Ni rastro de él, de uno de los principales líderes en Los Cabos en la lucha antiminera, en especial, en contra del proyecto minero Los Cardones. Los Cabos, BCS. Desde el 24 de octubre de 2011 nadie supo de él. David Sosa Pérez desapareció, y con él un fragmento de la historia del movimiento social en contra de la imposición gubernamental de la minería a tajo abierto en Baja California Sur.
Fuente: SDP Noticias
Su esposa Ksenia Soynikt, una rubia ucraniana y traductora de cuatro idiomas, con quien vivió en Todos Santos desde 2009, no lo volvió a ver. El único recuerdo de David Sosa, además de las notas periodísticas, son dos pequeños de siete y cuatro años que apenas lo han de recordar.
“Y la neta que la Baja es el mero lugar para armar un buen despertar de algo que ya iremos sabiendo… es necesario patear y barrer la mediocridad, la cobardía y el conformismo… yo veo esperanza abundante”, se lee en uno de sus últimos comentarios en Facebook.
David Sosa embonó de inmediato dentro del movimiento antiminero, y junto a varios ciudadanos y ciudadanas conformaron la agrupación Sociedad Organizada Sudcaliforniana (SOS). Los unió el combate frontal contra la minera Concordia, antes Paredones Amarillos, y hoy conocida como Los Cardones.
De hecho, el 16 de enero de 2011, lograron una hazaña jamás imaginada: reunieron a más 9 mil personas, entre ellos candidatos políticos y empresarios reconocidos, para mandar un mensaje al sector minero de oposición clara. En la playa el Tule formaron la palabra SOS, un histórico llamado de auxilio a la sociedad mexicana.
Las cosas no serían fáciles desde entonces para la empresa hasta la llegada del PRI al gobierno federal, cuando sin interesarle la negativa de un amplio sector de la sociedad, autorizó condicionado el proyecto Los Cardones; pero no ha logrado consumar la tramitología burocrática ambiental, porque no pueden comprobar la posesión legal de los terrenos ubicados en Sierra La Laguna.
El 7 de marzo de 2011, en la sección de estados del diario La Jornada, David Sosa declaraba: “señaló que a la preocupación causada por el regreso de Concordia se sumó información filtrada sobre la concesión de 44 mil hectáreas otorgada por la Secretaría de Economía en favor de Pediment Incorporated (Canadá) para instalar una mina de oro a cielo abierto en un área aledaña a desarrollos turísticos y muy cerca del Mar de Cortés, en el municipio de La Paz, así como una de mil 445 hectáreas asignada a un particular en el cerro de la Trinidad, en el municipio de Los Cabos”.
La noche más larga
Es seguro que la noche en que no regresó su esposo, Ksenia Soynik debió sentir el tiempo lento y pastoso, como si fuera la noche más larga de su vida, como si fuera la última. Es duro saber que uno de sus hijos no ha conocido a su padre. Desde entonces comenzó su búsqueda. Se unió al grupo de voluntarios Unidos por David Sosa, y comenzaron la exigencia ante autoridades estatales.
En algún lugar de los bodegas llena de archivos de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), se encuentra el expediente SJC/348/TUR/2011. Este montón de hojas tiene las declaraciones obtenidas por los agentes de la Policía Ministerial de BCS, averiguación previa que abrió la autoridad para dar con el paradero de David Sosa, entre tanto ella continuó su vida por sus pequeños.
Han pasado cuatro años y dos meses, y al igual que muchos casos, no hay avances, y no se sabe del activista. La versión oficial habla de un David Sosa cansado. Junto a su amigo Tonatiuh Bravo, organizó un temazcal en el Hotel Hilton, localizado en el corredor turístico de Los Cabos, para varios turistas extranjeros.
“Yo lo vi muy cansado y observé que se sentó en una piedra a descansar a la orilla de la carretera federal del corredor turístico”, indicó Bravo al Semanario Zeta a 20 días de la desaparición. Él fue el último verlo: llevaba short o traje de baño de color azul marino, playera verde con letras SOS.
