El dinero robustecerá el proyecto de la multinacional Minesa en la región, por debajo de la línea delimitada. Defensores ambientales cuestionan el anuncio del Gobierno pues aún no se sabe qué es y que no es páramo. Ese ecosistema, defendido desde hace seis años por los santandereanos que se oponen a la minería a gran escala, será el lugar donde Emiratos Árabes invertirá $1.000 millones de dólares para extraer oro desde el próximo año.
Fuente: El Expectador
Así lo anunció este domingo el ministro de Minas y Energía, Germán Arce, después de que el presidente Juan Manuel Santos compartiera los frutos que dejó su visita al país de Oriente Medio. El objetivo del viaje era buscar inversiones y obtener más recursos para los proyectos que ya adelantan los árabes en el país.
Como es el caso de la extracción de oro por debajo de la línea del páramo de Santurbán a manos de la multinacional Minesa, en la que Emiratos Árabes es el principal accionista. Ese proyecto, que está en exploración, solo le hace falta la licencia ambiental solicitada a la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (Anla) hace un par de meses.
Sus defensores ambientales recibieron la noticia con zozobra. Más aún, después de que Arce asegurara que la producción de oro en el país se duplicaría apenas se empiece a extraer en la región. Erwin Rodríguez-Salah, uno de los miembros del Comité para la Defensa del Agua y del Páramo de Santurbán, le dijo a El Espectador que el anuncio del Gobierno solo demuestra su interés por “supuestos derechos adquiridos de las mineras, en vez de interesarse por blindar el agua de los santandereanos y, en efecto, del país”.
Su explicación es que, al precisar que Minesa está interesado por la línea debajo del páramo, el Gobierno “está apostando por la delimitación”. Una línea que la Corte Constitucional invalidó la semana pasada porque el Ministerio de Ambiente no tuvo en cuenta la participación social al fijarla. Esa decisión enfrentó posiciones dentro del sector ambiental, desde los que defienden lo técnico y aquellos que están a favor de que la última palabra la tenga la comunidad. Aunque era predecible que una línea no iba a dejar a nadie satisfecho.
Para Rodríguez, por ejemplo, delimitar los páramos, primero el de Santurbán y luego los 34 ecosistemas semejantes que tiene Colombia, “es contar un número de hectáreas como páramo y favorecer intereses particulares porque lo que quede por fuera lo pueden devastar”.