Cualquier temblor provocado por las explosiones vinculadas con la exploración minera en la zona de La Cañada podrían hacer desaparecer a los 18 petroglifos de la Cueva de Escáhuasco, en la comunidad de San Nicolás de Ocampo, ubicada a unos 3 kilómetros de la cabecera municipal, advirtió en exclusiva Horacio López Bonilla, pintor que ha estudiado estos vestigios con la colaboración del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Foto: reproducción del petroglifo de la Serpiente Emplumada en Tetela. Fotografía Horacio López

Fuente: El Sol de Puebla

La importancia de estos petrograbados es que junto con los de la Cueva Oscura de San Nicolás (donde existen otros dos, así como 76 tumbas con una antigüedad estimada de 22 siglos), podrían tratarse de grabados con un sistema compositivo que obedece a la geometría del ciclo de Venus y que está asombrosamente conectado con el arte prehispánico de distintos horizontes culturales mesoamericanos, así como con el paleolítico europeo, toda vez que han permitido descifrar hallazgos de más de 13 mil años de antigüedad en Francia, así como otros más en Alemania y España.

LOS PETROGLIFOS EN PELIGRO

López Bonilla es un artista plástico que está relacionado con la temática del México antiguo y en sus composiciones utiliza razones y proporciones calendáricas, con lo que le fue posible advertir, reconocer y comprobar la existencia de un sistema geométrico simbólico, asociado al calendario ritual de Venus (de 260 días), que subyace en la composición artística mesoamericana.

A principios de 2012 hizo la denuncia correspondiente ante la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH y fue así como en julio pasado fue asignado el arqueólogo Miguel Medina Jaen para apoyar en las investigaciones que abarcaron dos puntos clave en Tetela de Ocampo, la Cueva Oscura de San Nicolás, que resguarda 76 tumbas de antiguos linajes de mexicanos (con una antigüedad estimada de 22 siglos), al oeste, con dos petrograbados relacionados con la observación de Venus como Estrella vespertina.

En esta cueva, los vestigios funerarios de las cavidades descubiertas, podrían relacionar a Tetela de Ocampo con la mítica ciudad de Chicomoztoc, la legendaria Tilan Tlalpalan, o la antigua corte chichimeca, “y un investigador de la talla de Mac Neish, seguramente estaría poniendo manos a la obra en investigar esos enclaves, para completar su historia del linaje del Maíz”, apuntó el pintor y aficionado a la arqueología.

La otra es la Cueva de Escáhuasco, orientada al noreste, destinada a la observación del Lucero del Alba, con 18 petrograbados que constituyen un testimonio invaluable, ya que es la bitácora de un astrónomo olmeca del formativo medio, contienen escenas asociadas al culto de la Serpiente Emplumada (el hecho de encontrarse esta deidad en un enclave del altiplano poblano limítrofe con Veracruz, demuestra el nexo de las culturas del Golfo con los teotihuacanos a principios del clásico), Tláloc y la Planta del Maíz, junto a varios glifos abstractos de carácter astronómico. El detalle que López Bonilla resaltó es que los 18 petrograbados de la Cueva de Escáhuasco conforman la bitácora de registro de un astrónomo olmeca del formativo medio.