El informe fue elaborado en abril de 2014, por el Serivio Geológico Minero de Argenita (Segemar). Detectaron que tendría un área de 54,4 hectáreas, una altura de 40 metros, y un volumen de 23 millones de metros cúbicos de rocas que pesan 40 millones de toneladas de “bloques de roca con mineralización escasa de pirita y calcopirita, además de roca alterada con presencia de óxidos de FE, fácilmente disgregable”. El estudio del Segemar detectó que hay vegas “parcialmente cubiertas” por la escombrera.
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Fuente: Infobae
La Cancillería confirmó el pasado 14 de septiembre en un plenario de comisiones en el Senado que dos estudios realizados por el Servicio Geológico Minero Argentino (Segemar) encontraron niveles altos de metales pesados en el botadero montado ilegalmente por la minera chilena Los Pelambres del lado argentino de la frontera, en San Juan. Infobae solicitó varias veces los análisis, a uno de los cuales finalmente pudo acceder este viernes, luego de hacer un pedido de acceso a la información pública que fue respondido el mismo día de su presentación.
Hasta ahora se conocían dos estudios ambientales: uno realizado por Antofagasta Minerals, la empresa chilena que explota Los Pelambres, que aseguraba que el terreno permanece intacto, y otro que lo rebate, desarrollado por pedido de la minera argentina Pachón SA, en cuyos terrenos se instaló parte del botadero, denominado Cerro Amarillo.
El informe al que ahora pudo acceder Infobae fue elaborado en abril de 2014, a partir de una visita de una comisión del Segemar realizada el 1 de abril con el objetivo de verificar la extensión y dimensiones de la escombrera. Detectaron que tendría 1.360 metros de longitud y 440 metros de ancho, lo que arroja un área de 54,4 hectáreas, por encima de las 52 hectáreas que había calculado el estudio financiado por Pachón y hecho por el laboratorio URS AECOM.
También hay diferencias sobre la altura: el Segemar estimó que son 40 metros, mientras que para el estudio privado supera los 70 metros. El primero computó un volumen de 23.936.000 metros cúbicos de rocas que pesan 40 millones de toneladas de “bloques de roca con mineralización escasa de pirita y calcopirita, además de roca alterada con presencia de óxidos de FE, fácilmente disgregable”. El otro informe había concluido que hay 55 toneladas de material.
Otra diferencia: el estudio del Segemar detectó que hay vegas “parcialmente cubiertas” por la escombrera, mientras que el análisis privado encontró que hay vegas muertas.
Sin embargo, lo que más preocupa es que se detectó niveles altos de metales pesados en dos mediciones realizadas en una laguna y un arroyo ubicados en el valle del río de la Carnicería, que alimenta el río San Juan, el más importante de la provincia.
En concreto, el arroyo que se midió tenía 13.970 ppb de cobre y la laguna, 1.619 ppb, cuando para el desarrollo de la vida acuática no pude haber más de 2 ppb, en el agua para irrigación no puede superar las 200 ppb, y en el agua potable y para ganado no puede ser mayor a las 1000 ppb.
En el caso de molibdeno, se hallaron 2.140 ppb en el arroyo y 326 ppb en la laguna; los valores recomendados no pueden superar los 100 ppb para la vida acuática y el agua potable, y los 200 ppb para irrigación.
En el arroyo, además, se detectaron 5.405 ppb de aluminio, cuando no puede ser superior a las 5 ppb para el desarrollo de la vida acuática, 200 ppb para el agua potable y 5.000 ppb para irrigación y bebida de ganado.
Por otra parte, se encontraron valores muy por encima de lo recomendado de cadmio, cobalto y zinc para la vida acuática.
La pregunta de fondo es cómo estaba la situación antes de la instalación de la escombrera, puesto que podría tratarse de una zona que naturalmente tiene alta presencia de metales pesados.
Al respecto, el Estudio de Impacto Ambiental de Los Pelambres no tiene información hidroquímica de las lagunas del Cerro Amarillo. Sin embargo, en la línea de base se aclara con respecto al lado chileno: “La quebrada Las Hualtatas y el sector de Cerro Amarillo son sistemas con agua de buena calidad, sustentan una biomasa considerable de flora acuática y macroinvertebrados, pero no presentan fauna íctica”. Dice, entonces, que hay (o había) “agua de buena calidad”, muy cerca de la frontera.
Por otro lado, el estudio realizado por URS AECOM había concluido que “las lagunas cercanas a la escombrera contienen altas concentraciones de sulfatos, nitratos y cobre, además de alta conductividad eléctrica y pH ácido”.
También había hallado que hay más de 470 neumáticos gigantes de unas 3,5 toneladas cada uno que fueron depositados en el botadero sin ningún tipo de protección ambiental, por lo que podría generar contaminación a largo plazo. Las cubiertas serían retiradas este verano.
Además, ese estudio de Pachón SA encontró, entre otras cosas, que en una laguna ubicada a 200 metros del “megabasurero” hay “un pH de 4,4, lo cual corresponde a aguas ácidas, muy probablemente debido a drenajes provenientes de la escombrera”, además de “altos valores de conductividad, y altas concentraciones de sulfato, nitrato y cobre, entre otros parámetros, al igual que la laguna LC5, actualmente semicubierta por la escombrera”.
Hay otro estudio que desmiente esta información. Lo hizo el laboratorio SGS, el mismo que en Argentina trabaja para la empresa Barrick Gold en Veladero, donde se produjeron varios derrames de solución cianurada.
Ese estudio lo pagó Antofagasta Minerals, pero a partir de una maniobra todavía no esclarecida, la empresa logró que llegara a los expedientes que tramitan en la justicia federal sanjuanina con el timbrado oficial, como si los hubiera elaborado el gobierno de Chile.
Por esa maniobra quedaron en la mira varios funcionarios, entre otros, la ministra de Minería, Aurora Williams, ex empleada del Grupo Luksic (dueño de Antofagasta Minerals), y la ex canciller Soledad Alvear, que hoy asesora a la minera junto al abogado Andrés Jana, un amigo personal del ex presidente Ricardo Lagos.