Minas Gerais y Pará – regiones sudeste y norte de Brasil – son los estados que presentan mayores probabilidades de muerte en contexto laboral. No por coincidencia, ellos envuelven la principal región de explotación minera del país. Del 2000 a 2010, la Fundación Jorge Duprat y Figueiredo (Fundacentro) constató que el Indice Medio de Accidentes General en Brasil fue de 8,66%. El indicador medio de accidentes en minería, fue de 21%, casi tres veces más que la media nacional.
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Fuente: Resumen Latinoamericano
El levantamiento de esos datos por parte de las empresas y órganos públicos en el asunto es, en gran medida, fallido, como alerta Marta Freitas, directora de la Secretaria de Salud de Minas Gerais. “Hay muchas muertes de esos trabajadores que nosotros ni sabemos. Tenemos muertes en Minas Gerais que la familia no consigue ni sacar el cuerpo de la mina para ser enterrado”, destaca la directora.
Un equipo de la Fundación y de la Confederación Nacional de los Trabajadores de la Industria (CNTI) cruzó 11 millones de datos de 34 municipios minadores en Minas Gerais y percibió que hay una disminución del numero de muertos y accidentes de trabajo en el sector.
Un ejemplo es el documento del Ministro de Previsión Social que recibió 1.907 Comunicados de Accidentes de Trabajo (CATs) entre 2004 y 2008. De ese número, apenas uno de los comunicados emitidos por una empresa minera se refería a la muerte en el local. El informe indica que otros accidentados murieron camino al hospital.
La transferencia para una unidad hospitalaria, es algo difícil de ocurrir, considerando los tipos de accidentes más comunes en las zonas mineras. “El trabajador no acostumbra a salir vivo en esas situaciones, porque generalmente fue aterrado, estaba bajo una roca, sufrió un choque. ¿Cómo tiene apenas un registro de muerte en el local en cuatro años?”, cuestiona Marta Freitas.
Sin embargo, no es la ausencia de un banco de datos que genera dificultad para mensurar el número real de muertes y tipo de accidente en la minería, bien como la causa. La falta de metodología adecuada y de una actualización sistemática son apuntadas como los principales problemas por la directora de la Secretaría de Salud de Minas Gerais.
El Ministerio de Trabajo y Empleo, por ejemplo, posee un banco de datos y el Ministerio de Salud tiene cinco tipos de catalogaciones. “Uno no conversa con el otro. Precisamos saber cuantos trabajadores mueren de hecho y las causas. Eso, por lo tanto, sólo sale después de dos años, y los datos ya están desactualizados, porque el trabajador puede estar muriendo de otras causas”, critica Marta.
Otro ejemplo son los datos de accidentes y muertes colectados por el Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS), los cuales, muchas veces, no coinciden con los emitidos por la empresa minera Vale.
Un informe de actividades de la Vale, en 2005, indicaba la ocurrencia de muertes. “Lamentablemente y a pesar de todos los esfuerzos, aun fueron registradas muertes en las operaciones, con un accidente fatal con empleados de la Compañía, ocho en tercerizados y tres en empresas del grupo”, dice en el texto. Mientras que el INSS contabilizó para lo mismo periodo sólo 3 muertes.
La culpa es de la víctima
Ademas del sub registro de los trabajadores víctimas en la minería, aun existe en la legislación brasileña el término “Acto Inseguro” muy utilizado por las empresas. El trabajador pasa a ser responsabilizado por la propia muerte o accidente, mismo en condiciones de riesgo proporcionadas por el empleador.
Uno de los ejemplos viene de la Vale. En la “tabla de formación de equipos de investigación y análisis de accidentes y casi accidentes”, se solicita que, en caso de accidente fatal, la “víctima” participa de una reunión con los responsables por el área de explotación y de otros sectores.
En caso de lesión, el mismo guión, el accidentado precisa “inmediatamente comunicarse con su supervisor y equipo de salud”.
Marta Freitas analisa que hay, en esos parámetros adoptados por la Vale, el intento de culpar a las víctimas por el propio accidente.
“Imagine, cayó una roca encima de una persona y ella tiene que avisar al jefe y al médico, que generalmente no permanecen en la mina; y si él no hace eso, él puede ser remitido por justa causa”, asegura.
Según los datos del Ministerio de Trabajo y Empleo (MTE), la minería es la actividad laboral que mata cuatro veces más que cualquier otra ocupación en Brasil.
A eso se suma que el universo analizado abarca apenas a los trabajadores registrados, que son minoría, cerca del 30% de la categoría.
O sea, el número pude ser aun mayor. “Estamos dejando una masa de trabajadores en la linea de fuego, porque es el sector que más terceriza”, dice el médico del Ministerio Público del Trabajo de Minas Gerais, Mario Parreira.
Otra cuenta que no cierra es sobre la silicosis, una enfermedad crónica del aparato respiratorio que se produce por haber aspirado polvo de sílice en gran cantidad. El número de diagnósticos en Brasil, que se aproxima a 500 mil trabajadores con la enfermedad, también pude ser aun mayor, porque el INSS registra silicosis como enfermedad no en el trabajo.
“Eso es un absurdo. Es la tentativa de camuflar a los altos indices de la enfermedad entre los trabajadores de las minerías. La persona que pasó la vida trabajando en la minería no adquirió silicosis en casa”, discordia Marta.
Posicionamiento
Procurada por el reportaje, la Vale informó, por medio de una nota, que “posee un procedimiento que crea un padrón en el proceso de análisis de incidentes de salud, seguridad y medio ambiente”, cuyo objetivo es generar aprendizaje organizacional.
Según la empresa, la directriz no exige que las víctimas hagan parte de el equipo de análisis del accidente. “Sin embargo, como en cualquier proceso de análisis, es común que las víctimas y otros testigos relaten los eventos que preceden el incidente y así establecer la secuencia de los eventos”.
De acuerdo con la empresa, los relatos recogidos no corresponden a lo que viene ocurriendo en realidad, pues la tasa de accidentes de trabajo viene cayendo año a año, desde 2011.
En 2013, “el número de bajas por enfermedad fue de 6,9 para cada 10 millones de horas-hombre trabajadas. Y, en 2015, el número de bajas por enfermedad fue de 5,8 para cada millón de horas-hombre trabajadas”, señaló la compañía.
*Traducción: María Julia Giménez