Joe Drexler, director de Campañas Estratégicas en Canadá del sindicato United Steelworkers (USW), dijo que la empresa fue la principal compañía de su país que se opuso a la promulgación de una ley que exigía a las empresas mineras compromisos relacionados con los derechos laborales, el respeto por el medio ambiente, los derechos de las comunidades y, sobre todo, los derechos humanos. También dijo que los canadienses sienten “vergüenza” por la forma con la que Barrick impulsa sus negocios. Drexler estuvo en Buenos Aires en un encuentro sindical mundial.

Fuente: Noticias Argentinas

02/12/2011. La compañía Barrick Gold, que extrae oro de la cordillera de Los Andes en la provincia de San Juan, “no es un gran ejemplo de lo que una compañía minera debería ser” y “se merece su mala reputación” porque “son como pirañas”, aseguró un líder gremial de Canadá, el país de origen de la multinacional.

Joe Drexler, director de Campañas Estratégicas en Canadá del poderoso sindicato de América del Norte United Steelworkers (USW, por sus siglas en inglés), aseguró que la empresa impide que sus proyectos mineros sean fiscalizados y se rehúsa a brindar informes que tiendan a la transparencia.

“Es una compañía muy dañina”, sostuvo Drexler, quien afirmó que ni los gobiernos, ni los gremios ni las organizaciones civiles están “haciendo lo suficiente” para lograr que empresas mineras como Barrick cumplan con las normas y minimicen el impacto ambiental con operaciones “sustentables”.

“Nuestro sindicato cree muy firmemente en el desarrollo sustentable y que la minería debe producir algo más que un agujero en la tierra”, planteó Drexler, en una entrevista que concedió a Noticias Argentinas durante una reciente cumbre mundial de gremialistas en Buenos Aires.

“Nosotros creemos que existe una manera de ejercer la minería y esa manera debe ser sustentable. Porque si no se daña al medio ambiente, no se daña a la gente”, agregó. En este sentido, el canadiense dijo que Barrick fue la principal compañía de su país que se opuso a la promulgación de una ley que exigía a las empresas mineras compromisos relacionados con los derechos laborales, el respeto por el medio ambiente, los derechos de las comunidades y, sobre todo, los derechos humanos.

Drexler, directivo de un gremio que posee más de 700 mil afiliados en América del Norte, con sede en Pittsburgh, Estados Unidos, contó que Barrick también le bajó el pulgar a una iniciativa global para que veedores independientes fiscalicen proyectos mineros. “Ellos no quieren tener más transparencia ni quieren rendir cuentas por sus prácticas en otras partes del mundo”, sostuvo, y expresó que los canadienses sienten “vergüenza” por la forma con la que Barrick impulsa sus negocios.

En Argentina, la compañía opera la mina Veladero en San Juan y tiene a su cargo otro proyecto a cielo abierto para extraer oro, plata y cobre de la cordillera de Los Andes, Pascua-Lama, a unos 4.500 metros de altura sobre el nivel del mar, en el límite entre esa provincia y Chile.

Si bien la firma elaboró sus propios y discutidos “Estándares del Sistema de Gestión Ambiental”, Amnistía Internacional la denunció por violaciones a los derechos humanos en Papúa Nueva Guinea y también se la acusó de atropellos laborales en países tan distantes entre sí como República Dominicana, Tanzania y la Argentina.

Aquí, Barrick quedó en medio de una tormenta gremial después de haber despedido en 2009 a José Leiva, secretario general de la Organización Sindical Mineros Argentinos (OSMA), que acababa de formarse. Presiones nacionales e internacionales forzaron a la empresa a reincorporarlo, en Veladero. También se ganó un lugar preponderante en los medios de prensa a fines de 2008, cuando la presidenta Cristina Kirchner vetó una ley de protección de glaciares que incomodaba las operaciones de la minera en San Juan. A los pocos meses de esa decisión, la jefa de Estado recibió a ejecutivos de Barrick en la Casa Rosada para sellar un acuerdo oficial por el proyecto Pascua-Lama y se entrevistó -además- con los popes de la firma en Canadá.

“Barrick es una empresa canadiense, pero no tiene operaciones mineras en Canadá. Por eso, nosotros no tenemos un contacto directo con Barrick (…) Pero sí tenemos una idea de su reputación en Canadá y no es muy buena”, expresó Drexler.

“Han invertido mucho dinero en busca de mejorar su imagen pública, con publicidad o dando dinero a colegios. Pero nosotros igual creemos que Barrick no es un gran ejemplo de lo que una compañía minera debería ser. Son como pirañas y realmente se merecen la mala reputación que tienen”, enfatizó. Por último, aclaró que, al ser ejecutivo de un gremio minero, no se opone a la minería y completó: “Sólo tenemos que encontrar la manera para que estas compañías respeten a los trabajadores y al medio ambiente”.