En medio de una expectación sin precedentes, con gentes venidas de todas las partes del mundo y con más de mil personas escuchando en pie, pacientemente, la lectura de la sentencia que duró tres horas, el pasado día trece de febrero se dictó un gran sentencia a la vez que se marcaba un antes y un después para todo el orbe, en lo relativo a la tragedia del amianto.
Por Paco Puche publicado en Rebelión
16/02/2012. Contra esa moda postmoderna de llorar por las victimas sin indagar en los causantes de sus desdichas, el juicio de Turín ha sido el triunfo de las victimas y el castigo de unos culpables con nombres y apellidos. El dolor acumulado por los muertos, los enfermos y los familiares y amigos, de miles de personas concretas de carne y hueso, dolor físico y moral, por los desastres y los crímenes del negocio del amianto, merecía que se hiciese justicia. Cuando se iba oyendo la sentencia, una mezcla de alegría, de lágrimas y de tensión contenida inundaba las salas y los pasillos que albergaban a esos cientos de afectados.
En nombre de 2.191 muertos y de 605 enfermos se habían personado más de 6.400 partes civiles. A medida que el presidente de la sala iba leyendo la sentencia la atmósfera que inundaba el ambiente era la de unos nombres (hubo que mencionarlos a todos y a cada uno) que levantaban ampollas entre el público. No era para menos. Este juicio se había iniciado por una demanda interpuesta por las victimas o sus familiares en 2004. En 2009 se iniciaban las vistas previas, y fue en diciembre de ese mismo año cuando propiamente arrancó el juicio. En 2012 celebramos el veredicto final, ocho años pues entre una cosa y la otra. Pero la tragedia empezó en 1906 cuando se instala la fábrica de amianto en Casale Monferrato, un pueblo cercano a Turín. Desde entonces se han ido contaminando los trabajadores y las gentes del pueblo hasta 1986 en la que Schmidheiny cierra la fábrica, abandona las instalaciones y “sale huyendo”. Si alguien piensa que ese abandono ha cancelado los problemas se equivoca con la letalidad del amianto. Al día de hoy aun muere en Casale una persona por semana a causa de su pasada exposición al amianto: en la fábrica, en sus casas o en el pueblo.
Y es que con el amianto hablamos de una conspiración de silencio, sustentada por los cuatro grandes oligopolios históricos del mineral (dos ingleses uno europeo y otro americano) que han logrado engañar a la gente durante un siglo, en base a lobbyes, a pagar a gentes, a ganarlos para su entorno, a contratar agencias de marketing y lavado verde y, en definitiva, a taparse las vergüenzas con la filantropía.
Y es que el amianto ha dado una sorpresa que como la diosa Némesis, ha venido a vengar de todos aquellos que se han enriquecido con la mentira y el negocio el amianto. Hablamos del mesotelioma, un cáncer que cuando se descubre se sabe que procede de la exposición al amianto y que ni siquiera el tabaco tiene influencia en él. Por ello, la mentira de la inocuidad del amianto, de cualquier tipo, es una letal mentira. Pero, además, la exposición al amianto tiene un periodo de latencia (tiempo que media entre la exposición y la manifestación de la enfermedad) de entre 30 a 60 años, por lo que los responsables, los verdugos, los criminales del negocio del amianto se las tendrán que ver durante decenios con las futuras victimas de su pasado negocio del amianto. Según la OMS serán diez millones de personas las que inexorablemente han de morir por su exposición habida al amianto en cualquier ambiente.
Por vez primera, que se recuerde, uno de los magnates actuales mayores del mundo, y durante casi todo el siglo XX, es condenado a una pena de esta magnitud: dieciséis años en la cárcel. Ya ha anunciado que no la cumplirá (de la misma manera que no se ha dignado presentarse al juicio en ningún momento), y para ello hará todo cuanto esté en sus manos: desde cambiar de nacionalidad, o de personalidad, o andar errante entre helicópteros, submarinos y mansiones, o encomendarse a la Compañía de Jesús de la que es un gran valedor y financiador. En efecto, le unen a los jesuitas una entrañable amistad y relación que estos la convirtieron en agradecimiento: cuando le concedieron el doctorado honoris causa por su universidad venezolana, en 2001 , hicieron un elogio tal del condecorado, poniéndolo como ejemplo a seguir, que hoy a la vista de este juicio se andarán arrepintiendo. Aliarse con un responsable de tantos crímenes no debe ser plato de gusto de nadie.
Con estas alianza peligrosas siempre se podrá decir como Schmidheiny decía con el amianto: “que no se sabia entonces de su letalidad”. En el caso del amianto es la mentira que ha nutrido la conspiración del silencio, porque desde 1889 ( sic) se sabia de sus patologías, que fueron confirmándose a lo largo del siglo XX, hasta quedar bien demostrada la relación amianto-mesotelioma en 1964. Schmidheiny se hizo cargo del negocio en 1975, por tanto ha estado mintiendo hasta el día de hoy que una sentencia valiente y ejemplar puede con sus huesos en la cárcel. Ni sus alianzas con la Iglesia ni la magnitud de su fortuna ni los miles de asociados y beneficiados de su fundación filantrópica mercantil denominada AVINA han podio protegerlo.
