Buenos Aries, Argentina – 04/12/08. En medio de un clima hostil hacia la actividad minera en varias provincias, el Gobierno tomó partido a favor del mega proyecto Potasio Río Colorado en Mendoza. Sin embargo, el mismo espera que se le destraben permisos en Mendoza, Neuquén y Río Negro. A través del decreto 2019, publicado ayer en el Boletín Oficial con la firma de la presidenta Cristina Kirchner, del jefe de Gabinete, Sergio Massa, y del ministro de Planificación, Julio De Vido, la administración K declaró de “interés nacional” al proyecto Potasio Río Colorado, que lidera Río Tinto, una minera angloaustraliana que se encuentra entre las más grandes y cuestionadas del mundo.
Fuentes: diario El Cronista Comercial y Luis M. Claps

La iniciativa prevé una inversión titánica: entre u$s 3.500 millones y u$s 4.000 millones para poner en marcha la producción de potasio –un insumo muy utilizado como fertilizante– en la localidad mendocina de Malargüe. Desde 2003, la empresa lleva invertidos unos u$s 136 millones.

La firma espera obtener una producción mayor a los 2 millones de toneladas, que colocaría al emprendimiento entre los más grandes del mundo. Pero si alcanza sus previsiones más optimistas –4,3 millones– liderará cómoda el ránking.

Aunque Río Tinto considera que el proyecto es “fantástico”, según definieron conocedores de la iniciativa, chocó con varias paredes durante los últimos años. Dos son las principales: la aplicación de nuevas retenciones a la exportación de minerales –que alteró a fines del año pasado la estabilidad del sector– y la negativa de algunas provincias a otorgar permisos vinculados con el proyecto. Por caso, se le criticó que podría contaminar el Río Colorado.

En octubre, el gerente general de la firma, Kevin Fox, se reunió con la Presidenta. Estuvo escoltado por el embajador del Reino Unido, John Huges, y tenía entre sus interlocutores a De Vido y al kirchnerista gobernador de Mendoza, Celso Jaque. Sin rodeos, les planteó la clave para que el proyecto avanzara: que el Gobierno nacional manifieste si estaba interesado en su continuidad. Dos meses más tarde llegó la venia desde el Ejecutivo.

“Debemos solucionar algunos puntos”, explicaron a El Cronista conocedores de la iniciativa, que pidieron reserva. “Pero con el apoyo del Gobierno tenemos una posición mejor para negociar”.

Sucede que la producción de potasio de Mendoza se exportará a través del Puerto de Bahía Blanca, en Buenos Aires. Por lo que deberá transitar por ferrocarril las provincias de Neuquén, Río Negro y La Pampa.

Aunque la compañía tramita desde hace tiempo las autorizaciones, todavía le falta obtener el visto bueno de Mendoza al estudio de impacto ambiental –el paso más importante–, y autorizaciones de transporte en Neuquén y en Río Negro.

El decreto publicado ayer formará parte de la carpeta que llevará Fox a Londres, donde deberá obtener la aprobación final y los recursos. En la compañía reconocen que la crisis que ocasionó el derrumbe de los commodities complica sus planes, pero sostienen que el precio del potasio aún justifica una inversión millonaria.

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Potasio Rio Colorado: ¿ni por decreto?
Por Luis Manuel Claps

Menos comentado que el veto a la ley de protección de glaciares, el Decreto 2019, que lleva la firma de Cristina Fernandez, Sergio Massa y Julio De Vido, declaró de “interés nacional” al proyecto minero Potasio Río Colorado, de la inglesa Río Tinto (en la página web de la presidencia de la nación dice, sin embargo, curiosamente, “grupo minero australiano”), enclavado en el sur de la provincia de Mendoza. Mientras es difícil creer que los intereses del país y los de la corporación minera puedan coincidir, más difícil todavía es que el proyecto pueda efectivamente comenzar. Al tiempo que se anuncia una “inversión de 11.200 millones de pesos hasta 2011”, y “más de 600 puestos de trabajo como empleo directo y más de 6000 como empleo indirecto” la empresa atraviesa lo que bien podría considerarse la peor crisis de su historia… de 130 años. El valor de mercado de Rio Tinto ha caído desde un máximo de 169 mil millones de dólares en mayo de este año, a los actuales 23 mil millones.

Mientras Rio Tinto lucha por reunir algo de capital que le permita sobrevivir, la prensa oficialista no tiene el menor reparo en repetir que “las obras se iniciarían el año próximo y 1500 personas tendrán contrato directo durante tres años”. Por el contrario, es la propia empresa la que anuncia públicamente recortes de gastos, despidos masivos de trabajadores y postergaciones en varios de sus proyectos estrella (Ver “Rio Tinto reportedly to cut thousands of jobs, slash capex”, 7 de diciembre, MarketWatch).

De acuerdo a un informe reciente de Standard & Poor's, la deuda de Rio Tinto a junio de este año alcanzaba los 50 mil millones, más del doble que su actual capitalización de mercado. La mayor parte de esa deuda corresponde a la compra de Alcan, que aumentó sustancialmente los intereses de la empresa en el sector del aluminio (que ha caído, por su parte, al precio más bajo en 4 años la última semana). De esa deuda, casi 7 mil millones deberán pagarse en 2009 (Ver “S&P concerned about Rio Tinto's $50b adjusted debt burden”, 2 de diciembre, Mineweb). Esto pone seriamente en duda que se pueda reunir el dinero para el proyecto Potasio Rio Colorado en el corto y mediano plazo.

La ola de postergaciones y demoras en el desarrollo de proyectos, que resultará en despidos masivos, comenzará antes de fin de año. Rio Tinto ya anunció que postergará una nueva fase de desarrollo de los proyectos de hierro Pilbara en Australia, y Simandou, en Africa, entre otros. Además, Potash Corporation, la mayor empresa extractora de potasio del mundo, también ha tenido grandes pérdidas luego de alcanzar valores récord durante este año. Es que la crisis financiera internacional está afectando a los productores de granos, quienes consumen el fertilizante. Mosaic, otra canadiense del potasio, también anunció caídas en las ventas.

Frente a este panorama, el apresuramiento del gobierno (que recibió a la empresa en la Casa Rosada, a pesar de sus notorias relaciones con Pinochet en Chile a comienzos de los años 90) por decretar el “interés nacional” en un proyecto que ni siquera ha concluído la obtención de todos los permisos necesarios, genera más dudas que certezas. Y las promesas de trabajo y prosperidad que de él derivan, suenan más bien a fábula imperial.