Y el rumor de que se fue caminando por la carretera federal hacia al norte, así en un extraño comportamiento en David, tomó más fuerza. Incluso, el 25 de octubre de 2011, los investigadores hablaban de un conductor que le dio raite en la zona de Santa Rosalía, en el municipio de Mulegé, a una persona parecida a Sosa.
“La información que se extendió a los distintos municipios fue por parte nuestra, fuimos nosotros ‘ciudadanos de a pie’ los que dimos aviso a las policías de Comondú y Mulegé. Ellos sí respondieron divulgando la foto y dando a conocer a sus subalternos el suceso. Con ellos estamos agradecidos. Pero, en el municipio de Los Cabos, donde aconteció la desaparición, no ha pasado nada”, expresó en una carta Unidos por David Sosa.
En enero de 2012, la hermana de David Sosa vino desde Quebec, Canadá a presionar; viajó del mismo país de la empresa que está aferrada en sacar oro de la Reserva de la Biosfera Sierra La Laguna.
Cuatro años de agresiones
Paradójicamente, en todo este tiempo en que David Sosa no estuvo, las agresiones contra defensores medioambientales aumentaron en un 99 por ciento en todo México.
El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) presentó su Segundo Informe Anual sobre Ataques a Personas Defensoras Ambientales. En él, se advierte una “tendencia creciente”, porque pasó de 10 casos en 2010, a 16 en 2011; 23 en 2012; 82 en el periodo enero 2013-abril 2014; y a 109 durante el lapso mayo 2014-junio 2015.
Los conflictos relacionados con el agua “han sido los más comunes” en los últimos meses. Una lucha contra hidroeléctricas (16 casos), mineras (13), proyectos inmobiliarios (11), despojo de tierras (10), y con eólicas (8) en 2015.
Por cierto, el 11 de enero de 2014, Medio Ambiente y Sociedad (MAS), agrupación opositora a la minería a cielo abierto en la entidad en La Paz, acusó a elementos de la PGJE de BCS por vigilar ilegalmente a sus miembros.
Luego de la Reunión Pública de Información del proyecto minero de capital canadiense “Los Cardones”, el presidente de la organización no gubernamental, Juan Ángel Trasviña Aguilar señaló tener pruebas que revelarían la indebida actuación de la autoridad judicial de Baja California Sur.
La preocupación es latente para el activista, pues fueron un par de sujetos a bordo de la unidad con logotipo de la PGJE y el escudo del gobierno del estado con placa CZM4374, quienes siguieron y fotografiaron a su hija Irina Trasviña Mar y a Ana Boch – ambas integrantes de MAS – .
Las activistas, comentó, se percataron de la presencia de un vehículo color rojo, Nissan modelo 2013, en la esquina frente a las oficinas de la empresa de Trasviña Aguilar y, al querer encarar a las personas, uno se bajó del automóvil, las fotografió y escaparon. Alcanzaron a grabar la huida y en YouTube subieron un video de 13 segundos con el título: Denunciamos intento de intimidación a integrantes Medio Ambiente y Sociedad. El episodio quedó como un mal sabor de boca.
Y es que en el documento de Cemda aparecen los tipos de agresiones, y en 2015, 75 fueron amenazas; 25 agresiones físicas; 19 casos de enjuiciamiento arbitrario; 17 detenciones ilegales; 11 asesinatos; tres casos de difamación hacia organizaciones de la sociedad civil y dos de uso indebido de la fuerza.
Pareciera que nadie quiere ya hablar de David Sosa. Se convirtió en una especie de silencio incomodo en la lucha antiminera contemporánea de Baja California Sur, se convirtió en uno de esos activistas sociales que desaparecen cada año en México.
Quizá la autoridad deba replantear la pregunta, y no debería cuestionarse dónde está, más bien debería contestar a la interrogante: ¿Por qué desapareció David Sosa?