Nuestra vida cotidiana está cada vez más mediada por la tecnología y día a día nos acostumbramos a dispositivos más pequeños y portátiles. Sin embargo, por más pequeños que éstos sean, por lo menos 320 toneladas de oro y 7500 toneladas de plata son usados año a año en la fabricación de tecnología. De los 21 millones de dólares que se invierten anualmente en piezas de oro y plata para los dispositivos tecnológicos como celulares, computadores, televisores y tablets, sólo el 15% es reutilizado.
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Fuentes: Veo Verde, La Nación, El País y Noticias de la Ciencia
Con respecto sólo al oro, los productos eléctricos y electrónicos consumieron el 5,3 por ciento (197 toneladas) del suministro mundial en 2001 y el 7,7 por ciento en el 2011 (320 toneladas, igual al 2,5 por ciento de las reservas de oro de EE.UU. existentes en las cámaras acorazadas tanto de Fort Knox en Kentucky, como en el Banco de la Reserva Federal en Nueva York).
En la mayor parte de los países del mundo aún no existen mecanismos adecuados para reciclar las piezas de dispositivos electrónicos: esta medida, conocida como “minería urbana” actualmente alcanza a reutilizar sólo el 15% de los materiales valiosos, entre ellos el oro y la plata.
El problema de la basura electrónica se extiende más allá del despilfarro de los metales. La minería y la manufactura de metales son procesos costosos y de alto consumo energético; además, frecuentemente son procesos ecológicamente destructivos. La fundición del mineral de cobre, por ejemplo, consume el doble de energía que el proceso de reciclaje del cobre.
La paradoja de las deficiencias en la minería urbana según un reciente congreso organizado por las Naciones Unidas y la Iniciativa de Sustentabilidad Electrónica Global (GeSI) es que los depósitos de basura electrónica son 40 o 50 veces más ricos en metales que los yacimientos naturales actualmente explotados en el mundo. Y mientras el 85% del oro y la plata se pierden en basureros urbanos, el precio de los metales provenientes de los yacimientos sube constantemente, y con ello aumentan los precios de la tecnología que consumimos.
Al respecto, Alexis Vandendaelen, de la empresa belga Umicore Precious Metals Refining, es claro: “En lugar de mirar a la basura electrónica como una carga, necesitamos verla como una oportunidad”. Con la gran cantidad de tecnología que consumimos hoy en todos los ámbitos de nuestras vidas, es esencial realizar un cambio de paradigma en torno al reciclaje de estas piezas. Esto no sólo nos permitirá seguir disponiendo de dispositivos tecnológicos, sino que sería un giro muy importante hacia un mundo más sustentable.
Chris Slijkhuis de MBA Polymers, una empresa especializada en el reciclaje de plásticos, señala que una tonelada de plástico producido por medio del reciclaje requiere una décima parte del agua y de la energía invertidas en fabricar una tonelada de plástico nuevo, y produce de una a tres toneladas menos de dióxido de carbono (CO2), el gas de efecto invernadero considerado el principal culpable del cambio climático global. Reciclando sólo la mitad del plástico presente en la basura electrónica de la Unión Europea ya se ahorrarían 5 millones de kilovatios hora de energía, lo que supone unos 3 millones de barriles de petróleo en materias primas y casi 2 millones de toneladas en emisiones de CO2.
¿Qué se hace con los metales más valiosos de un móvil?
En los residuos electrónicos (como móviles, ordenadores, televisores…) hay algunos metales muy valiosos y escasos. En un solo teléfono pueden ser unos pocos miligramos, pero cuando se juntan muchos la historia cambia. En concreto, de 50.000 móviles (cerca de 3,5 toneladas de estos aparatos sin batería), se pueden sacar aproximadamente unos 350 kilos de cobre, unos 400 gramos de paladio, unos diez kilos de plata o un kilo de oro. Un kilo de oro como el del lingote de la foto, que está valorado en más de 40.000 euros. ¿Dónde se recuperan este tipo de materiales de los residuos electrónicos? Hay empresas de reciclaje españolas que separan los metales principales (acero, aluminio, hierro…), una cuestión en principio resuelta, pero no extraen estos otros aún más escasos.
“Este es un tema sensible”, aseguran desde Indumetal Recycling, una de las compañías españolas que se dedica al reciclaje de aparatos eléctricos y electrónicos, donde cuentan que estos restos de metales que no se pueden separar se mandan a plantas metalúrgicas de fuera del país para que los recuperen. ¿A cuáles? No dan nombres de empresas. Según argumentan, esta es una información tan valiosa para el negocio como el oro u otros metales críticos contenidos en estos residuos.
En las últimas tres décadas, se ha más que triplicado el número de metales distintos empleados en la industria. Solo en un ordenador personal puede haber 30 tipos diferentes. Sin embargo, algunos de ellos son raros o están controlados por unos pocos países. Como ya se ha explicado en el blog, esto hace que metales como el cobalto, el antimonio, el galio, el indio, los del grupo del platino, las tierras raras, el tántalo sean considerados críticos para Europa, en especial, para el desarrollo de tecnologías emergentes y tecnologías “verdes” (energías renovables, LED, baterías…).
