala, e incluso para restaurar esa cuenca, el gobienro federal auspicia programas de reforestación en la zona de la Presa de la Soledad.
El crecimiento de la presa de Jales, también tiene impacto en ese terreno, pues se está afectando a arroyos que son parte de la cuenca del Lerma Chapala.
Al respecto, son claras las conclusiones de un estudio de la Asociación Civil Fundar, Centro de Análisis e Investigación, que trata sobre los impactos de la inversión minera canadiense en México. Concretamente, sobre las presas de jales se señala lo siguiente:
Los residuos de la explotación que no pueden aprovecharse son depositados en enormes presas, llamadas presas de jales. El diseño y construcción de estas presas resultan fundamentales para la seguridad de la mina, ya que contienen materiales muy tóxicos y dañinos para los ecosistemas, la vida y las actividades humanas. La seguridad de la mina depende en última instancia, de los métodos de construcción y mantenimiento, de la topografía del sitio y la actividad sísmica de la zona.
Además del peligro de que ocurran derrames, el método de lixiviación entraña otros riesgos, que incluyen la trasportación del cianuro al sitio, el agotamiento del agua y su contaminación con cianuro, arsénicos y metales pesados (como el plomo, mercurio y cadmio) y la intoxicación de zonas aledañas y de los trabajadores, debido a la exposición de emisiones de gases, entre otros.
La neutralización de la toxicidad del material residual es una labor que puede tomar entre cinco a cien años. Es posible que las empresas se empeñen en mantener en buenas condiciones el lugar mientras dure la explotación, pero difícilmente se comprometerán a seguir haciéndolo una vez desactivada la mina.
En Mineral de La Luz, nadie parece hacerse cargo de estas advertencias. A pocos kilómetros se encuentra el nuevo Centro de Atención a Visitantes de la Sectur estatal, con un museo de la minería, una exposición de momias y un hostal de peregrinos. Más adelante está el santuario católico de Cristo Rey y hay intenciones de fortalecer la inversión turística en la zona, incluso con un teleférico de gran extensión.
Sin embargo, parecen imcompatibles los planes de la industria “sin chimineas”, con la falta de control de las empresas mineras, ahora en manos de inversionistas canadienses, que explotan la riqueza de la zona a niveles de depredación.