Igualmente, a los amigos de los buenos tiempos les queda la papeleta de cómo desligarse de esta alianza con un penado por crímenes contra miles de personas. Ya no pueden alegar ignorancia como han estado haciendo hasta ahora. Cuando se les preguntaba, decían: ” no sabemos si esta fundación es lo que dicen que es”, y algunos, incluso, al pedir su baja en la entidad han agradecido los servicios prestados. Ahora ya saben, sin lugar a dudas, a costa de quién se proporcionaban tales servicios.
Se le ha condenado por los delitos de “desastre ambiental doloso permanente” y “por omisión de medidas de seguridad” en el trabajo. El carácter “doloso” hace intencionada su conducta, el carácter ambiental alude a la diseminación de los polvos letales y lo de “permanente” se refiere a la continuidad de sus peligros, como hemos visto. La omisión de las medidas de seguridad es obvio que se refiere a su ambición de beneficios.
Un descenso a lo concreto
Este juicio, se ha dicho, avisará a los que en su día contaminaron a cientos de trabajadores, como es el caso de Uralita en España y como está siendo en el mundo en los más de cien países que no tienen prohibido este mineral. Pero en los que está prohibido queda un largo, peligroso y caro proceso de desamiantado, pues no hay que olvidar que, para España, los tres millones de toneladas instaladas y dispersas por doquier, potencialmente son una fuente de peligro para la salud de casi todos los españoles. Y hay responsables de esta tragedia pendiente, no volvamos a la ambigüedad del “todos somos responsables”.
Pero otro asunto, al que este veredicto culpable de crímenes contra cientos de personas viene a desvelar, una vez más, es que las dos fundaciones vinculadas al amianto (AVINA y Ashoka) están haciendo un flaco favor a todos los movimientos sociales de nuestro país, que se dicen alternativos, o de base o anticapitalistas. Ambas fundaciones del amianto y de los transgénicos han agujereado a más de 16 organizaciones de estas mencionadas. Desde 2009, y desde antes, venimos advirtiendo sobre la conducta peligrosa de las alianzas con estas fundaciones (aparte de la financiación que procuran).
Afortunadamente, los avisos empiezan a dar sus frutos. Nos referimos a dos: uno, es que se ha logrado que tres líderes reconocidos de movimientos sociales dimitan de sus cargos por las incompatibilidades evidentes que suponían ser de estas fundaciones y representantes de varios movimientos. Pero lo más llamativo ha sido el alegato de la Plataforma Rural, durante un tiempo con vínculos con estas fundaciones a través de su presidente, que acaba de desvincularse de ellas de una forma contundente. En un manifiesto contra los transgénicos aparecido el pasado 8 se decía: ” Y en África Monsanto se ha aliado recientemente con la Fundación Gates, la Rockefeller y la Fundación Ashoka para promover los transgénicos (…) Aunque disfrazado de verde se trata de un intento asesino de introducir en este continente semillas transgénicas …”
De estar andando con alianzas a llamarles “asesinos” se ha dado un gran paso.
Igual han de hacer todos los movimientos sociales con alianzas con AVINA o Ashoka en nuestro país, como ya han hecho en Latinoamérica: desvincularse de ellas taxativamente y denunciar sus autentica naturaleza, que en estos dos casos son claras e inequívocas, después de esta esperada sentencia de Turín.
Hoy, día 13, ha sido un gran día para todas las victimas del amianto que no podemos dejar de pasar. Ha sido el día que ha culminado una larga lucha de más de veinticinco años de los afectados de Casale Monferrato, que como todos los movimientos pioneros no fueron bien comprendidos por sus propios colegas y los tacharon de querer cerrar las fábricas con su actitud. Hoy es el día del triunfo una lucha honesta y resuelta en pos de la justicia y la verdad, que ha prosperado a pesar de las grandes resistencias con que se ha topado en el largo camino de más de treinta y cinco anos.
Como emblema de esta resistencia hemos de mencionar a Romana Blasotti, esa mujer de 83 anos, que ha perdido en esta batalla hasta cinco de sus familiares por el amianto y que es el espejo en quien debemos mirarnos.
Enhorabuena a todas las victimas que han visto directamente, o a través de sus familiares, que a veces hay justicia en este mundo. Por esos dicen: « estamos satisfechos pero no felices, porque no podemos olvidar a los fallecidos y a los que van a enfermar en el futuro »
Esta es una sentencia histórica como coinciden todos los analistas, que tendrá consecuencias en todo el mundo.
A los amigos, socios, colaboradores necesarios y demás simpatizantes de la fundación AVINA, hay que recordarles, en el día de hoy, que a su benefactor Stephan Schmidheiny « SE BUSCA ».
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