El maestro Adolfo Ich Chamán murió y varios campesinos resultaron heridos de bala. “Si las oportunidades en este país fueran diferentes, no estaríamos aquí pasando penas, sin dormir y con miedo a que en cualquier momento la seguridad de la compañía de níquel venga a dispararnos. Así narra Alfredo Cuz lo que significa vivir en la aldea La Unión, cuyas tierras reclama la Compañía Guatemalteca de Níquel (CGN), con quien tuvieron un enfrentamiento la semana última.
Fuente: diario Prensa Libre
La Unión, El Estor, Izabal – 30/09/2009. El daño psicológico que los constantes intentos de desalojo han provocado en los habitantes de esta aldea son evidentes. Cuando los niños ven una cámara fotográfica, piensan que es un arma, corren a esconderse y se echan a llorar.
La presencia de soldados y policías, tras la alambrada que los separa de la minera, les da miedo. “Nos acostamos con el temor de que sus sicarios nos van a venir a sacar a la fuerza; la tranquilidad nos la arrebató la minera”, lamentó Rosario Mo.
Durante un recorrido por la zona se pudo constatar que la situación de las casi cien familias que viven allí es lamentable. Las casas son de varitas con techo de lámina y suelo de tierra; las calles no están asfaltadas, no hay agua entubada, drenajes ni energía eléctrica y hacen sus necesidades en hoyos ciegos.
Defienden sus tierras
Pese a ello están dispuestos a defender con su vida la tierra sobre la que viven, la cual, dicen, heredaron de sus padres, y estos, de sus abuelos.
Los vecinos aseguraron que esa parcela es de ellos y que cuando en 1965 el Gobierno le dio una concesión de explotación -por 40 años- a la empresa Exploraciones y Explotaciones Mineras Izabal (Exmibal), empezaron los problemas.
Tras años de negociación, Roberto Polanco, gerente en aquel entonces, ofreció cedernos la tierra, pero cuando dejaron de operar, en 1981, se paralizaron las negociaciones”, lamentó Haroldo Cucul, quien recibió una herida de bala el día que mataron a Ich.
La Exmibal vendió la concesión a esta nueva compañía y desde que ellos llegaron las cosas van de mal en peor, según cuentan los campesinos.
Nos han querido desalojar en forma violenta cuatro veces. Han golpeado a las mujeres, niños y ancianos, pero esta vez se pasaron porque mataron al catedrático, hirieron a siete campesinos y golpearon a varios niños”, se quejó Alfredo Cuz.
El problema, dicen, es que no tienen dónde vivir. “No hay trabajo y no podemos salir a otros lugares porque si la CGN no ve hombres, es más fácil reprimir a las vecinas”, denunció Cucul.
En un comunicado de prensa, la compañía negó los hechos y aseguró que están dispuestos al diálogo y que su personal nunca disparó contra los campesinos.
El Gobierno, para evitar problemas, envió un contingente de la PNC y el Ejército, pero los pobladores no se fían y temen que la presencia de estos sea para apoyar un próximo desalojo.