La zona de explotación de oro, legal e ilegal, del Bajo Cauca antioqueño termina entregándole toneladas de sedimentos y desechos al río Magdalena.
Fuente: diario El Espectador
30/04/2012. En Valdivia, Tarazá, Cáceres y Caucasia, en el Bajo Cauca antioqueño, mineros legales e ilegales (barequeros) practican la minería de oro de aluvión (aquella que se hace superficialmente en las riberas). / Fotos: David Campuzano
La última víctima de la minería del oro, que se ejerce en el Bajo Cauca antioqueño, es el río Magdalena. A la altura del Brazo de Loba —o cuenca magdalénica, en el norte de La Mojana sucreña— las aguas del río Cauca, cargadas de toneladas de sedimentos y desechos, se integran a las del río más importante del país.
La mañana del 22 de marzo salimos de Medellín hacia el municipio de El Bagre, a 284 kilómetros, para luego ir a un sobrevuelo que nos dejaría ver el impacto ambiental de las minas de oro a orillas del río Nechí.
Recorrimos 300 mil hectáreas, de las que 30 mil pueden ser víctimas de la minería legal e ilegal. Durante una hora me encontré con un paisaje, que en algún momento se mostró atiborrado de verde, ahora consumido por la remoción de toneladas de tierra, que además hacen que el Nechí se vea del color del lodo.
Visitamos las márgenes del río cerca de la Serranía de San Lucas. Observamos los techos de las poblaciones de El Bagre, Zaragoza y Nechí.
Desde la altura alcanzaba a ver a los mineros y las enormes retroexcavadoras devorando el terreno. Lucían minúsculos desde ese helicóptero, como microorganismos que a pesar de su tamaño logran enfermar las aguas, provocándoles una infección mortal.
Mientras obturaba mi cámara no podía dejar de pensar en las cifras que acababa de escuchar: tan sólo se recupera una hectárea de bosque por cada 50 degradadas. El costo de una hectárea recuperada es cercano a los $5 millones y, según Mineros S. A. (una de las empresas que operan en esa zona), reforestar 50 mil hectáreas valdría alrededor de 15 millones de euros. Quienes explotan el oro no le pagan ese precio a la naturaleza.
Cerca de los límites entre Bolívar y Antioquia el Nechí vierte sus aguas al Cauca. Y más adelante me encontré con una imagen que lo dice todo: el sol de las seis de la tarde sobre las aguas del Cauca lo hace parecer un río de oro, que contrasta con sus orillas ennegrecidas que guardan la memoria de una vena que transporta riqueza, pero que a la vez deja ruina a su paso.