El reciclaje de estos metales resulta clave. Sin embargo, esta no es una cuestión que esté todavía ni mucho menos resuelta y no hay muchas empresas en el mundo capaces de recuperar parte de estos materiales de entre la basura electrónica con una alta pureza. Una de las más importantes es Umicore, líder mundial en el reciclaje de metales preciosos. En su planta de Hoboken (Bélgica) tratan más de 300.000 toneladas anuales de 200 tipos distintos de residuos, recuperando 17 metales diferentes: oro, plata, platino, indio, cobalto… Aquí sí dan datos concretos. Son especialistas en explotar las nuevas minas modernas, las de los residuos. En el caso del oro, con una pureza del 99,99%. Como explica Steven Art, uno de los responsables de reciclaje de metales preciosos en Hoboken, por cada tonelada de material extraído de una mina de oro se obtienen unos 5 gramos de este preciado metal y por cada tonelada de tarjetas electrónicas de ordenador que llegan a la planta belga se sacan unos 150 gramos. “Estas son cifras indicativas, pues se debe tener en cuenta que en los desechos electrónicos hay una gran mezcla y también es importante nuestro saber hacer”, incide Art. “Puede ser mucho oro, pero para eso hay que conseguir una masa crítica: un kilo de oro, a más de 40.000 euros el kilo, es mucho, claro que para eso se necesitan 50.000 móviles”.
Si se analiza la composición de un teléfono móvil, se puede encontrar aluminio, plástico, silicio, pero también cobre, plomo, níquel y, en una proporción menor, oro, plata, paladio. Esto no es todo, quedan otros metales en cantidades todavía más pequeñas. Eso sí, según se reduce su porcentaje, menos viable es su recuperación. En Umicore todavía son capaces de sacar metales como el antimonio y otros no férricos en proporciones muy pequeñas. ¿Qué pasa con el niobio o el tántalo (señalados por el fuerte impacto de la explotación de coltán en países africanos)? “El tántalo se encuentra en algunos componentes muy específicos y en cantidades realmente reducidas, no podemos recuperarlo”, explica Art. “No hay que esperar tampoco milagros de las empresas que estamos al final de la cadena del reciclaje, la responsabilidad debe ser también compartida por las sociedades que recogen los aparatos y las que los desmontan”. Como insiste, el desafío mayor es recopilar suficientes residuos electrónicos para que merezca la pena extraer los metales. Esto no es sencillo, sobre todo con los móviles, pues muchos de ellos se donan o se compran después de usados para reutilizarlos en Asia o África (si no se abandonan en los cajones de casa).
El factor económico resulta esencial a la hora de decidir qué se recupera, como se comprueba con la batería de litio-ion de un móvil. Los acumuladores son unos de los elementos más delicados de este tipo de residuos. En Umicore trabajan con las baterías de níquel-hidruro metálico y con las de litio-ion: de las primeras recuperan el níquel y de las segundas el cobalto. Además, cierran por completo el círculo del reciclaje, pues aprovechan estos mismos metales que han extraído para elaborar componentes complejos utilizados de nuevo en la fabricación de baterías. ¿Qué pasa con el litio de la batería de litio-ion, uno de los elementos clave para el desarrollo del coche eléctrico? “Técnicamente, lo podemos recuperar, no es un problema, pero económicamente no tiene ningún sentido”, comenta Sebastien Verwilghen, responsable de reciclaje de baterías recargables en la planta belga. “En Umicore vamos identificando tendencias, siendo una de ellas la rareza de materias primas, como ocurre con el cobalto. Sin embargo, el litio no está considerado hoy como un metal raro y las reservas mineras que hay en América Latina, en el salar de Atacama y el de Uyuni, son del todo suficientes. No podríamos conseguir un efecto económico de su recuperación”.
Umicore tiene clientes en España. ¿Qué empresas son las que envían aquí residuos electrónicos? “Preferimos no dar esa información”, responden en la compañía belga, donde tampoco revelan detalles sobre los procesos pirometalúrgicos que han desarrollado en Hoboken para la recuperación de estos materiales.
Hay otro grupo de metales de los residuos electrónicos que tampoco se recuperan hoy en día: las llamadas tierras raras(1). Aunque estos materiales (empleados en aerogeneradores, motores eléctricos, bombillas de bajo consumo…) no son en realidad tan raros, se han convertido en una pieza estratégica clave por concentrarse hoy en día su explotación casi enteramente en China. En este caso, es el grupo Rhodia uno de los que más está avanzando en su recuperación. En su planta de la Rochelle (Francia) ya reciclan los descartes industriales de formulaciones con estas metales, pero en unos meses esperan comenzar a recuperar tierras raras de aparatos al final de su vida útil. “Las cantidades en los residuos no son enormes, pero podemos reciclar tierras raras pesadas, que a diferencia de las ligeras son de las que hay menos minas fuera de China, el reciclaje puede ser una fuente alternativa de suministro”, aseguran desde Rhodia.
En España, los índices de recuperación de aparatos eléctricos y electrónicos son todavía bajos. Tampoco ayuda las irregularidades detectadas en este sector específico de los residuos, ni la falta de transparencia de lo que ocurre con algunos materiales. En el caso de los móviles, según datos de Tragamóvil, el sistema integrado de gestión encargado de la recogida y el reciclaje de estos aparatos en el país, desde el comienzo de su actividad en 2001 se habrían recogido 5.210 toneladas (a la espera de cerrar los datos de 2011). Los gestores de este sistema no ofrecen datos concretos de número de móviles y esta cantidad de toneladas puede incluir accesorios como cargadores, pero queda claro que ahí existe mucho oro y metales valiosos que sacar.