Todo les viene bien: plantas desalinadoras y agua del otro lado de la cordillera. Las mineras están sufriendo en la Región de Atacama producto de la sequedad, pero también de su alto consumo de los acuíferos. El gobierno chileno ya está promoviendo la construcción de una planta desaladora de agua marina en Copiapó. La desalinización podría convertirse en el gran negocio de la próxima década en el norte. Simultáneamente, funcionarios chilenos iniciaron gestiones en Buenos Aires para obtener agua de ese lado de la cordillera.
Fuente: diario La Nación
Chile – 23/08/09. Bastó una imagen para que la alarma se encendiera. El embalse Lautaro, ubicado en la Región de Atacama, no tenía una sola gota de agua.
A inicios de 2007 se encontraba prácticamente seco. Después de varias medidas, la fuente recuperó sus niveles normales, pero la preocupación no se borró: el norte se estaba secando más rápido de lo que se pensaba.
Las grandes mineras, cuya actividad productiva requiere el uso de agua, también llegaron a esa conclusión.
“No hay minería sin agua”, deja en claro el gerente general del Consejo Minero, Javier Cox, a LND. Si bien hasta ahora no existen faenas que se hayan tenido que paralizar a raíz de la sequía, es posible que las operaciones futuras y las ampliaciones a los proyectos enfrenten graves problemas de abastecimiento. “¿Cómo lograremos proveernos de agua? Es ahí donde tenemos que poner el foco”, plantea Cox.
Pese a que este problema se extiende por todo el norte, la situación más compleja se registra en la Región de Atacama. El ministro de Minería, Santiago González, explica que la atención está puesta especialmente en la cuenca del valle de Copiapó, “que actualmente está declarada como zona de escasez y que presenta grandes desafíos respecto a disponibilidad de agua para los distintos usuarios”.
El mismo González, formando parte de una delegación minera y en el marco del Tratado de Integración y Complementación Minara, participó hace unas semanas de un reunión en Buenos Aires con su par argentino y el ministro de infraestructura de aquél país, Julio De Vido. La delegación chilena solicitó la posibilidad de proveer de agua del sector argentino de la cordillera para abastecer las voluminosas necesidades de las mineras del norte chileno. De Vido lo está estudiando, mientras tanto ya existe un flujo de agua importante y no cuantificado que succionan las mineras y restan a las demás actividades a lo largo de la cordillera.
En esta región, existe una cartera de proyectos -algunos de gran envergadura, como Caserones, de la japonesa Lumina Copper, Cerro Casale de Barrick y El Morro de Xstrata- que bordea los US$8.000 millones y que tienen una sola opción: buscar proyectos para abastecerse de agua.
EL AGUA DE LAS MINERAS NO PRODUCE ALIMENTOS
A las grandes empresas del sector les interesa derribar un mito. Aseguran que esa creencia de que las mineras se llevan gran parte del agua es falsa.
“Toda el agua que utiliza la minería es menos de lo que pasa por el canal San Carlos. Nosotros ocupamos en total 11,9 metros cúbicos (m3) por segundo, mientras que por ese canal pasan 20 m3 por segundo”, asegura Javier Cox.
Según las cifras de la Dirección General de Aguas (DGA), las compañías mineras demandan el 4% de las aguas que se utilizan a nivel nacional, muy por debajo del sector agropecuario y forestal, que en conjunto alcanzan el 78%.
El mismo estudio indica que, en la Región de Antofagasta, la demanda de las mineras supera el 75%, mientras que en Atacama apenas alcanza el 10%.
Pese a lo bajo en comparación a la agricultura, ese porcentaje es fundamental para la actividad minera, especialmente en una zona en que la combinación entre sequía y una guerra feroz por los derechos de agua ha resultado compleja.
“La situación es particularmente complicada, considerando que los procesos mineros son altamente dependientes de los recursos hídricos y que existen inconvenientes derivados de las diferencias existentes entre los derechos otorgados y la disponibilidad real de agua”, sostienen en la Sociedad Nacional de Minería.
Se han planteado varias vías para enfrentar este problema. Una de ellas es que las compañías reduzcan su consumo de agua, implementando medidas de eficiencia hídrica.
El titular de la DGA, Rodrigo Weisner, explica que el consumo promedio de agua por cada tonelada de cobre era de 1,6 m3 hace diez años y hoy esa cifra se ha reducido en promedio a 0,8 m3. Incluso hay empresas que han llegado a los 0,5 m3. Sin embargo, en el gobierno y en la industria están convencidos de que la solución más adecuada está en el mar. “Lo ideal es que las mineras no ocupen nada de agua dulce, sino agua de mar”, afirma Weisner a LND.
A LO GNL
A fines de junio, el gobierno constituyó un comité interministerial -presidido por el titular del MOP, Sergio Bitar- que propondrá una nueva política de agua.
El miércoles en la tarde, en una de las últimas reuniones, un grupo de profesionales de Energía, la Comisión Nacional de Riego, la Conama, Bienes Nacionales y Cochilco, entregó al ministro un diseño de los modelos de negocios acuíferos más adecuados para desarrollar en el norte.
Para la cuenca del río Copiapó, que está siendo analizada de manera especial por este comité, la idea más potente es la construcción de una gran planta desaladora.
“Es lo más complejo, pero es la única forma para contar con grandes volúmenes de agua es la desalinización”, asegura Bitar.
