El Consejo de Estado derogó la decisión de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales de Colombia (Dian) de descontar las regalías de los impuestos de las empresas mineras y petroleras, gracias a una demanda interpuesta por el senador Jorge Robledo, entre otros. Desde 2005 hasta la fecha le costó al país cerca de 4.353 millones de dólares ($ 13,1 billones, contando con un dólar de $ 3.000). Un regalo de aquél gobierno y de su sucesor a las multinacionales y a los grandes consorcios nacionales mineros. Cuando el movimiento estudiantil en el 2011 planteó la gratuidad de la educación universitaria, Alejandro Gaviria, actual ministro de Salud, calificó esta solicitud de voraz. ¿Educación gratuita para los colombianos o minería gratis para los extranjeros? La realidad ha mostrado quiénes son los voraces y rapaces, y quiénes pagan el festín de la victoria.
Por Guillermo Maya publicado en El Tiempo
La Dian con base en el concepto tributario 15766 del 2005, publicado en el Diario Oficial n.° 45.871 (abril 6 del 2005), en el primer gobierno de Álvaro Uribe Vélez, hasta la fecha de hoy le costó al país cerca de “4.353 millones de dólares ($ 13,1 billones, contando con un dólar de $ 3.000), teniendo en cuenta que la deducción se aplicó durante 12 años, a partir del 2005”. Un regalo del gobierno de los “tres huevitos” y de su sucesor a las multinacionales y a los grandes consorcios nacionales mineros por solicitud de la Cámara de Asomineros de la Andi.
El concepto tributario 15766 del 2005 de la Oficina Jurídica de la Dian parte de la pregunta: “¿Son deducibles las regalías que los contribuyentes diferentes a las entidades descentralizadas pagan por la explotación de recursos naturales no renovables? La respuesta fue: “Sí son deducibles para efectos de la determinación de la renta líquida, las regalías causadas por la explotación de recursos naturales no renovables, sin distinción de la clase de contribuyente, siempre y cuando cumplan los requisitos, que para su procedencia, según el caso, exige la legislación tributaria”.
Es decir, la interpretación de la Dian fue que las regalías no eran el pago por el derecho a explotar un recurso limitado, escaso, agotable, de propiedad de la Nación y no de particulares, sino un costo que se podía descontar de los impuestos de las empresas mineras y petroleras privadas así como se descontaban de las empresas públicas colombianas. Es decir, las regalías en la práctica no existieron, a pesar de que las regalías son muy bajas en Colombia, con un 4 por ciento al oro, por ejemplo.
La gran minería es una actividad intensiva en capital, maquinaria y equipos, y genera muy poco empleo, mientras erosiona y descompone socialmente a las comunidades en donde se realiza la explotación.
Esta conducta amigable por parte de los gobiernos con el capital extranjero, principalmente, y subsidiariamente con el capital nacional, se justifica mediante argumentaciones jurídicas para ocultar los intereses que se sirven, y es la expresión de cómo la clase dirigente colombiana trata los recursos de la Nación, no como bienes colectivos de los colombianos sino privados, de los que pueden disponer a su antojo, como en un estado patrimonialista.
La explotación minera tiene un impacto ambiental muy alto sobre el medioambiente, agua, suelo y aire, que termina no solo destruyéndolo sino enfermando y matando a los seres humanos, a pesar de la frase gloriosa de “minería bien hecha” que encontraron en la Universidad Nacional (sede Medellín), para validar socialmente la gran minería depredadora.
Por otro lado, la gran minería es una actividad intensiva en capital, maquinaria y equipos, y genera muy poco empleo, mientras erosiona y descompone socialmente a las comunidades en donde se realiza la explotación minera, con los fenómenos del alcoholismo, drogadicción, prostitución y miseria social, que viven en la vorágine de una bonanza pasajera, para dejarlas posteriormente sumidas en la miseria y el abandono.
¿Cuáles han sido los beneficios para la población? En el caso del níquel, por ejemplo, dice la revista ‘Semana’ que los pobladores siguen tan pobres como siempre y los campesinos cercanos a Cerro Matoso y los trabajadores de las minas padecen de enfermedades que la compañía extranjera no quiere reconocer como asociadas a la explotación del níquel (‘Cerro Matoso: mina rica, pueblo pobre’, agosto 4 del 2012).
Por lo tanto, si la minería daña el entorno ambiental y social y genera muy poco empleo ¿qué efectos positivos tiene sobre la sociedad, más allá de decir que todo lo que consumimos es proveniente de la minería? Las regalías serían parte de ese beneficio, pero se fueron para Toronto, Johannesburgo y Nueva York al igual que las ganancias extraordinarias que sacaron gracias a la política de baja tributación que se ha seguido con el capital extranjero.
La dirigencia colombiana tiene sus prioridades al revés, primero los extranjeros y después las colombianos. Cuando el movimiento estudiantil en el 2011 planteó la gratuidad de la educación universitaria, Alejandro Gaviria, actual ministro de Salud, calificó esta solicitud de voraz, en su columna ´Aritmética´ (marzo 24 del 2012).
¿Educación gratuita para los colombianos o minería gratis para los extranjeros? La realidad ha mostrado quiénes son los voraces y rapaces, y quiénes pagan el festín de la victoria, parafraseando a Bertolt Brecht.
Los colombianos no podemos pasar por alto este fallo del Consejo de Estado sobre el concepto tributario de la Dian durante del gobierno de Uribe Vélez y seguir votando por la misma gentecita. Necesitamos un presidente para los colombianos, no al servicio de los intereses extranjeros.