El volumen de basura electrónica crece rápidamente y que amenaza con convertirse en un problema global de proporciones imposibles de manejar, advirtió un estudio conjunto de las universidades Tsinghua (China) y Macquarie (Australia). Hay que reciclar. “La extracción y purificación de metales preciosos”, que llamó “minería urbana”, tiene costos “comparables a los de la minería virgen”, pero con menos daño para el medioambiente. El oro, por ejemplo: “En una tonelada de teléfonos celulares suele haber unos 350 gramos de oro. Eso es 80 veces más que la concentración que se encuentra en las minas de oro”, explicó Federico Magalini, gerente de la empresa británica de desarrollo sostenible Sofies. “Es mucho más eficiente extraer oro de la basura electrónica, está mucho más concentrado”, dijo a The Verge.Fuente: Infobae
El reciclaje de la basura electrónica permitiría obtener cobre, plata, oro y otros metales utilizados en los dispositivos al mismo costo que la minería, y a menor costo si se consideran los subsidios.
Sin embargo, el reciclaje de la basura electrónica choca con un obstáculo: la reticencia de las personas a reciclar. Por razones afectivas, muchas veces se guardan los teléfonos viejos, las computadoras que no funcionan, las cámaras que nadie usa. Caben en poco espacio y pronto se olvidan, y así un antiguo televisor de tubo de rayos catódicos esconde en una habitación de trastos 400 gramos de cobre, más de 500 gramos de aluminio y medio gramo de oro.
“La gente debería penar más en cuántos aparatos tiene en la casa. La cifra es de aproximadamente 80 dispositivos por familia”, dijo Magalini.
Aunque la mayoría de los consumidores se asombra del número, el experto recordó que cuentan desde los paneles solares hasta los cepillos de dientes eléctricos. “Aun si están rotos, a veces la gente los conserva igual. cada uno de nosotros, sin pensar, los guarda en la casa e impide que los recursos naturales regresen al ciclo económico”, agregó.
La mayoría de la basura electrónica está compuesta por metales: hierro, cobre, aluminio; en proporciones menores cobre, plata, oro, paladio, iridio y metales raros. A diferencia del plástico, que compone también una parte importante de los desperdicios que generan los dispositivos, los metales tienen valor y se pueden reciclar una y otra vez porque sus propiedades se mantienen idénticas.
Cuando, por ejemplo, se recicla una laptop, primero se la desarma y los distintos componentes se derivan a distintos procesos a fines de disponer de los metales o el plástico para algo nuevo. “En general llegar al material original es un camino de dos o tres secuencias”, explicó Magalini. “Cuando se trata de hierro y cobre, van a una fragua para ser fundidos nuevamente. Los circuitos van a áreas más complejas para la recuperación del oro y el platino”.
El hardware de la tecnología de las comunicaciones ha generado una industria de reciclado que a su vez es altamente tecnológica. “Hay ingenieros que diseñan los proceso de reciclado. A la vez, creamos nuevos productos cada año y esos productos se convierten en desperdicios”, agregó el experto. “Y todavía no tenemos la tecnología para reciclar los materiales que diseñamos y vendemos hoy”.
Parte de esas investigaciones son el robot Daisy, que desarma viejos iPhones para reciclar los materiales de su interior, presentado por Apple. La empresa SungEel HiTech, de Corea del Sur, desarma baterías para recobrar cobalto, litio y otros metales que vende a China.
El análisis de las universidades Tsinghua (China) y Macquarie, publicado en la revista académica Environmental Science & Technology, estudió los datos de ocho empresas que reciclan cobre y oro de televisores en China. Tras calcular los costos de recolección de residuos —incluida la mano de obra, la energía, el transporte y los costos del capital para equipamiento e instalaciones— hallaron que son equivalentes a los de la extracción original de esos metales. Pero con una diferencia a su favor: si se consideran los beneficios que muchos gobiernos dan a esas prácticas, pueden ser hasta 13 veces menores.