Cuando la diplomacia hace silencio, esa evasión es una burla a los pueblos. Esta es la situación que involucra a las cancillerías de Argentina y Uruguay en torno al mayor conflicto social y ambiental que tiene América Latina, a raíz de la presencia de la pastera Orion (UPM-Botnia) ubicada en Fray Bentos, y que envenena el río Uruguay y todo su entorno.
Por Nahuel Maciel publicado por El Argentino
Hoy, en Brasil, seguramente la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner tendrá una reunión a solas con su par uruguayo, José Mujica. En carpeta tiene como problema emergente las diferencias suscitadas en el proceso de dragado del canal Martín García, al menos eso es lo que ha trascendido públicamente. Pero es de suponer que el tema ambiental y la violación actual al Estatuto del Río Uruguay, más las decisiones unilaterales que se han adoptado a favor de Botnia, debería ser parte del temario.
De manera extra oficial se sabe que la cartera que conduce el canciller Héctor Timerman, terminó un informe que le ha sido elevado a la Presidenta donde se señalan todas estas cuestiones e incluso de manera cronológica. Se trata de un documento de aproximadamente 25 carillas que ha quedado reducido a unas 19 fojas y que ha sido aprobado por casi toda la plana mayor del Palacio San Martín.
De alguna manera, tanto la delegación argentina en la Comisión Administradora del Río Uruguay (Caru) como en la propia cancillería, han tomado nota de que haber desarrollado catorce monitoreos a la planta de Botnia y no haber informado sobre los resultados de los análisis –entre muchas otras faltas y fallas- no hace otra cosa que alimentar un conflicto social que a esta altura debería estar contenido.
Es la falta de información la que genera el escenario de incertidumbre y en eso los únicos responsables son las cancillerías o si se prefiere el gobierno nacional.
Pareciera que en lo único que se han puesto de acuerdo los gobiernos –luego del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya- es en argumentar que no se ponen de acuerdo para informar. Una barbaridad por donde se lo analice, porque eso implica que la República está de rodillas frente al enclave de Botnia.
El gobierno provincial y el municipal deberían estar tomando nota de esta escalada en el humor colectivo y salir de la inercia para protagonizar una discusión con el gobierno nacional sobre la gravedad de lo que se está viviendo.
Ni siquiera se ha cumplido con la instalación de una pantalla en un espacio público de Gualeguaychú y Fray Bentos, para que los ciudadanos sepan en tiempo real lo que están respirando. Medida que fue anunciada de manera protocolar. Pero al igual que los monitoreos, nada se sabe. Ninguna explicación formal. Como si nunca hubieran dicho una palabra o enunciado una promesa.
Si la información sobre el medioambiente es un activo indispensable para saber –entre otras cosas- a qué atenerse para la vida, entonces no hay secreto de Estado que sea válido para silenciar los recaudos que hay que adoptar en materia de salud pública.
Catorce monitoreos que se anunciaron como una proeza de la ciencia y el entendimiento político entre ambos países. Pero ninguna información sobre sus resultados. No hay nada más patético que ese vacío informativo. Se insiste, el silencio diplomático a esta altura es más parecido a una estruendosa carcajada de burla contra los pueblos. ¿Se romperá ese silencio luego del encuentro de hoy entre Cristina y Mujica? ¿Hablarán sólo de dragado? ¿O alguna vez tomarán más en serio que en esta latitud todos los días se pone en riesgo la vida misma?