El gobierno baraja la idea de replicar el modelo que existe en Antofagasta, en que se procesa el agua de mar, se abastece a la ciudad y se libera el recurso hídrico a las mineras, que pagan un precio mucho menor que si esa agua fuese bombeada, ya que más del 70% de la inversión de estos proyectos corresponde a la impulsión hacia los proyectos mineros, que en general se encuentran sobre los tres mil metros de altura.
Según Bitar, la planta podría contar con una producción de agua potable que podría proveer a las sanitarias y, de esa forma, liberar para las mineras esa misma cantidad de agua que la ciudad no utiliza.
El modelo de negocios que busca promover el gobierno es el mismo del GNL en Quintero, donde los mismos usuarios del combustible crearon un consorcio para traer el gas.
“Una buena solución es que se junten todas las mineras, creen un consorcio e instalen una desalinizadora de unos mil litros por segundo. Pero si bien existe un problema con las leyes de los minerales, ya que algunos sostienen que no resiste el costo actual de la desalinización, podrían hacerlo a gran escala. Ésa es la solución que considero más viable a mediano y largo plazo”, precisa el titular del MOP.
En Antofagasta, Minera Escondida, controlada por la australiana BHP Billiton, instaló una planta desaladora que genera 525 litros por segundo.
La compañía tiene en carpeta la construcción de otra de 3.200 litros, pero la iniciativa está congelada a la espera de mejores señales económicas.
En la Región de Atacama, Xstrata contempló una planta de este tipo, con una capacidad de 740 litros de agua por segundo, en el estudio de impacto ambiental de su proyecto El Morro.
Pese a estas iniciativas, en el gremio que agrupa a las grandes mineras prefieren adoptar el viejo refrán de pastelero a tus pasteles.
“Somos consumidoras de agua y clientes y estaremos disponibles para facilitar y dar nuestras proyecciones de demanda. Pero serán las empresas expertas en agua las que tendrán que suministrarla. Tenemos que concentrarnos en nuestro negocio. La generación de agua o de energía preferimos comprarla a los expertos”, asegura Javier Cox.
Bitar explica que si la idea del consorcio no prospera, se evalúa la opción de operar a través del sistema de concesiones, el mismo que se utilizó en las carreteras, las autopistas urbanas, los hospitales y las cárceles. Esta vía aún no convence.
“Si los privados no se entusiasman, no es muy claro que el Estado tenga que meterse a producir con subsidio si tiene asegurado el derecho de agua para el agua potable. Si las empresas necesitan agua para aumentar su producción, tienen que ver cómo se abastecen de ella. Eso sí, daremos todas las facilidades para la instalación, ayudaremos a las empresas para que junten una cantidad de demanda suficiente y que estudien los negocios. Si eso no pasa, tendríamos que ver la concesión, pero eso sólo es viable cuando tengamos problemas serios de agua potable”, sostiene el ministro.
TENTADOS POR EL NEGOCIO
Con o sin sistema de concesión, hay varios inversionistas interesados en construir una planta de este tipo en la zona.
Bitar cuenta que ya ha sostenido reuniones con ejecutivos de firmas como la estadounidense General Electric y la española Aguas de Barcelona (Agbar), esta última controladora de Aguas Andinas en nuestro país.
La intendenta de Atacama, Vivian Ireland, asegura que, en su cita con los representantes de la empresa hispana, éstos le plantearon que la desaladora era un buen negocio.
Weisner agrega que concesionarias como Besalco y Sacyr también estarían interesadas en este proyecto, que en una primera etapa requeriría una inversión de US$800 millones.
Ireland precisa que, en la primera semana de septiembre, se realizará en el MOP el primero de los encuentros formales con las concesionarias, instancia en que serán invitadas a participar.
El titular del MOP cuenta también que hace un par de semanas lo visitaron dos representantes del millonario brasileño Eike Batista, quien además tiene un proyecto en Atacama para construir una central termoeléctrica que inyectaría 2.100 megawatts al Sistema Interconectado Central (SIC), que suministra electricidad a cerca del 90% de la población chilena.
“Ellos tienen previsto utilizar los circuitos de agua de mar con que enfriarán la planta de energía termoeléctrica y aprovecharlos para producir desalinización”, confidencia Bitar.
El mismo grupo también ha contactado a los empresarios Ernesto Tironi y Silvio Girardi, quienes están más adelantados en la evaluación de una planta desaladora para esta región.
Girardi cuenta que vienen trabajando desde hace dos años en la idea. Ya tienen listo el estudio de prefactibilidad para una planta que alcanzará hasta mil litros de agua por segundo y que estaría ubicada en el sector de Tierra Amarilla, a 650 metros sobre el nivel del mar y donde se concentra gran cantidad de actividad minera. Tironi ya ha sostenido encuentros en el MOP y con la intendenta Ireland.
Girardi asegura que su proyecto está afinando la entrada de inversionistas nacionales e internacionales. “Nombres conocidos de primer nivel en la industria”, adelanta a LND.
Las dudas sobre estas inversiones apuntan hacia la viabilidad del negocio. ¿Existe la demanda suficiente? ¿No es demasiado caro comprar agua de mar procesada? Son preguntas que rondan en la industria. Girardi es tajante y asegura que el negocio es 100% rentable: “La demanda está y el precio que se pagaría en ningún caso sería prohibitivo. Los números dan y todo indica que es un proyecto viable. Incluso hay margen para que se construyan más de una de estas plantas”.